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2666 referencias a Roberto Bolaño y a los fanzines que escribía el Divino Anticristo a mano sobre hojas blancas pegadas con cinta de embalaje, además, rastros de maletas y fuego que encierran a la bailarina del barrio Bellavista. Es la obra El divino anticristo que tienen funciones hasta el 15 de diciembre en Teatro Mori Bellavista.

“Una corona de espinas, un clavo en cada extremidad, un tajo sangrante en la costilla y 2666 latigazos”

Son palabras de El Divino Anticristo, interpretado por Mateo Iribarren, al hablar sobre el verdadero Jesús, –“yo soy secretario del señor Jesucristo antiguo”–, un ser divino que en su entendimiento pasó a ser la historia más conocida y tergiversada de la historia. Jesús, que para el Divino es un ejemplo a seguir cuando dice que “hay que amar a todos por igual”, y él, sumiso, se dispone a amar por igual a mujeres y a hombres, a vestir una falda y una pañoleta en la cabeza para cubrirse los cabellos otrora rubios, y se asume bisexual ante su interlocutora, la bailarina que vive en las inmediaciones del barrio Bellavista. ¿Se conocían en la realidad? ¿Cómo saberlo? Las personas reales que inspiran la obra murieron con dos años de diferencia, a cuadras de distancia, todo es posible y, si no, probable. Como sea, la obra no pretende situarse en un año específico, aunque parecen recorrer 18 veces las calles de octubre en 2019.

Al inicio, un delirante discurso lleno de ísimos –tipiquísimo, mujerísimo– del Divino Anticristo es interrumpido por la Bailarina, lo que frena el tránsito del carro de supermercado lleno de estrafalarias cosas que usa el vagabundo para trasladar sus pertenencias. La Bailarina Lily, interpretada por Violeta Molyneux, pronto le muestra su aparato –su radio– al Divino, para contarle que baila twerk, uno de esos estilos musicales que él nunca ha escuchado. Así que baila twerk y mueve su trasero de manera provocativa hasta que la altura moral de su interlocutor la hace detenerse. La Isabelísima –el Divino– pasa del lenguaje casi académico al improperio vulgar. Ella es mucho más joven, se ríe de este encuentro que la calle le ha brindado. Más adelante la Bailarina canta sobre un cigarro de pasta base y el abandono, mucho antes de acercarse a la temática del embarazo, al femicidio, y a la pintura La Libertad guiando al pueblo.

“¿Estoy pensando que las tipiquísimas están histéricas porque se están manifestando con vestidos de mujer? ¿Parecen que no saben que yo soy el Anticristo por antonomasita?»

Recoger comida de La Vega es parte de la rutina de los personajes, verduras para cocinar en los pastos del Parque Forestal, es un ritual tan cotidiano como vender mercancía o escritos sobre los adoquines del barrio Lastarria. Los adoquines que pisó ayer el escritor vagabundo hoy son arrojados por los manifestantes que recorren las mismas calles. Sus escritos hablan de invasiones de extraterrestrísimos, infiltrados en altos cargos del gobierno, haciendo sus conspiraciones nazis, urdiendo planes desde la West Coast transmitidos telepáticamente o por medio de mensajes cifrados a través de radios como las que ocupa la Bailarina. “Estos libros son capítulos de un libro mayor que se llama América Alemana” dijo en alguna entrevista, acá volvemos a referenciar a Roberto Bolaño y su libro La literatura nazi en América, por no hablar más de 2666 y su búsqueda del autor alemán Archimboldi en medio del desierto de Sinaloa, uno de los lugares con más feminicidios del mundo. La violencia hacia la mujer tendrá su espacio en esta obra. Hay, también, referencias a la situación actual de la plaza Italia, también llamada Plaza de la Dignidad, como si un adoquín fracturado bajo la pisada de un ser divino, divino y blasfemo saliendo de una realidad que es la noche de la calle salvaje y desamparada, fuera una advertencia de que si no la oyes vas a decir que no lo viste venir. Sin embargo, estuvo en las calles, donde proféticos escritos del Divino Anticristo eran escritos a mano con letra imprenta, fotocopiados, y luego pegados con cinta de embalaje similar a la del plátano de Cattelan. Tenía una discursividad esquizofrénica y erudita que le valió el respeto de los estudiantes universitarios que exigieron su liberación cuando fue internado en un recinto siquiátrico. Volveremos a los estudiantes, veamos primero la violencia.

 “Aprendí que una cosa chica que habla y habla puede hacer daño a una cosa barbuda de 87 kilos. Aprendí que no es ridículo estar enamorado, sino que es rico.

Aprendí que chao.

Recuérdame con cariño, José”.

-José Onofre Pizarro Caravantes, El Divino Anticristo

en una carta a una ex pareja

Aunque los protagonistas se cuiden o se canten, no todo es buena relación entre los dos personajes. Por ejemplo, en una escena “la Isabelísima” le dice a la Bailarina que el bebé que espera es un infiltrado que puede desestabilizar a todo el aparato del gobierno, convenciéndola de ocultarse en un bolso que luego rocía con bencina, al tiempo que él mismo se impregna del líquido combustible. Es una referencia al asesinato de Estefanía Martínez, la “bailarina del Bella” que a los 27 años fue asesinada y encontrada dentro de una maleta incendiada. Una mirada cruda a la locura que requiere un crimen semejante. La locura se presenta con muchos rostros, a ratos los personajes parecen reflejarse como en un espejo, compartir el mismo delirio de un país llamado Chile, a veces la sintonización dura un segundo previo a batallas verbales de alto calibre. Es como doblar una esquina y pasar de un barrio de terrazas y teatros a un barrio donde se desata la batalla por una nueva forma de entender la realidad del país. Es pasar del canto tranquilo de una madre que vive en la calle a la mente de un hombre que se incendia a lo bonzo. Estoy pensando que los misógenos quieren que sean sus víctimas, escribió el poeta en uno de sus fanzines. El delirio no es lineal, la obra tampoco, requiere atención para reconocer la cordura entre el desorden.

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La figura que da nombre a la obra es tan antisistémica que su sola resistencia al modelo de vida –casa, familia- engancha bien con los discursos de los estudiantes que llamaron a evadir el sistema y dieron origen al actual estallido social tomándose las calles del país. Ahí es donde el teatro invita a los espectadores a preguntarse si un vagabundo habita un espacio tanto tiempo para volverse un personaje que trasciende el barrio al que da vida, ¿tus ojos no estaban en la calle? ¿Dónde estabas encerrado que no pisaste la calle, que no viste venir al bisexual denunciador de extraterrestrísimos? ¿Estabas bebiendo a pasos de la mujer incendiada en las terrazas nocturnas de un barrio bohemio? Es una hora de teatro que parece una hora en las calles más desencantadas, mas distanciadas del estándar de vida, una hora de drama y risas escritas por Mateo Iribarren, bajo la dirección de Natalia Grez. Funciones hasta el 15 de diciembre.

El Divino Anticristo

Autor: Mateo Iribarren

Director: Natalia Grez

Asistencia de dirección: Vicente Iribarren

Compañía: La teta izquierda

Elenco: Mateo Iribarren y Violeta Molyneux

Músico: Pablo Melendez

Duración: 1 hora 10 minutos

Desde qué edad: desde 14 años

Temporada: Desde el 14 de noviembre hasta el 15 de diciembre

Horarios: Jueves  a domingo a las 20:00hrs