Semanas atrás publiqué el artículo «Raymonda», en el que se generaba un interesante diálogo con mi hija de 8 años sobre la producción del ballet, en el que ella cuestionaba la forma en que se presentaba el narrador, es decir, la manera en que se explica la historia del ballet a los niños en el Pequeño Municipal, elogiaba la escenografía y el vestuario.
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En esta oportunidad, frente a la ópera «El Oro del Rin«, la conversación giró de una manera inesperada, sobretodo porque la única intervención «adicional» que se realizó fue al inicio de la función cuando se explicaba de que esta ópera es solo la primera parte de la tetralogía de Richard Wagner, «El Anillo de los Nibelungos», y que será título permanente de la temporada infantil durante los próximos 3 años, para poder verla completa, ¿podría existir una mejor manera de convocar a los niños a la ópera? ¿de que conozcan lo importante de la permanencia como espectadores y de que, incluso, pidan asistir nuevamente?
Deberíamos volver a sentir, ver y vivir el teatro como si fuéramos niños. Con la inocencia y los cuestionamientos propios de la edad, asumiendo que lo que parece estar mal, sencillamente, siempre lo es; así como lo que aparenta estar bien, igualmente, siempre lo estará. Robar el oro del río, por ejemplo, siempre estará mal, así como dar en premio a una mujer (Freia, en este caso) a cambio de la construcción de un castillo, o incluso apoderarse del oro acumulado por el nibelungo.
En palabras de Lucía:
¿Qué fue lo que más te gustó?
Esta vez no me gustó tanto la escenografía, estaba bien, pero el vestuario era definitivamente mejor. Sobretodo el de Freia.
¿Qué fue lo que menos te gustó?
La parte en que se roban el anillo…
¿No te gustó que se lo robaran o la forma en que ocurrió?
No me gustó la idea de que se lo roben.
Y la duración de la obra… ¿qué te pareció?
Me pareció bien. Me gustó harto y quiero ver la próxima parte.
¿Se la recomendarías a una amiga?
Sí.
La función, que se presenta junto a la Orquesta del Pequeño Municipal y al director Pedro Pablo Prudencio, genera expectación en los niños, desde el inicio hasta el fin y sin lugar a dudas los deja con ganas de ver qué pasará con el gigante que se roba el anillo (es más, en nuestro caso, Lucía solo pensó que estábamos en un intermedio para luego continuar viendo las otras 3 partes). A los adultos, por otro lado, los invita a estar pendientes de la cartelera del Municipal de Santiago, para ver cuándo presentarán «El Anillo de los Nibelungos», nuevamente, ya que la función completa -que además, es compleja de montar- solo se presentó una vez hace más de 20 años.