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El arte sonoro continúa siendo minoritario y en sus pocas manifestaciones complementario. Bien es cierto que por su naturaleza y desde su origen, esta disciplina ha habitado un cruce de caminos. Tal parece que la intersección con otras especialidades y la visualidad propia de las llamadas artes visuales aparece como elemento distanciador del marco de la escena principal del arte contemporáneo, alejándose del ojo de los agentes del sector y más aún, en un contexto comercial.

Cuatro fueron las manifestaciones sonoras que pude ver en ARCOmadrid, en una edición con una de sus caras más templadas. La Galería Filomena Soares de Lisboa presentó una pieza de Andreia Santana, una joven artista portuguesa que en su última serie, Rumble Strip, ha explorado la sonoridad del metal mediante instalaciones compuestas por estructuras de cobre. A través de un proceso automatizado se genera un sonido intermitente que responde a un patrón de movimiento marcado por  la mecanización. Una escultura sonora que me recuerda a esa belleza de lo enegrecido de la que habla Tanizaki. La pátina de los objetos habla del profundo trasfondo que constituye la expresión de la vida de las cosas, de los objetos y, en definitiva, de los materiales.

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Adrián Balseca, es otro joven artista ecuatoriano representado por la Galería Madragoa que en esta ocasión ofrece una parte del informe de un viaje realizado por el científico y explorador británico Edward Whymper para reflexionar sobre las transformaciones de los sistemas capitalistas y coloniales en América Latina. Una porción del proyecto The Unbalanced Land conforma una cartografía cultural de la isla de Santay y se materializa en una instalación sonora que habla de la convivencia entre diversos modelos político-económicos y epistémicos a través del análisis de la «misión civilizadora» colonial y el sustrato indígena. La instalación se compone por tres cilindros de madera que al igual que los de la isla de Santay, funcionan como compresores, como apisonadoras que aplanan la tierra. El entorno de la isla fue registrado por medio de grabaciones, que filtradas por Daniel Mancero, transfieren musicalmente a piano el paisaje sonoro de la isla. Mediante equipos de radio japoneses marca Sanyo, cuya insignia es una representación del mapa del mundo de Goode[1], los paisajes cantan reconstruyendo itinerarios materiales, discursivos, culturales e ideológicos que ensamblan todas las aristas del contexto cultural del lugar.

Adrián Balseca y Enzo Cucchi. Galería Madragoa. ARCO Madrid 2020. Imagen Cortesía del artista.

Adrián Balseca y Enzo Cucchi. Galería Madragoa. ARCO Madrid 2020. Imagen Cortesía del artista.

Waltercio Caldas forma parte de la generación de artistas brasileños que realizaron las primeras conexiones entre arte y sonido. La composición musical, el ruido o el silencio son caracteres esenciales de su lenguaje. En esta ocasión la Galería Anita Schwartz presentó una pieza compuesta por cilindros metálicos apilados que por medio del contacto entre ellos, generan sonidos que responden a frecuencias sonoras estables expulsando un ruido constante. La apariencia escultórica de la instalación unida a la traducción de la vibración en sonido, acaba por suscitar tensión al mismo tiempo que relajación.

Talk Tower Diego Rivera, de Ângela Ferreira, es la cuarta y última obra sonora que se dejó ver en el stand de la Galería Pelaires dentro de la gran feria madrileña. Diseñada como estudio para una escultura pública de mayor tamaño, este trabajo toma forma de homenaje crítico a la controvertida asociación personal y profesional entre Diego Rivera y Frida Khalo. El dibujo preparatorio de una grúa de carga realizada por Diego Rivera en California constituye una porción del mural Unidad Panamericana que representa el sueño utópico de una América unida, donde los avances tecnológicos del norte se vieron completados por el arte del sur y la espiritualidad de los inuits y los indios americanos. La banda sonora consiste en una lectura de una carta de Frida Khalo dirigida a Diego Rivera y culmina la pieza a modo de complemento sonoro.

La feria Hybrid, amigable, asequible y con la personalidad que imprime su peculiar ubicación, fue una de las que acogió mayor cantidad de arte sonoro y música experimental. Los lives comisariados por Continuo mostraron los sonidos electrónicos de Paula Tweaker AKA Cruhda o los de Slvj con los visuales de Judith Adataberna y Rayuli respectivamente. Todo ello envuelto por una escenografía site-specific en el Salón Santa Bárbara del hotel, donde no entraba ni un alfiler. Cruhda, nos ofreció una estética y concepto que bien podríamos ubicar entre Björk y Rosalía, por su parte Slvj, presentó con un tono más rítmico apoyado en los ambientes pseudonaturales de Rayuli, líneas ligadas al hiphop con samples astutos y evocadores, generando una atmósfera atrapante, melancólica y con gran carga discursiva. Al día  siguiente tuvimos la suerte de disfrutar, gracias a la curaduría de Litorate, del live de Kamala Sutra, una joven productora que ha formado parte de Women in experimental music. En la feria presentó un show audiovisual indagando en las fronteras entre el deeptechno, deephouse, electrónica abstracta y sonidos ambient de lo más rebelde. Los sintes, dubs y la guitarra de Glue Kids invadieron la sala manteniendo la línea de la noche con una intervención sonora minimalista y ambient menos gamberra que Kamala, pero muy atrapante y dinámica.

También pudimos encontrar alguna que otra obra en los espacios del Hotel Petit Palace Santa Bárbara. Lamosa LAB trajo a Madrid un solo project de Raul Hidalgo llamado Aguas del Gran Sol, un relato especulativo e imaginario que cuenta la historia del último proyecto artístico de Bas Jan Ader antes de desaparecer a causa del mismo. El artista neerlandés, inició un proyecto en 1975 consistente relatar un viaje cuyo itinerario iba desde Massachusetts hasta las costas irlandesas en un barco de 3 metros de eslora. A los pocos días de iniciar el viaje, se perdió el contacto por radio y tiempo después se encontró el bote pero no el cuerpo del creador. Raul materializa ciertas tentativas que componen una justificación imaginaria de lo que sucedió. Entre las piezas que forman la instalación encontramos 3 reproductores de vinilo que reproducen simultáneamente canciones de María Callas, Agnes Balisa y Diamanda Galas corporeizadas a modo de sirenas, logrando transmitir una aproximación al nuevo relato construido por el artista bajo un halo mitológico.

Los dibujos e instalación sonora de Julia Tazreiter y Hui Ye, fueron seleccionadas para formar parte del proyecto Displaced 2020. La obra llamada «NO», utiliza este morfema como base de su discurso. La pareja de artistas encontró desde lo artístico un gran potencial en la unidad mínima de lenguaje, tratando de tomar distancia de su uso habitual como significante y significado, con el fin de explorar todas las posibilidades de este morfema, más allá de la percepción convencional. La poesía fonética es aquí el medio sonoro que reverberó los tres días que duró la feria en las escaleras del hotel.

Julia Tazreiter y Hui Ye

Julia Tazreiter y Hui Ye

En ArtMadrid, la propuesta de Proyector comisariada por su director Mario Guriérrez Cru, fue a mi parecer, la iniciativa más enriquecedora de la feria. Una propuesta muy completa en torno a la videocreación, el arte de acción y la perfomance. En su stand sucedieron proyecciones, presentaciones, encuentros y acciones que dinamizaron una feria marcada por lo decorativo. En lo sonoro, Eunice Artur y Bruno Gonçalves presentaron Partidura, proyecto que explora la relación entre la sonoridad y la manipulación plástica. Valiéndose de la improvisación y la acción directa, registran el sonido de forma gráfica generado “un objeto encerrado en sí mismo, la partidura”. Por tanto el objeto artístico toma forma de partitura o referencia para el músico, y la música construye el objeto artístico, entrando en un juego de simultaneidad que propone nuevas formas de leer el sonido y materializarlo.

Queda patente como el arte sonoro sigue habitando en una intersección: la escultura, la poesía, la música, la performance o la instalación, fueron algunas de las disciplinas que maridaron con las pocas piezas sonoras que se dejaron ver y escuchar en la semana del arte de Madrid. El dato curioso a extraer es que todas las propuestas de ARCO vinieron de mano de galerías portuguesas o brasileñas salvo en el caso de Pelaires que a pesar de ser de Mallorca presento una obra de una artista originaria de Maputo pero residente en Lisboa. Del mismo modo, la propuesta de Proyector en Art Madrid también vino de mano de artistas portugueses.

Escasa fue la rúbrica que esta disciplina dejó entre las más de 10.000 obras de arte que viajaron a la capital española, aunque como ser humano que soy, pido perdón si alguna escapó a mis ojos u oídos. De todos modos, es evidente que permanece como especialidad minoritaria y complementaria, y continúa siendo la más débil del sector del arte contemporáneo en su faceta más comercial. Hace años la tendencia fue el vídeo, el pasado año el textil. Quizás el año que viene nos sorprenda.

[1] La proyección de Goode, también conocida como proyección homolosena o proyección interrumpida, es una proyección cartográfica que fue creada por el geógrafo John Paul Goode en 1923.
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