“Tan hermoso como el encuentro casual de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección.” (Conde de Lautréamont).
– Ricardo Rojas Behm.
La máquina de coser y el paraguas. Franklin (1962-2018) es el nombre de la muestra que exhibe la Galería Fotográfica Chilena del Centro Cultural La Moneda, para dar cuenta en 60 fotografías de una realidad marcada por la precariedad y el desuso, variantes que tras la clausura del Matadero Franklin, pasarían a ser el sello de un barrio que Marcelo Montecino (1943), ha recorrido por más de 50 años, poniendo en valor a esas vidas de “segunda mano” acostumbradas a recoger los resabios de una sociedad triunfalista, consumista y obnubilada por las cifras macroeconómicas.
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Si bien figura y de manera prominente la idea del no paraíso, lo interesante del periplo, es que no se limita a la contracara, sino que elabora una poética marginal en cuya caja de resonancia conviven aquellos habitantes que hicieron del abandono su fuente de trabajo, apropiándose del patrimonio industrial devastado (1962-1980), junto con quienes amplificaron ese clima de opacidad propio de la dictadura y en paralelo dieron realce a otros que en número creciente fueron conformando el actual Mercado Persa, un lugar de encuentro, donde la pluralidad social se mezcla en a la par con los objetos que allí se transan (1980, hasta hoy).
Por lo demás Montecino, ha contribuido no sólo desde el punto de vista antropológico, sino que como cronista ha demostrado una extraordinaria habilidad para matizar el dramatismo del blanco y negro con la indesmentible fuerza expresiva del color, contrastando la crudeza humana de estos héroes “a la chilena”, con el lado onírico de un centenar de cachureos que en un alegórico secreto te narran historias al oído, componente de irrealidad donde la presencia simbólica es advertida, tanto en el maniquí desnudo enmarcado bajo la leyenda for ever, como en el desconsolado y solitario traje de novia que cuelga cual guante de box tras un deslucido combate, fehaciente muestra de un pasado imperfecto que palpita en cada habitante.