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Mancillados por la arrogancia del poder, esperamos que el destino nos socorra. Sin embargo, vivimos al arbitrio de los gobiernos y los conglomerados, que según el decir popular “merecemos” y que a duras penas soportamos como una larga y penosa enfermedad de la cual nunca sanamos.

Frente a ese fáctico y no menos pernicioso lugar común que ha determinado nuestro andar en Latinoamérica, es que el mexicano Yoshua Okón (1970) propone PODER, exposición monográfica que resume el periodo entre (1997-2017), y que según su autor surge como reacción a: “El retorno de gobiernos conservadores, en un tiempo de dominio de las corporaciones, ha generado distintas movilizaciones de sectores afectados por su color de piel, su condición sexo-biológica y su lugar en la escala social”. Proceder expresado en una serie de video-instalaciones, fotografías y esculturas que se exhiben hasta el 02 de junio en Matucana100.

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Mediante una confrontación de ideas, Okón llama a revelarse contra las distintas formas de sometimiento que se incuban como un fenómeno subterráneo y sistematizado de violencia, que en la totalidad de la muestra se escenifica a través de una parodia con la cual el artista crea una serie de metáforas en la que revisa el actuar de ciertos grupos supremacistas, paramilitares, neonazis o de poder como la CIA, siendo la agencia estadounidense la pieza infaltable en este puzle de intervenciones militares y golpes de Estado en una Latinoamérica, además quebrantada por el actuar de ciertos holdings transnacionales, que en sí horadan algo más que el alma, tal como se enfatiza en Freedom Fries: Naturaleza Muerta (2014), y ese cuerpo rayano en lo mórbido expuesto como si fuese otro combo promocional de una reconocida cadena de comida rápida. Una puesta en escena que exige de nuestra parte, no solo quedarnos con la acción performática, sino ver cómo ese modelo de negocios desdibuja de manera perversa nuestros hábitos alimenticios. Prerrogativa que además de la aparente superficialidad del cliché acentúa la precarización del cuerpo mediante la pérdida del valor estético, como símbolo del daño.

Cabe señalar además, que varias de las obras aquí exhibidas privilegian el sarcasmo y al cuerpo como una forma de activismo. Muestra de ello es el contraste dado en Chocorrol (1997), con el típico xoloitzcuintle o perro azteca, cruzándose con una perrita de pedigree (french poodle), quienes movidos por el instinto derriban las barreras de clase impuestas por sus amos. Demostrando como un hecho entre fortuito y cotidiano, vulnera totalmente su prefabricada zona de confort, circunstancia que el autor aprovecha para realzar el carácter ritual de un acto, que en sí acentúa las diferencias sociales y su consecuente permeabilidad.

Freedom Fries: still life, 2014, caja de luz con impresión a contraluz. 59 x 12 x 10 pulgadas.

Freedom Fries: still life, 2014, caja de luz con impresión a contraluz. 59 x 12 x 10 pulgadas.

Pero Okón plantea derechamente la necesidad de ser conscientes sobre cómo ciertas superestructuras han modificado los destinos de toda América, tal como se ve en Miasma (2017), que presenta la “Historia de la CIA en México”, libro escrito por Manuel Buendía en 1984, un periodista asesinado pocos meses después, y dónde el artista hace una recreación interviniendo 35 carteles basados en su portada original, como una forma de mostrar la descomposición que subyace en su interior. Acontecer que se replica en Pulpo (2011), donde a partir del apodo utilizado por la United Fruit Company, hoy Chiquita Banana, empresa conocida por sus privilegios en la exportación sin pago desde 1901, pero así también por sus profundos lazos con la CIA y por tanto, muy ligada al golpe de estado ocurrido en Guatemala en los noventa. Razón más que suficiente para que el artista siguiendo su tradición creara escenas con excombatientes de esa guerra civil que hoy subsisten en Estados Unidos como indocumentados. Videoinstalación que hasta cierto punto se topa con Oracle (2015), propuesta que escenifica las protestas realizadas por Arizona Border Defender, una milicia conformada por ex policías y ex militares ultranacionalistas contrarios a la llegada de niños provenientes de Centroamérica, y que hoy concuerda con los que sucede en la frontera México-Estadounidense con los miles de seres humanos que intentan flanquear el muro impuesto por quien cree ser dueño del poder absoluto.

En ese delinear reflexivo afloran también Bocanegra (2007), un conjunto de cuatro video instalaciones: El saludo, Paseo por el parque, La Reunión y La Película, que registran la aparición de grupos neonazis en el contexto mexicano, amparados en la premisa de que: “Los Aztecas no se mezclaban, por tanto para ellos ser arios, es respetar su raza”. Algo que no deja de ser preocupante, ya que en el último tiempo ha surgido un creciente interés por este tipo de organizaciones ultranacionalistas y supremacistas. Hecho evidenciado por el propio Okón cuando en el 2009, al cumplir una residencia en nuestro país, se encuentra con un bar de marcada tendencia neonazi, en medio de fotografías, banderitas y sinfín de objetos que glorificaban al Tercer Reich, con una representación a escala del funeral de Augusto Pinochet, situación que luego reprodujo en silicona y yeso creando una fantasmagórica representación en la cual la marcha fúnebre con su ataúd, son el centro de la instalación escultórica llamada CHILLE (2009).

María Quispe, 2008, foto instalación 128 fotografías, blanco negro y color. 12 × 18 pulgadas cada una.

María Quispe, 2008, foto instalación 128 fotografías, blanco negro y color. 12 × 18 pulgadas cada una.

En conclusión lo interesante de esta muestra, es que ayuda al visitante a entender los verdaderos alcances del Poder, permitiendo que cada cual vea cuánto le afecta este punto de inflexión que de cierta manera clama por revertir lo expresado por Amparo Ochoa, en la Maldición de la Malinche: “Se nos quedó el maleficio de brindar al extranjero, nuestra fe nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero. Y les seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio y damos nuestras riquezas por espejos con brillo”.

Octopus, 2011, video Instalación 17:12 minutos en loop. Dimensiones: variables. Logotipo 43 x 43 pulgadas. Créditos cortesía de Centro Cultural Matucana 100.

Octopus, 2011, video Instalación
17:12 minutos en loop.
Dimensiones: variables.
Logotipo 43 x 43 pulgadas. Créditos cortesía de Centro Cultural Matucana 100.