Skip to main content

La autora del libro “Feminismo y arte latinoamericano” y co-curadora de la exposición Mujeres radicales: Arte latinoamericano (1960-1985), visitó Chile invitada por la asociación gremial ACA (Arte Contemporáneo Asociado) y el departamento de Arte de la Universidad Alberto Hurtado para brindar una charla y conferencia magistral. Arte Al Límite conversó con ella sobre su rol como curadora principal en la 12ª Bienal del Mercosur, evento cuyo foco estará puesto en las relaciones del arte, el feminismo y la emancipación de los cuerpos.

  • Te podría interesar:

Sophie Calle | Todo parte por el final

Voluspa Jarpa sobre la Bienal de Shanghái | “En Chile la censura es económica”

“Pienso que tal vez soy muy miope. Te veo bien a ti, pero no veo más allá, pierdo mucho la sensación de las distancias y de las personas, entonces no he percibido la agresividad, exceptuando cuando alguien me llama y amenaza sutilmente por teléfono”, cuenta calmada y bromeando la historiadora del arte Andrea Giunta, sobre el amedrentamiento que recibió por su trabajo curatorial en la exposición Mujeres radicales: Arte latinoamericano (1960–1985), que se expuso los últimos cuatro meses de 2017 en el Hammer Museum de Los Ángeles, California; y que hasta mediados de noviembre, estuvo en la Pinacoteca de Sao Paulo.

¿La razón del amedrentamiento? Desde el 2010, cuando ella y su co-curadora, Cecilia Fajardo-Hill, comenzaron la investigación que dio origen a la muestra, se esbozaron varias razones: que contribuiría a hacer divisiones odiosas; que las obras realmente valiosas de artistas mujeres ya habían sido reconocidas y no tenía sentido hacerles una exposición; que la muestra contribuiría al estereotipo del machismo latinoamericano y eso afectaría la internacionalización de la región; que lo feminista era kitsch y estamos en una fase más bien queer; y que era un tema pasado de moda, que ahora ya lo está demasiado. Sin embargo, en tiempos donde la igualdad de género es parte de la agenda ONU, o el movimiento #Metoo tiene una portada todas las semanas, estas críticas han bajado su volumen.

“Si nosotros hubiésemos colocado solo un hombre dentro de la exposición, todo hubiera terminado. Pero justamente por eso, con Cecilia Fajardo-Hill pensamos que si algo resulta tan traumático debíamos exponerlo y trabajarlo”, explica la curadora acerca de la muestra que se ha constituido como uno hito expositivo, al ser uno de los primeros esfuerzos por compilar histórica y críticamente los múltiples discursos y prácticas artísticas de 116 mujeres latinoamericanas, chicanas y latinas en los Estados Unidos.

En muchos casos, estas artistas convirtieron sus cuerpos en lugares de experimentación política, buscando su propia libertad en un contexto de agitación y represión social, por medio de un lenguaje visual que les permitió plantear nuevas y radicales formas de comprender el mundo. Sin embargo, muchas de estas artistas que emergieron en esos años, luego fueron borradas del relato histórico. “Hay grandes artistas que no han sido borradas como Lygia Clark, Ana Mendieta, Liliana Porter y Beatriz González; o Lea Lublin, que últimamente ha sido recuperada. Pero hay otras artistas que en los años setentas y ochentas impactaron con su trabajo de performance y sus obras, y luego fueron borradas de las historias nacionales. Entonces, ¿qué pasará ahora que estas figuras emergen nuevamente? Hay una importante fisura, una importante interrupción de la continuidad de esas décadas. A mí me interesa que estas artistas que estuvieron en Mujeres radicales tengan una continuidad en la presentación. Que en la Bienal del Mercosur presenten sus trabajos más contemporáneos”, explica la historiadora del arte.

En la Bienal del Mercosur, a diferencia de la exposición Mujeres radicales, Andrea Giunta podrá abordar el arte, el feminismo y la emancipación de los cuerpos, sin establecer un periodo: “Obviamente tendrá una importante presencia de la contemporaneidad, pero también se homenajeará a figuras históricas, vivas y no vivas. Además, tendrá una representación internacional que excede el marco del Mercosur y el marco de América Latina, aunque este será el continente más representado”, adelanta.

Arte, feminismo y emancipación

Para muchos no fue una sorpresa que Andrea Giunta fuera escogida para asumir el desafío de curar la 12° Bienal del Mercosur que se realizará entre abril y julio del 2020. “Si estás buscando una persona que venga del mundo de la academia, que tenga experiencia curatorial y que trabaje con artistas mujeres, no te quedan muchas opciones. Para mí fue algo muy natural”, cuenta la tercera mujer en curar uno de los eventos artísticos más importantes del Cono Sur, tras su compatriota Victoria Noorthoorn (7ª Bienal de 2009) y la mexicana Sofía Hernández Chong Cuy (9ª Bienal de 2013).

De acuerdo a Andrea Giunta, esta es una gran oportunidad para profundizar en las escenas contemporáneas: “Me parece que estamos trabajando en temas que son muy jóvenes y las figuras consagradas no necesariamente están teniendo las miradas más actuales en estas problemáticas, por lo que tenemos que ampliar el marco hacia sensibilidades más contemporáneas, pensando siempre que el arte es un campo de conocimiento, y por ende, de emancipación”, revela.

«El cuerpo de uno es un territorio jurídico sobre el cual se puede operar sin pedir permiso, es el campo de la legalidad absoluta»

¿Qué continuidades y contrastes observas entre el trabajo de las artistas de Mujeres radicales, y el de los artistas jóvenes que incluirás en la Bienal?

Los jóvenes están realizando una obra sobre la afectividad de sus propios cuerpos, de sus propias emociones, trabajan mucho con el autorretrato, con el registro autobiográfico que curiosamente tiene muchos puntos de contacto con los registros que utilizaban las artistas mujeres en los años sesentas y setentas. Este trabajo, tan autocentrado, fue criticado en términos de un narcisismo y lo mismo puede aplicarse a las obras de jóvenes que están trabajando insistentemente sobre sus propios cuerpos. Sin embargo, hay una mirada que es mucho más interesante que la obvia y descalificante del narcisismo, y es que el cuerpo de uno es un territorio jurídico sobre el cual se puede operar sin pedir permiso, es el campo de la legalidad absoluta. Por otra parte, en términos de contraste, en las obras de los años sesentas y setentas había más fluidez en el diálogo interdisciplinario, es decir, mucho más cruce con el lenguaje científico que emergía entonces, como la sociología, el psicoanálisis lacaniano y freudiano, o discursos médicos. En este momento, me parece que hay más necesidad de afirmarse en la propia existencia, en mostrarse. Por supuesto que estoy generalizando, no todos los artistas trabajan así, fue lo que me resultó notable al establecer contacto con trabajos que ahora estoy cerrando.

¿Ha cambiado la relación de la tecnología con los artistas?

Por el momento no veo que la tecnología implique un salto en términos de los lenguajes que se utilizan. En los años sesentas, de hecho, los artistas acudían mucho a los videos, las fotografías, las máquinas de fotocopiar, de polaroid. Como que había una migración constante con los soportes que se utilizaban para fijar las identidades, se utilizaban de una manera muy creativa. Yo no sé si en este momento es tan prioritaria esa investigación con los medios, los lenguajes y las tecnologías. Me da la sensación que primero se está trabajando sobre cómo estas tecnologías permiten exacerbar las búsquedas de un yo que se está definiendo entre un combate afectivo y también con una exterioridad, no sólo a nivel interno, sino también a nivel social. Quizás hay un cansancio de la era digital, ya que estamos expuestos completamente a los medios digitales. Quizás el arte recupera un sentido de unicidad que en lo digital no tienes.

«Voy a trabajar muy consciente para que la Bienal tenga un alto contenido poético político y evitar, en la medida de lo posible, que sea censurada»

Diez años después de iniciar tu investigación para Mujeres radicales, en la Bienal del Mercosur te propones abordar la relación entre arte, feminismo y emancipación ¿De qué forma han ido mutando tus propias ideas con respecto a esta relación?

Cuando comencé Mujeres radicales, hace ocho años, yo trabajaba desde una perspectiva de género de análisis teórico y filosófico, analizando poéticas específicas. No desde esta voluntad de hacer un mapeo de lo que es el feminismo artístico en América Latina y cómo se vinculó con el feminismo militante, que fue el foco de Mujeres radicales. En ese momento fue el primer giro, ya que tuve que estudiar un montón de historias y pienso que mis ideas cambiaron fundamentalmente cuando en el proceso me di cuenta que la teoría generaba respuestas, que en la realidad no sucedían. Podemos trabajar sobre sensibilidades queer, sobre sexualidades fluidas, sobre la deconstrucción de los géneros, pero en la realidad nada de eso sucede y mucho más en el contexto del feminismo actual, cuando se ha incrementado la violencia hacia las mujeres de una manera tremenda.

Por otra parte, en el periodo que cubrió Mujeres radicales, no encontramos mujeres identificadas como artistas que pertenecieran a la comunidad afrobrasileña o afrolatinoamericana, así como tampoco autoras indígenas. Creo que esto es un proceso más reciente. Son voces empoderadas que ahora tienen un espacio en el mundo de arte, que por otro lado también está mucho más atento, mucho más abierto y permeable.

Esta bienal será montada en un contexto latinoamericano que está girando hacia las representaciones de derecha, en el que las discusiones de género y de derechos reproductivos, entre otros, han marcado la agenda ¿Cómo lo enfrentarás?

Nosotros tenemos una larga experiencia de crear en contextos de emergencia. Donde uno no puede expresar necesariamente con toda obviedad sus mensajes. Yo voy a trabajar muy consciente para que la Bienal tenga un alto contenido poético político y evitar, en la medida de lo posible, que sea censurada. Me parece que será un triunfo para la Bienal mantenerse abierta durante todo el periodo, independiente de las artistas que participen y las poéticas que trabajen. Entonces, obviamente estoy diseñando muchas estrategias de decires elusivos, de formas opacas para referirse a temáticas que están muy presentes en los artistas. El arte que se gesta en fricción con lo que no puede ser pronunciado, es más perdurable y efectivo que el arte que lo dice todo al primer golpe de vista. Hasta me entusiasma la idea, no lo siento como una limitación, sino como un desafío.

¿Qué relevancia tendrá la ciudad de Puerto Alegre en la Bienal?

Me parece importante que la Bienal no sea un ovni que aterriza en la ciudad, sino que tenga una interlocución con la institucionalidad de la ciudad, trabajar en la inserción de la bienal en la ciudad. Puerto Alegre es una ciudad en el borde de varios países, lo que me parece muy interesante desde una perspectiva geopolítica y cultural.

A quince meses de inaugurar la Bienal ¿en qué etapa te encuentras?

Estoy buscando el equipo curatorial, contactando artistas e instituciones con las que voy a tramar, entre sus acervos y archivos, relaciones con la Bienal. En octubre de 2019 realizaremos un seminario para investigadores emergentes y no emergentes, sobre el feminismo y el activismo en el arte. Se realizará en la Universidad Federal de Río Grande del Sur y durante tres días presentará tres conferencias magistrales. Luego trabajaremos en una publicación que será un marco de referencia para el futuro, y que hasta ahora se publicará en inglés y portugués. En términos de los contenidos de la Bienal, solo sabemos que se centrará en lo femenino y los feminismos. Sobre todo en su capacidad de establecer redes en una sociedad que está en un momento de crispación y fisura. Entendemos que la Bienal puede ser un escenario propicio para reactivar diálogos que están suspendidos y de relevar expresiones que siempre han convertido a la mujer en una articuladora social. Queremos destacar la capacidad de lo femenino para restablecer el tejido social.

Andrea Giunta es doctora en Filosofía y Letras, investigadora principal del Conicet y profesora titular de Arte Latinoamericano y Arte Internacional en la carrera de Artes, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Recibió en tres oportunidades el Premio Konex, y las becas Guggenheim, Harrington, Getty y Tinker de la Universidad de Columbia, Nueva York. Recientemente publicó la tercera edición del libro Feminismo y arte latinoamericano. Historias de artistas que emanciparon el cuerpo (Siglo XXI, 2018). Además es autora de de Vanguardia, internacionalismo y política (Siglo XXI, 2008, traducido al inglés por Duke University Press), Escribir las imágenes (Siglo XXI, 2011) y Poscrisis (Siglo XXI, 2009).
Agradecimientos: ACA Arte Contemporáneo Asociado A.G., el Departamento de Arte de la Universidad Alberto Hurtado y la Macroárea de Artes de la Visualidad del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
This site is registered on wpml.org as a development site. Switch to a production site key to remove this banner.