La propuesta de Teatro Sur, que celebra el erotismo y la sexualidad libre, regresa hasta el 18 de enero en el contexto del Festival Santiago a Mil. Esta fusión de artes y disidencias plantea una nueva lectura del acto sexual colectivo, definiéndose como no binario e independiente de los patrones de género establecidos.
“Solo veremos cuerpos humanos” es la frase que logro escuchar detrás mío antes de tomar asiento en la sala B1 del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM). El espacio es amplio y está limitado por las sillas y bancas del público, todas ocupadas por la audiencia, quienes sostienen abanicos prestados por la organización para refrescarse. Pero también, tras fijarme bien, están sentados los intérpretes de la obra, desnudos, esperando igual que todos a que se cierren las cortinas para empezar la obra. También hay dos figuras misteriosas al medio de la escena, inmóviles, las cuales, tras apagar las luces, cambian sus túnicas negras por rojas y empiezan a dirigir una especie de ritual.
Nacido desde una investigación colectiva en torno al concepto de orgía, el montaje dirigido por Paula Sacur y Ernesto Orellana busca abordar este tema, considerado tabú para muchos, desde un punto de vista estético y filosófico inspirado en “las celebraciones orgiásticas paganas grecolatinas y precolombinas, en la postpornografía, los placeres sádicos y la imaginaria del infierno en el que sodomitas y prostitutas eran incineradas”, afirman sus creadores.
Basados también en la idea de “si no hay libertad sexual, no hay libertad política” de la activista feminista boliviana María Galindo, Orgiología plantea a la poligamia como una forma de liberarse de los patrones impuestos por nuestra sociedad, esos que limitan nuestros deseos más salvajes. Aquello se puede observar en esta primera escena, en donde permanecen estas dos sombras rojas al medio del escenario, mientras otras figuras con túnicas negras batallan con sus propios cuerpos para librarse de sus ataduras.
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A continuación se pueden ver diferentes cuerpos, con diversas formas, colores y movimientos. Se exploran entre sí uno, dos, tres veces. Se investigan, tocan y separan para volver a encontrarse en una danza que parece no tener clímax. No buscan incomodar al público, más bien naturalizarlos, asumir las diferencias entre ellos y mostrarlos como cuerpos humanos que buscan su propia emancipación por la vía sexual.
Los participantes del ritual desafían las pasiones y cuestionan lo que conocemos como sexualidad en Chile, país caracterizado por validar lo conservador, lo machista y lo heterosexual en las relaciones humanas, y que poco a poco su sociedad se ha ido abriendo a nuevas posibilidades y realidades.
La propuesta «transescénica», como la definen sus autores, no aborda únicamente la exposición de diferentes cuerpos y la posible «morbosidad» de ver cómo interactúan entre ellos. Va mucho más allá: busca descolonizarnos de la historia eurocentrista y de la idea pecaminosa de los cuerpos, calificados de prohibidos y ocultos. Ofrece simbologías de una sexualidad grupal, abierta y desordenada, en donde los mismos conceptos desbordan sus definiciones, como la idea de género. Rescata un rito ancestral que celebrara el placer erótico, la fecundidad y la naturaleza cósmica, ideas muy lejanas a lo que puede significar actualmente el sexo en nuestra sociedad posmoderna.
Los personajes caen al piso, exhaustos. Las luces, que antes iluminaban en tonos rojos y blancos mezclados con la oscuridad de la sala, ahora revelan los rostros del público. Algunos aplauden fervientemente, otros aún tienen cara de desconcertados. Poco a poco deciden abandonar el lugar, sin saber si esperar a que los siete cuerpos se retiren de la escena o si eso también es parte de la performance.
Ellos continúan quietos, con los ojos abiertos, escuchando los comentarios de todos los asistentes. Unos se despiden o dan las gracias, mientras que otros dan sus impresiones. Finalmente, aquel comentario escuchado antes de iniciar todo este viaje tenía razón: solo veremos cuerpos humanos, en su máxima humanidad, libres de toda construcción.
FICHA TÉCNICA
Dirección Ernesto Orellana y Paula Sacur
Intérpretes-Autores Georgia del Campo, Cristian Hewitt, Irina Gallardo, Andrés Millalonco, Francisca Espinoza, Alexandra Miller, Nicolás Sandoval
Diseño Visual Integral Jorge Zambrano
Composición Musical José Miguel Candela
Asesoría teórica Cristeva Cabello
Realización iluminación Fernanda González
Asistencia técnica Emmanuel Henríquez
Capas Juana Diaz
Fluídos Camilo Saavedra
Colaboración Audiovisual Waldo Salgado
Producción Daniela Moraga
Fotografía Paz Villarroel
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