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La colección Poesía de Cuadro de Tiza Ediciones tiene las dos plaquettes de poesía que reseñamos: Yanacona de Rodolfo Reyes Macaya y Cian de Jonnathan Opazo. Bellas ediciones de versos que se trasladan al fin de la tierra, donde el frío azul tiene cientos de tonos y matices de salvajez.

 

 

Yanacona

En Yanacona el origen del poeta Rodolfo Reyes Macaya se manifiesta en la temática de la caza indígena ocurrida en el territorio de la tierra del fuego, donde los nativos encomendados para cazar a otros  indígenas funcionan como agentes de infiltración, rostros de facciones autóctonas y cuerpos colonizados que, sin embargo, resienten su labor que reconocen como maldita, resienten en lo privado del agua.

“No mostré tristeza

pero en las termas

penumbra de vapores

dejé mis lágrimas correr”

El poemario no distingue un poema por página, todos los versos reciben el mismo nombre: Yanacona. Indio traidor que trabaja para los colones, esclavista. Agresivo. La violencia exterior se manifiesta en la mente del hablante en la oposición de los dos lenguajes que aprendió de sus ancestros. “La cabeza continuará soñando en esta lengua (…) ñuke niega, pero yo sueño con el mar” y luego agrega “Me internan latines”. El idioma de los españoles, el latín que se habla en las misas, “monaguillo de latines” dice el texto de Reyes Macaya unos versos más adelante. Sumado a lo anterior, el dominio a medias de ambos lenguajes, la parodoja de tener una mente que piensa en dos idiomas, algo como el espanglish de centroámerica moderna, pero entre el mapudungún y el castellano. “Hablar como bruto, si no sabe”.

“Pukem, hay que vadear varias veces

el mismo río”

Invierno, la crecida de las aguas bloquea los pasos, no hay puentes. Paisajes, animales, internación en los bordes de la civilización, de la colonia, más adentro exige la cacería de la hija del patrón que se ha fugado con un peñi, un mapuche, más al interior del invierno. “Más allá de estas colina / nada crece por el viento”, una vida mucho más cercana a la sobrevivencia los espera, avanzan. Los versos terminan, queda la narración en prosa poética, también el poemario se acerca a su fin.

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Cian

Palabras para expresar sentimientos azules, palabras para expresar la gama de sensaciones de un cielo, mar y hielo inmensos que se abarcan toda la mirada en todas direcciones, paisajes del fin del mundo percibidos por un explorador, un apellido que se repirte en la nomenclatura heredada de este pionero: Humboldt. Humboldt canal, río, persona, azul. La disolución del color verbalizada, la inmensidad de mirada que ve tonos sútiles del mismo mundo azul, los azures, los glastos, los cían, los pigmentos de la ftalocianina. La exploración requiere nombres para lo observado, para poder narrar lo visto, compartir que no todo el cielo es del mismo azul, que no todo el mar cabe en cada momento en la amplitud uniforme de un color con tan pocos matices específicos como el azul, hablar de lo cerúleo, de lo cian vislumbrado con el momento efímero de la marea.

“Una extraña piñata / con la forma de Dios o de nada” dicen los versos escritos por Jonnathan Opazo. La pérdida de las formas tiene que ver con ojos de retinas azules, con mar y lágrimas saladas que hacen recordar que “La sal es luz coagulada” y la atmósfera es un “océano aéreo” a los ojos del Humboldt explorador. Azul arriba el cielo, azul abajo el mar, cian el centro de la mirada.