“Suspiraban lo mismo los dos y hoy son parte de una lluvia lejos,
no te confundas no sirve el rencor son espasmos después del adiós”
(Gustavo Cerati).
Cuídese mucho, fue la frase final que recibió Sophie Calle (París, 1953) de su ex pareja al romper su relación vía correo, y que paradojalmente motivó a que 107 mujeres de los más diversos ámbitos, fuesen las portavoces de esta afamada artista francesa: “Les pedí que la entendieran por mí, que la respondieran por mí. Era una forma de darme tiempo para cortar. Una manera de cuidarme”. Factor determinante en esta significativa muestra que debutó hace once años en la Bienal de Venecia, y luego de recorrer varios países llega al Museo de Arte Contemporáneo (MAC) del Parque Forestal, abriendo además una nueva versión del Festival Internacional Santiago a Mil (2019).
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Fuera de la resignación o un eventual ajuste de cuentas, el ejercicio plástico aquí expuesto debe entenderse como el reverso a una consecuencia histórica, que implícitamente relega a la mujer a un rol secundario, pero como toda daga posee dos filos, también hace patente la cobardía del hombre que no da la cara. Actuar que no es pasado por alto, sino que cobra sentido en la medida que esa mujer desarticula el sino de la uniteralidad machista, opresiva y en este caso específico, veladamente encubierto por un Prenez soin de vous (Cuídese mucho). Melosa ironía que origina un trabajo autoral compartido, no sólo en el hacer, sino en un sentir que equipara el resquebrajamiento inicial con ese eco declarativo, alimentado en gran medida por relaciones fallidas o disfuncionales y que Calle rescata de otras voces femeninas, ya sean famosas o desconocidas, que atendiendo a este clamor, salen en su defensa con un ritual de sanación que profana el umbral de lo privado, haciéndolo público. Acontecer que además responde a un acto definitorio ligado a la infancia de Sophie, cuando su madre Dominique Sindler, transforma la muerte de su mascota en una depurativa performance. Catártica remembranza que ella obsesivamente replica.
Lo meritorio de esta muestra sin embargo, es que no redunda en la trivialización ni en el facilismo del despecho de largo aliento y explora la correspondiente lealtad de género como un vínculo natural que se proyecta entre otros, en el consejo de la maestra de kínder Laure Guy: “Encuentra otro final para la historia” y la sexóloga Catherine Solano: “Estoy segura de que eres lo suficientemente fuerte como para seguir adelante y encontrar dentro de ti los recursos para actuar y reaccionar”. De este modo, pasa de la turbación a la transmigración del imaginario colectivo y a la apropiación y necesidad de experimentar retomando el “final inicial”, y hacer de ese vuelco un manifiesto sin precedentes, donde se pueden encontrar desde cartas tradicionales a video respuestas, desde curiosas intervenciones a puzles de letras realizadas por grandes personalidades a anónimas protagonistas, lo que por cierto otorga mayor realce a un proyecto que, en vez de pontificar se abre a lo plural y desde ahí reinicia una nueva relectura-escritura de esta especial misiva.
Cuídese mucho, es una obra concebida en torno a un sincretismo emocional donde gravitan, además del régimen de expresiones, atrevidas propuestas como la frase de la escritora Christine Argot: “El coro que has formado alrededor de esta carta es el coro de la muerte”. Lapidaria metáfora que detenta una fuerza interior que desde ya se manifiesta en este repensar intuitivo atravesado por la opinión de una clarividente, una psicoanalista, una maestra de Ikebana, una capitán de policía, una tiradora de rifle, y un centenar de otras voces que en una vuelta de mano, incluyen hasta Lorna la lora, acentuando el sarcástico enfoque.
Porque como vocifera desde una iglesia en Rusia, una integrante del grupo punk, Pussy Roit: “Como artistas, nuestra meta es cambiar el mundo”. Sin importar qué hagas o de donde vengas, porque por sobre de las diferencias político-culturales, las artistas ya no se dejan amilanar y están decididas a subvertir el orden con obras tan transgresoras como ésta, que apelan a regenerar el cableado emocional, recurriendo a un espectro que universaliza lo personal. Partiendo por la propia Sophie Calle, que tuvo la entereza para canalizar el dolor y convocarlas a hacer de Cuídese mucho, un testimonial de ese progresivo cambio.
Aunque lo más interesante de este compendio, no es su punitivo tono, sino el carácter reflexivo que valida una postura que –como aquí se ve– encuentra respuesta en dispares experiencias. Donde una simple misiva activa un proyecto en obra que además interpreta a esas mujeres anónimas que luego de un quiebre deben resignarse al no tener la independencia que les entrega esta artista: “Mis proyectos son también una manera de ver mi propia vida con distancia”. Altura de miras en la que se funda esta relación arte-vida, mediante una representación mimética enriquecida por más de cien miradas.
Por último, me parece oportuno concluir este artículo, en una suerte de déjà vu, con el consejo de su madre: “Querida, me temo que realmente es, y siempre será, un hombre literario y no un hombre simple. Puedo entender tu tristeza y a pesar de todo, no me sorprende que esta carta contagie tu obsesión”.