Tus ojos cuentan la historia es el nombre de una de las exposiciones más recientes de la artista multidisciplinar chilena Eugenia Vargas-Pereira, ganadora del Premio Artista Mujer PAM en 2021. Compuesta por una serie de retratos fotográficos de mujeres portando capuchas en el contexto de las protestas sociales desde el 18 de octubre de 2019 en adelante, su obra, presentada en el Museo de Mujeres de México, es una indagación de las mujeres enmascaradas, responsables de situar la capucha como uno de los más importantes emblemas de la estética feminista contemporánea en América Latina.
En las fotografías de Tus ojos cuentan la historia, las mujeres “elaboran capuchas estilo balaclava, adornadas con bordados intrincados, perlas, plumas y cadenas. En algunos casos, las mujeres son parte de colectivos de artistas que diseñan su propia prenda, sin exigir crédito por su autoría. El resultado final son capuchas maravillosas que se parecen o referencian influencias de diversas culturas alrededor del mundo”, se señala en el texto curatorial de la exposición, realizado por Carla Rippey.
En Arte Al Límite, conversamos con la artista Eugenia Vargas-Pereira sobre sus capuchas retratadas. Desde que comenzó a hacer los registros, se dio cuenta de que estaba frente a unas heroínas contemporáneas. “Las encapuchadas chilenas son mujeres luchadoras y reales, nuestras heroínas de carne y hueso”, sostiene.
¿Cuándo comenzaste a fotografiar a las mujeres de Tus ojos cuentan la historia? ¿Qué fue lo que te impulsó a registrar estas estéticas feministas?
Comencé a fotografiar a las mujeres encapuchadas después del anuncio de Piñera que cualquier persona que oculte su rostro será perseguida por la ley anti capucha.
Después de ese anuncio me fui todos los viernes por la tarde a la Plaza Dignidad a las protestas y específicamente me enfoqué en las mujeres encapuchadas. Me llamó la atención la variedad de diseños, colores, y telas que resultaban en capuchas maravillosas, cuyos referentes provenían desde las culturas árabes estilo jihad hasta las coronas de flores de Frida Khalo.
Al momento de ver todas las capuchas y mujeres que has fotografiado, ¿qué es lo primero que te transmiten?
Transmiten rebeldía, resistencia, son asertivas y muy jóvenes, niñas de 14 años de colegio a jóvenes universitarias. Transmiten valentía, conciencia política y son muy feministas, tienen un sentido de lugar, determinación y sentido de justicia. Gracias a ellas estamos viviendo una historia emocionante en nuestro Chile, de conseguir una carta magna que nos represente a todas, todes y todos los chilenos.
En la panel virtual «Feminist Aesthetics of Protest in Contemporary Chile» (2021) comentaste que el título de la obra, Tus ojos cuentan la historia, está inspirado en un poema de la novelista Dulce Chacón. ¿Cuál es? ¿Qué adviertes en ese poema que te impulsó a llevarlo a tu obra?
No existe ningún poema de Dulce Chacón que se llame Tus ojos cuentan la historia. En realidad, es un remix de dos poemas de Dulce donde extrapolo la palabra ojos de un poema y contar la historia de otro y, a sí, compuse el título de la serie.
Los retratos de Tus ojos cuentan la historia, como bien has mencionado con anterioridad, muestran diferentes generaciones de mujeres que han luchado contra la violencia patriarcal. Concretamente, ¿quiénes son ellas? Al momento de fotografiarlas, o antes, ¿pudiste conocerlas un poco más?
Personalmente no conocí a ninguna, se desplazaban demasiado rápido de un punto a otro, era difícil conocerlas, aunque también respeté su privacidad y la idea del anonimato. Para la mayoría de ellas era vital proteger su identidad y muchas no querían ser fotografiadas a pesar de portar la capucha. Me di cuenta de que algunas mujeres eran mayores de edad porque la abertura del ojo de la capucha era más grande y se podía observar a una mujer madura. También en algún momento comentaban que acompañaban a sus hijas o nietas a las marchas y les recordaba de su propia juventud en los años 70 y 80.
La ‘máscara’ como elemento de expresión es muy propio de nuestra cultura latinoamericana. Las capuchas de las mujeres que retratas, ¿crees que pueden ser como una especie de “máscara” de las estéticas de los feminismos del sur? o bien, ¿cómo las defines tú personalmente?
Según lo que vi en las protestas, la mayoría de los diseños de las capuchas estaban inspiradas en el diseño clásico del pasamontaña, cuyo origen viene de la región de Balaclava en la península de Crimea en 1854, de ahí el nombre de estos pasamontañas que usaron los soldados británicos para protegerse del frío. No vi influencia de máscaras de Latinoamérica, pero sí de los países árabes y, a veces, pasamontañas de lana de la cultura quechua boliviana waq’ollo. Se puede decir que la capucha se asocia con los feminismos del sur y específicamente como la insignia de las feministas chilenas. También hay que mencionar que las capuchas en Latinoamérica fueron primero usadas para proteger su identidad por las mujeres indígenas zapatistas en el movimiento armado de 1994 en México.
En tu trabajo el cuerpo de mujer toma una presencia colectiva que se pronuncia contra la abrumadora violencia de género que vivimos en América Latina. Para ti, ¿cómo es ese cuerpo femenino? ¿qué le dice al resto del mundo?
Ese cuerpo femenino es feminista, resiste a la hipocresía del doble standard y le dice al mundo que queda mucho por hacer. Las mujeres todavía están sometidas a que sean juzgadas duramente por la sociedad mientras que no hay ningún juicio a que sean sometidos los hombres, y eso no es todo. Para mí, es importante el activismo dentro de los feminismos y el arte, nos conecta a nivel emocional e intelectual, nos une como sociedad para los cambios que necesitamos hacer.
Has definido a las mujeres de tu obra como unas “heroínas contemporáneas”, unas “anti-princesas” que luchan en conjunto. Dentro de los movimientos feministas, ¿cómo defines tú a esta heroína? ¿Qué sentido toma la palabra heroína en el contexto feminista revolucionario de hoy?
La heroína tiene mucho sentido dentro de los contextos feministas y en la vida en general. En lo personal, he seguido a muchas heroínas de la vida real porque en ellas me he reconocido y me he encontrado. Todas llevamos en nuestro inconsciente el arquetipo de la mujer guerrera. Todas, todes y todos necesitamos identificarnos con una mujer o madre luchadora.
Cuando digo que las encapuchadas son nuestras heroínas contemporáneas y dignas de ser, nuestra modelo que seguir, es porque son ellas las que están luchando, dirigiendo y definiendo su rol, son ellas las que proyectan su imagen, de cómo quieren verse y cómo quieren que se las vea. No hay hombres dirigiéndolas o dictando cómo deben desenvolverse, cómo vestirse o qué decir. La heroína como la conocemos a través de la cultura pop es una construcción dirigida por una maquina patriarcal, es lo que nos vende la publicidad, el cine, específicamente en las películas de acción, que solo sirven para promover nuevos estereotipos.
Las encapuchadas chilenas son mujeres luchadoras y reales, nuestras heroínas de carne y hueso. La pequeña capucha magnificó sus cuerpos transformándolas en figuras grandiosas.