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“El tiempo del arte es el de la contingencia,

de la inmediatez, del aquí y el ahora”, Charles Baudelaire.

Entre el 5 de marzo y 14 de junio (suspendida hasta nuevo aviso), la sede del MAC Parque Forestal, reabre Colección / Contingencia con una propuesta que busca generar un muestrario de las diversas fricciones sociopolíticas que han dado forma a una fragmentaria identidad, representada en una exhibición que reúne una selección de 40 icónicas piezas creadas entre 1935 y 2019, que dan cuenta de cómo los momentos de crisis han moldeado nuestro acervo cultural.

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Lo clave en Colección/Contingencia es que más que sumarse a un hecho contestatario puntual o alegorizarlo, es un significativo ejercicio de memoria que desde lo artístico-testimonial devela la incidencia que ésta tiene en el presente. Porque pone de manifiesto el enfrentamiento entre quienes detentan el poder y quienes sufren con descarnada naturalidad las precariedades propias del subdesarrollo, siendo una secuela que afecta refractariamente, a todo aquello que desde allí pudiese desprenderse como es la extrema pobreza y las miserables condiciones de trabajo representadas por la clase obrero-campesina. Lugar común que evidencia esa tragedia humana que insistentemente se sigue instalando en nuestra sociedad, la que fue captada en la década del 50’ por Antonio Quintana y Heliodoro Torrente, y a la cual se agregan  posteriormente con un sombrío flash back de la dictadura, Kena Lorenzini, Sergio Montecino y Luis Navarro, con expresivos registros que visibilizan el dramatismo de un periodo trágico no mensurable (de 1973 en adelante), que se expresa mediante un quiebre que marca un antes y después del golpe, lo que se constata además en esa serie de collages de Lilo Salberg (Alemania 1908 – 1993 Chile), artista que huye del nazismo y que luego resiste el rigor de una dictadura, que al no dejar de arrojar esquirlas, alcanzan incluso a una escultura de Carlos Altamirano creada el 2019, y que se cruza con la Patología 18 /Sida (2019) de Marcelo Rivera y su ensamble escultórico hecho con 1000 cajas de Reltegravit, Ritonavir y Kinexa. Un contrapunto que además nos indica que el conjunto de piezas aquí exhibidas no fueron dispuestas según data de producción o línea temática, sino esperando favorecer el tiempo de reflexión en torno a ellas.

En ese corpus Colección/Contingencia, configura un modo de representación, marcado por los acontecimientos como una forma de disentir, pero también de decir basta, tal cual se aprecia en Vietnam herido (1969) de José Balmes y América no invoco tu nombre en vano (1970) de Gracia Barrios, y la aparición de obras que exceden un momento histórico como War ensemble: Combate terrestre; 2007 de Cristian Gallegos quién a través de una doble personificación, muestra la inclaudicable lucha del pueblo mapuche, tal como lo expusiera en su Salmo 1492, Graciela Huina: “Nunca fuimos el pueblo señalado, pero nos matan en señal de la cruz”, y que de algún modo contrasta con El peso de la Nación (2018), bandera chileno-colombiana de Luna Acosta (Colombia) y Paula Baeza (Chile) que metafóricamente aborda el fenómeno de la inmigración con un ejercicio colaborativo que reitera el inminente proceso de transculturización, fusionando un emblema tejido a crochet.

Aunque muchas veces el enfrentamiento con la realidad hace del simbolismo un perfecto aliado para resignificar y dar valor a obras que desde la performance, la corporalidad y las acciones de arte proponen diversificar el lenguaje de una época, donde destacan El mimo y la bandera (1975) de Francisco Copello, A Chile (1979-1980) de Elías Adasme, Te devuelvo tu imagen (1981) de Juan Castillo y la serie La Bandera; Repliegue entre cordillera y mar (1987) de Victor Hugo Codocedo (1954-1988), en un periodo marcado por la represión y la censura, y que adquiere relevancia en la medida que vuelve a reaparecer en un territorio minado por permanentes fisuras.

Ciertamente, la correlación entre lo visible y lo invisible se dan cita en una muestra que no pasa inadvertida, y como señalara Alejandra Celedón: “El arte es una temporalidad crítica que marca una diferencia en lapso real y presencial, ofreciendo una respuesta sincrónica a condiciones sociales, políticas y económicas”. En ese contexto Colección/Contingencia alude a un espacio-tiempo que dada la coyuntura actual, es susceptible de resituar en cualquier momento, ya que obviando la constatación, propone una revisión de nuestra memoria país, que valida toda la muestra, porque más allá de reabrir interrogantes que no tener respuestas, éstas se traducen en un correlato de obras que al comparecer en su reiteración e insisten en la idea del disenso, que en definitiva apela por un profundo análisis y reflexión en torno al crítico momento que por el que atraviesa nuestra sociedad en su conjunto, pero con la óptica y diversidad material y conceptual de un reconocido grupo de artistas de amplia trayectoria y consecuencia.

Cabe destacar que por las características propias de Colección/Contingencia, supone además de la visión radiográfica, la posibilidad de abordar críticamente la muestra, con tantas perspectivas como momentos de crisis que ha soportado nuestra patria. Por lo que me parece oportuno sumarme a lo dicho por Francisco Brugnoli, director del MAC cuando remarca a través de la muestra el significativo rol que este cumple el museo como un referente del arte contemporáneo: “Se configura como un espacio atento y abierto a las tendencias emergentes que cruzan nuestro paisaje cultural, con producciones de arte que puedan incrementar nuestra reflexión y amplitud de mirada”. Aunque yo agregaría también, que es responsable de crear un importante flujo de interconexiones entre el público y los artistas que, en su intento de ir mutando permanentemente, son ante todo una invitación abierta a pensar.