Paisajes Humanos y Naturales, es el título de la exposición que abre la temporada 2019 en la Corporación Cultural de Viña del Mar, dando a conocer parte importante de la trasfiguración de un artista que a través del retrato y el paisaje va evidenciando un mundo interior enriquecido por la naturaleza humana. Enfoque donde Elek Papp (1965, Nagykőrös – Hungría) repara en detalles que conforman una muestra atravesada por el dramatismo que otorga inconscientemente el blanco y negro, pero a su vez por su esmero en acentuar los rasgos de cada uno de los personajes y lugares que dan forma a una experiencia visual única, percibida en primera instancia como una cuestión entre teatral y onírica, aunque siempre respondiendo a la tradición fotográfica Húngara (André Kertész, Martin Munkácsi, Robert Capa, Brassaï, László Moholy-Nagy, Sylvia Plachy o Eva Besnyö entre otros), pero con la suficiente frescura de quien transmite esa genuina ingenuidad cotidiana, pero no por ello menos mágica o simbólica.
«Da como resultado un cuerpo de obra macizo donde la tensión se contrapesa con una correcta epifanía melancólica.»
De hecho lo interesante en Papp, es que no se restringe sólo en captar el semblante emocional de un grupo humano, sino que elabora un relato capaz de restarle temporalidad al instante, prescindiendo de aquellos elementos que pudiesen circunscribirlo a una determinada época, con lo que afianza una atemporalidad y una voz propia que sobresale incluso por sobre quienes orbitan similares temáticas, pero donde existe una cierta banalización e indefinición en cuanto lo que se pretende retratar. Aquí en cambio, se nota una clara compenetración que da como resultado un cuerpo de obra macizo donde la tensión se contrapesa con una correcta epifanía melancólica, determinada por el claroscuro y la referencia implícita a quehaceres y oficios curtidos por el tiempo, pero también por el marcado énfasis que el autor pone en hacer de la expresión facial – de niños y viejos – su rasgo más característico, el que se constata en obras como Piedad, ¿Qué pasa? o en ¿Qué será esto? , y en varias de estas 70 piezas que conforman la muestra.
Otro elemento distintivo en este conjunto y que resulta un total acierto, es que descontando la precariedad del objetivo, excepcionalmente deja entrever siempre un aspecto positivo, ya que al distanciarse del usual tono compasivo, descomprime el “hecho dramático” y desvía la atención hacia la lateralidad de la anécdota con propuestas tan decidoras como Un solo diente, El Sabio o Creador con personajes tan arrolladoramente reales que semejan seres mitológicos o de ficción.
«Congenia en una misma fotografía lo fantasioso y lo rústico con lo vernáculo»
Por otra parte, al ver con detención estos Paisajes Humanos y Naturales, se puede afirmar que Papp, sabe situarse en un plano donde puede ahondar en las historias que estos hombres y mujeres acopian, logrando una conexión que como base temática viene desarrollando por años y que se reconoce especialmente en Ritmo de herradura, Se fueron o en El límite de mi fuerza, generando un continuum entre el fotógrafo y el entorno recreado, pudiendo decirse incluso que limita con el hiperrealismo, al mantener el enfoque de quien sabe ver en el paisaje un lugar donde la permanente dualidad se expresa tanto en hacer visibles ciertos síntomas del clima local, como en reforzar la universalidad de una obra, mediante ejemplos que evocan realidades que con el paso del tiempo están destinadas a desaparecer, pero que este artista insiste en contener a como dé lugar, generando toda una atmósfera en torno a ellas, como ocurre en Abrazo de árboles o Armonía. Momento oportuno parahacer hincapié en la estética lograda por Papp, quien sin apartarse un ápice de la tradición, accede a un espacio donde congenia en una misma fotografía lo fantasioso y lo rústico con lo vernáculo, armando un inmejorable trípode donde fija su cámara con una propuesta que robustece en paralelo su identidad y su rol de comunicador social.
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En suma, a través de ese sutil encantamiento y una aparente simpleza es que uno entiende por qué Elek Papp ha sido reconocido como miembro de la Asociación de fotógrafos Americanos (PSA) y Maestro de Fédération Internationale de l’Art Photographique (FIAP), además de ser merecedor de diversos premios en importantes salones internacionales, quien hoy nos complace con una interesante muestra que apuesta por un viaje en el tiempo.