Hace una semana Cristóbal León y Joaquín Cociña se dirigieron a Valdivia a uno de los festivales de cine más importantes del país, para la recepción nacional de la producción más reconocida a nivel internacional que han realizado, La Casa Lobo.
Este largometraje cuenta la historia de María, una joven que se refugia en una casa en el sur de Chile, después de escapar de una colonia alemana, que hace alusión directa a Colonia Dignidad. La producción –una verdadera obra de arte– fue realizada por ambos en su propio estudio, que se dispuso como espacio de exposición para que el público pueda ver el desarrollo de la producción como una obra en permanente cambio. El éxito de la película en festivales internacionales los ha llevado a ganar el premio al Mejor largometraje de animación en el Monterrey International Film Festival, México, 2018; Mejor película latinoamericana, Festival Latinoamericano de Cine de Quito, Ecuador, 2018; Caligari Film Prize, Berlinale Forum, Festival de Cine de Berlín, 2018, entre otros.
«Imaginamos nuestras películas como películas documentales sobre el proceso de hacer esculturas, dibujos y pinturas, donde han desaparecido los cuerpos o las manos que hacen el trabajo, pero quedan en la película como fantasmas», Cristóbal León.
Será estrenada en el FICValdivia, el día de hoy a las 22.45 hrs en. en la Aula Magna de la UACH, y mañana a las 11.00 hrs., en el mismo espacio. Posteriormente se estrenará el 1 de noviembre en Santiago. Y es desde esa hermosa ciudad del sur del país desde donde responden a las siguientes preguntas.
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¿Cómo surge la temática de la película “La Casa Lobo”?
Cristóbal León (C.L.): Colonia Dignidad, a diferencia de otras sectas o comunidades religiosas excéntricas como los Amish u otros, desempeñó un papel muy importante en la historia reciente de nuestro país. Fueron colaboradores muy cercanos de la dictadura, que es el período en el que ambos crecimos. Sirvió como campo de concentración y centro de entrenamiento para los agentes de la dictadura. Es un tema que ha estado presente en la historia de nuestro país, por este papel político y por sus propias historias de abusos y atrocidades. Cuando éramos niños, nadie tomaba el peso de las historias que se contaban sobre el lugar, incluso la colonia tenía un restaurante muy popular en la carretera donde fui a comer un par de veces con mis padres. También nos inspiramos en Roberto Bolaño, que tenía una fascinación especial por las expresiones del fascismo en Latinoamérica y sus relaciones con los movimientos artísticos. Ya hemos desarrollado algunos trabajos con temas similares. Por último, a nivel personal, vivía en Alemania cuando comenzamos a escribir la película. Colonia Dignidad era un caso en el que se cruzaban la historia chilena y la historia del lugar en el que vivía.
Joaquín Cociña (J.C.): Y de todo este lodo de Colonia Dignidad tratamos de que saliera una película que pareciera estar hecha por la colonia y, por ende, fuera un intento de hacer algo bello y armónico de la misma manera que Walt Disney intentaba interpretar los cuentos de Hadas. Nosotros pretendemos ser parte de la colonia y por ende tratamos de adoctrinar a las personas con esta película.
Han realizado diversos cortos y este largo con Stop Motion, ¿a qué se debe el amor por esta técnica?
C.L.: En el stop-motion encontramos una extensión a nuestros intereses en dibujo, pintura y escultura, y también un medio donde podemos mezclar esos elementos plásticos con intereses literarios o narrativos. El stop-motion nos lleva a resultados plásticos a los cuales no podríamos llegar si estuviéramos concentrados en hacer una pintura o una escultura. Las que creemos que son nuestras mejores pinturas duran un fotograma de nuestras películas, es decir duran una fracción pequeña de segundo. Por estar concentrados en otra cosa, por ejemplo el movimiento de un personaje, uno desatiende la pintura y aparecen las mejores cosas.
Imaginamos nuestras películas como películas documentales sobre el proceso de hacer esculturas, dibujos y pinturas, donde han desaparecido los cuerpos o las manos que hacen el trabajo, pero quedan en la película como fantasmas. Creo que a ambos nos interesa la dimensión más mágica del stop-motion. Hay una especie de mito de origen del stop-motion, contada por Vladislav Starevitch, uno de los pioneros del medio. Starevich trabajaba como director del Museo de Historia Natural de Kaunas en Lituania. Según lo que él contaba, deseaba realizar una película sobre la vida de los escarabajos, pero estos morían inevitablemente al exponerlos a los focos de filmación. Entonces decidió solucionar el problema reemplazando las piernas de los escarabajos por alambres y animándolos cuadro por cuadro. Creemos que este pequeño acto de hechicería, de inyectar vida en los cadáveres de los insectos, explica la naturaleza mágica y oscura del stop-motion. Nos interesa esa dimensión de conjuro que tiene la técnica, de meter vida en algo que está muerto.
J.C.: A nivel personal el stop motion significó, hace 10 años, una manera de salir de la inercia de hacer obras y exponerlas, pues como dice Cristóbal, entendemos el Stop Motion como el registro de un proceso performático. Lo que ves es el proceso en acción, no un resultado final, al menos no completamente.
«Cuando éramos niños, nadie tomaba el peso de las historias que se contaban sobre el lugar, incluso la colonia tenía un restaurante muy popular en la carretera donde fui a comer un par de veces con mis padres», Cristóbal León.
En Europa tuvieron una buena recepción del largo, con la premiación del Festival Internacional de Cine de Berlín 2018, ¿cuál fue la reacción de ustedes ante la noticia?
J.C.: Ni siquiera confiábamos en que quedaríamos en la Berlinale, por lo que ganar el premio Caligari en el Forum Berlinale fue más que una sorpresa. Fue lindo e interesante que una película chilena sobre una secta de alemanes rodeando la pedofilia en el sur de Chile volviera a Alemania a ser estrenada. Luego de eso, su recorrido por festivales ha sido muy amplia y variada, desde festivales pequeños a grandes festivales clase A, desde festivales de animación a otros con Ryan Gosling dando vueltas.
C.L.: Fue lindo, por supuesto. Especialmente porque al festival asistió una buena parte del equipo: nuestra productora Catalina Vergara, nuestra co-directora de arte Natalia Geisse, la co-guionista Alejandra Moffat y el post-productor Carlos Vasquez. Así que fue un lindo momento para celebrar todos juntos el resultado de este largo proceso. Honestamente, no teníamos idea cual sería la reacción a nuestra película. Durante cinco años sentíamos que estábamos haciendo lo que queríamos pero que el resultado era una película muy extraña. Si bien, nuestros cortometrajes han sido muy bien recibidos, no teníamos idea sobre cómo funcionaría esto en una película de más de una hora. Así que ha sido muy gratificante ver que la gente conecta con la película.
¿De qué manera creen que serán recibidos en el Festival de Valdivia?
C.L.: Yo creo que película será bien recibida. Habrá muchas más caras conocidas que en el resto de los festivales donde hemos presentado. Será una presentación en casa.
Espero que se hable de la película. Espero que sirva como una buena antesala para el estreno de la película en salas que tendremos el 1 de noviembre.
J.C.: Yo ya he encontrado el Growler, mi local favorito para beber cerveza. También encontré un lugar que mis hijos adoran, la ciudad misma. Ahora espero que la película encuentre a sus primeros amigos en Chile.
¿Fue desde el comienzo parte del interés de ustedes colocar el tema de los abusos en la palestra, o más bien narrar y hacer sentir, los horrores de Colonia Dignidad?
C.L.: Queríamos narrar y hacer sentir a nuestra manera los horrores de Colonia Dignidad, especialmente el horror del enclaustramiento y del poder que ostentaba Schaefer, al punto de poder establecer un estado dentro de otro estado, modelado completamente a su voluntad. Me aterroriza que un ser tan delirante y oscuro pueda haber llegado a tener tanto poder en mi país. Al hablar de Colonia Dignidad, inevitablemente uno estaá invocando el tema de los abusos. Creo que es una buena coincidencia que este proyecto tenga finalmente su estreno en un momento en que el tema de los abusos está tan fuertemente en la agenda de Chile.
J.C.: Es una buena y triste coincidencia. No estaba hace 5 años en nuestras cabezas el tema, por supuesto. El abuso infantil es para mí uno de los grandes misterios de la mente humana.
«Y de todo este lodo de Colonia Dignidad tratamos de que saliera una película que pareciera estar hecha por la colonia y, por ende, fuera un intento de hacer algo bello y armónico de la misma manera que Walt Disney intentaba interpretar los cuentos de Hadas», Joaquín Cociña.
En el momento en que eligieron el tema de Casa de Lobos, no existía la polémica actual sobre la infancia en Chile, ¿de qué manera dialoga este largo con la realidad que se ha develado sobre los niños del país, considerando los problemas con la Iglesia Católica y el Sename?
C.L.: Si bien el abuso no es directamente el tema de La Casa Lobo, como decía antes creo que al hablar de Colonia Dignidad, inevitablemente se invoca el tema de los abusos a menores. Me parece una buena coincidencia que la película aparezca en este momento. Es importante y urgente que como sociedad hablemos de este tema. Se pueden establecer muchos paralelos entre Colonia Dignidad y la Iglesia Católica. Es importante que nos preguntemos quiénes son los guías espirituales de nuestra sociedad y qué poder les estamos entregando.
J.C.: Una de las cosas más fascinantes del tema es que demuestra un potencial muy oscuro de la base psíquica de Chile, pero también algo muy real que pasó hace poco en Chile y que personas concretas (actuales políticos activos) apoyaron y defendieron.
Es una buena y triste coincidencia. No estaba hace 5 años en nuestras cabezas el tema, por supuesto. El abuso infantil es para mí uno de los grandes misterios de la mente humana.
Tanto Lucía como Luis y La Casa Lobo están basados en temores de infancia ¿cuáles fueron los temores de ustedes? ¿fueron esos temores motivaciones para crear estas obras?
C.L.: Personalmente me interesa el arte asociado a la infancia, porque me interesa el arte como una forma de juego y como un espacio fuera de las convenciones morales. Creo que Lucía y Luis están más directamente basados en el mundo infantil y en los temores de la infancia. La Casa Lobo tiene una protagonista adulta, pero es cierto que hace uso de un imaginario relacionado a los cuentos de hadas, a las películas Disney y a los juegos de infancia. Me interesa el mundo de los cuentos de hadas, es decir de los cuentos del folclor europeo, que son los cuentos que nos contaron cuando niños. Originalmente no eran cuentos para niños, pero con el tiempo se convirtieron en eso. Me interesan porque transportan temas y problemáticas ancestrales: la iniciación sexual, la experiencia con drogas, el incesto, el miedo a ser abandonados, etc. También porque son narrativas que se han vuelto universales y casi cualquier persona puede reconocerlas y conectar con ellas. En Lucía y Luis, ese mundo de los cuentos de hadas se mezclaba con algunos recuerdos nuestros de infancia. En La Casa Lobo se mezcla con un trauma o terror político de nuestro país.
J.C.: Creo que tanto Cristóbal como yo, tuvimos unas infancias bien alegres. No hay en mi historia muchos traumas o temores que yo pueda nombrar como significantes. Creo que lo principal es que al haber pasado mis primero 8 o 9 años en dictadura, mi relación con el espacio público era muy lejana. Como vivía en Ñuñoa tampoco es que fuera una situación de emergencia, pero nos relacionábamos con el mundo exterior de manera extraña y limitada. En Lucía, Luis y en La Casa Lobo no hay exteriores y las cortinas están siempre corridas. Esto tiene que ver con ese pasado infantil en que el exterior es un lugar amenazante y gris.