“Es una obra de suspenso, que transita entre la verdad y la mentira exponiendo recuerdos, distintas versiones de los hechos, en una estructura de sueños audaz, que van paso a paso reconstruyendo los hechos”
En septiembre de 2009, un recién nacido fue encontrado vivo luego de ser lanzado al Estrecho de Magallanes por su madre, Débora. La obra, escrita por Gerardo Oettinger y dirigida por Camilo Carmona, comienza en el momento en que ella es internada en el hospital regional con resguardo policial.
Ambientado en una oscura sala de maternidad en Punta Arenas, cinco mujeres intentan dilucidar las razones del crimen y cómo se llevó a cabo. El elenco, liderado por la actriz Francisca Gavilán, profundiza en temáticas contingentes para las mujeres como el aborto y lo que significa ser madre hoy, junto a las emociones y sentimientos que aquello conlleva, utilizando herramientas de suspenso y de humor negro que transportan fácilmente “al fin del mundo”.
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Débora despierta en una camilla custodiada por una gendarme y una enfermera. Sin entender su estado producto de una amnesia, pregunta por su hijo y le contestan que ella misma intentó matarlo. Ellas, junto a la abogada defensora del caso, cuestionan sus recuerdos del hecho y sospechan que hay una historia desconocida entre ella, su familia y el padre del menor, de quien se desconoce su paradero.
La madre de la joven, quien fue testigo del parto y del presunto crimen, entrega datos confusos sobre lo ocurrido de forma exasperada, poniendo en jaque su credibilidad y apelando continuamente a la emocionalidad de la abogada para ser escuchada. Es una trama rodeada de secretos y verdades, que poco a poco se van revelando, y que inicia con una declaración potente por parte de la abuela del menor hacia la abogada: “una como madre le perdona todo a un hijo, pero como mujer no. El amor puede llegar a ser una tortura”.
«Pone en tensión la moralidad, los prejuicios ante la madre que no quiere ser madre y, principalmente, lo salvaje y crudo del contexto»
La enfermera y la gendarme, sujetos que al inicio miran con extrañeza, pena y rabia la situación, escena tras escena, van evolucionando en sus pensamientos y llegan a sentir –incluso– empatía por esta mujer castigada por la sociedad.
Las diferentes historias de vida y opiniones de los personajes generan intriga, identificación y, al mismo tiempo, risas entre los espectadores, lo cual no distrae de la trama principal. Además, se pone en tensión la moralidad, los prejuicios ante la madre que no quiere ser madre y, principalmente, lo salvaje y crudo del contexto en cuestión, que choca continuamente con creencias asentadas en el ser humano, como la justicia y la afabilidad por otros.
Su director declara que “es una obra de suspenso, que transita entre la verdad y la mentira, exponiendo recuerdos, distintas versiones de los hechos, en una estructura de sueños audaz, que van paso a paso reconstruyendo los hechos”. La iluminación y la musicalidad de la obra aportan escenas más bien oníricas, donde el espectador se cuestiona si está presenciando la realidad o no.
La puesta en escena de esta obra, que sin lugar a dudas hay que ver, nos enfrenta a ideas negativas, como los celos y la venganza, pero al mismo tiempo, cuestiona nuestro actuar frente a estos casos de difícil comprensión: ¿qué es lo correcto?, ¿amedrentar a quien no quiso ser madre?, ¿entender su actuar y empatizar con su contexto de desigualdad? ¿qué pasa con el aborto frente a alguien que tomó hierbas medicinales para no tener a su bebé, como Débora? Sin lugar a dudas la obra refleja una realidad de muchas mujeres alrededor del mundo que no tienen recursos o condiciones adecuadas para poder acceder a un aborto seguro y legal.
A su vez, Castigo a Dios cuestiona la maternidad como fin único de la mujer, en un contexto rural donde los roles de género se ven muy marcados, pero ¿aquello justifica lanzar a un recién nacido al mar?, ¿quién tiene la culpa en esta sociedad machista? Como afirma Carmona, lo entretenido de la dramaturgia de Oettinger es que obliga al público a tomar partido por alguien que quizás jamás se habría pensado en hacerlo.
El montaje se presenta hasta fines de octubre en el Taller Siglo XX Yolanda Hurtado
Castigo a Dios estará en cartelera de jueves a sábado hasta el 27 de octubre. Las funciones comienzan a las 21:00 hrs y tienen un valor de $7000 general y $4000 estudiantes y tercera edad. El Taller Siglo XX se ubica en Ernesto Pinto Lagarrigue 191, Barrio Bellavista.
Es una trama rodeada de secretos y verdades, que poco a poco se van revelando, y que inicia con una declaración potente por parte de la abuela del menor hacia la abogada: “una como madre le perdona todo a un hijo, pero como mujer no. El amor puede llegar a ser una tortura”.