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Una pieza teatral realizada en base a las novelas de Diamela Eltit siempre tendrá una fuerte connotación crítica, polémica y directa contra el neoliberalismo y las condiciones sociales del sistema. Una mirada hacia el margen, hacia aquello que no queremos mirar, que no queremos saber. Es así también como una obra con actores de la trayectoria de Amparo Noguera y Rodrigo Pérez, junto a la puesta en escena de Alfredo Castro, genera altas expectativas sobre la obra en cuestión, las cuales se cumplen totalmente en Mano de Obra, presentada en el Teatro La Memoria entre el 6 y 29 de junio.

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Las novelas de Diamela Eltit se alejan de lo anecdótico para relatar historias crudas y directas sobre las problemáticas sociales actuales, generando fuertes cuestionamientos sobre conductas sexuales y sobre criterios morales (generalizados en las sociedades tradicionales como la chilena). De esta forma establece que vivimos en una sociedad explotada, donde se generan conductas poco convencionales en ciertos grupos sociales -conductas, que normalmente exaltarían a gran parte del país-, y a su vez explica cómo el cuerpo físico del individuo se ha convertido en una herramienta fundamental para el capitalismo -sobre todo en Mano de obra-, convirtiendo al ser humano no solo en un ser enajenado de sí que lucha por sobrevivir, sino en un verdadero esclavo del siglo XXI. Desde ahí, Alfredo Castro hace una adaptación bastante curiosa de la novela publicada en 2002, pues presenta las mismas problemáticas, desenfreno y «desvaríos» con una dosis de humor bastante atractiva para la audiencia.

Esclavitud, sexo, pobreza, alcohol y drogas. Todo se mezcla en una precaria vivienda donde se armó una especie de resistencia entre los trabajadores de un supermercado, donde las indignantes condiciones de trabajo los han llevado a reunirse formando una barricada laboral para no ser despedidos. Los abusos, amenazas constantes de despido, el exceso de una nueva oferta laboral, los cambios imprevistos en sus funciones, los disfraces que los obligan a usar, la mala actitud de los clientes, las extensiones horarias y las diferencias salariales, los «obliga» a aceptar esta forma de trabajo, es más, no solo a aceptarla sino a luchar por ella ante el temor de perder el empleo y con ello la vivienda. La sobrevivencia se logra, el alimento diario también, las condiciones, son tan inhumanas que la misma comida los enferma del estómago.

Imágenes impactantes, en medio de las risas, ¿es realmente necesario reír ante la miseria humana?, quizás sí, porque de esta manera se logra generar más consciencia, o suavizar realidades imperceptibles, crudas y absolutamente reales. Sin duda, la adaptación está bien lograda, se aprecia en cada escena la narrativa de Diamela, se pueden incluso leer ciertas partes del libro a través del elenco que ha representado esta obra en tres ocasiones, 2003, 2007 y 2019.

Sin lugar a dudas Mano de Obra entra a hacer sentido en este momento, cuando en el país se discute la flexibilidad de la jornada laboral mientras que la prensa nos invade con titulares sobre las condiciones inhumanas en que viven los inmigrantes a lo largo del país. Ya no solamente son las condiciones de los barrios marginales o de los campamentos las que resaltan en las obras de Diamela Eltit y en la interpretación de Alfredo Castro, ahora podemos releer entre líneas y ver que el país está cada vez más cerca de estas realidades. Finalmente, ¿quién se hace cargo?, ¿qué pasa con las políticas públicas?, ¿la economía, realmente está ayudando a la población?, ¿el sistema neoliberal, realmente ha causado mejoras para la sociedad?

Mano de Obra

Teatro La Memoria

Bellavista 0503, Providencia

6 al 29 de junio

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