LA MÚSICA DEL HIELO | El estruendo en la música del poeta

El frío y la transparencia del hielo cubren el suelo y el cielo, el viento expande el eco de un glaciar rompiéndose, el estruendo llena el ambiente, el estruendo llena la mente del poeta, se convierte en música que cantan los ancestrales gigantes albugíneos en su fragmentación. Un poemario que se escribió entre Valdivia, Santiago y Ushuaia, allá donde termina el mundo y los hielos comienzan su reino blanco.

Entre las páginas aparece una composición gráfica en blanco y negro, líneas en la superficie del papel que dan cuenta del frágil trazado de las vetas de hielo que acumulan historias, los oídos del vate buscan el lenguaje de los glaciares partidos, las lenguas del hielo le hablan al agua, a la ventisca que con su aullido arrastra el granizo. Tómense un minuto para ver la imagen, sientan el blanco.

Las lenguas del hielo le hablan al agua, a la ventisca que con su aullido arrastra el granizo.

Se habla también de la contingencia, por un lado de la crisis migratoria, por otro la crisis climática; a través de la contemplación del alba nacen versos de náufragos migrantes, personas a la deriva que se aferran a tablas en gélidas aguas, la imagen se congela en la retina del espectador, como la foto de un niño que muere en la frontera. “Nuestra música no abraza / la melodía del grito, un cuerpo extranjero / muere / sobre el hielo”, escribe Guido.

La música cambia de tono, dice Arroyo con ironía: “China estaría dispuesta / a fabricar glaciares / para mejorar / su huella de carbono.” es parte de las reflexiones que se acercan al calentamiento global, una forma de entender el péndulo de la historia, pues se abre el texto hablando de la glaciación, luego se da paso a la actual crisis climática, a los granizos tras la falla de Chernóbil, al desprendimiento de bloques de hielo que son más grandes que la soledad de un hombre que se acerca a un irrepetible copo de nieve buscando explicación en las moléculas de agua que forman los cristales congelados, buscando las palabras que transmitan la música del desierto más inhóspito del planeta, el desierto helado, al páramo blanco que limita con Chile.

Editorial Cuneta nos entrega un volumen que se disfruta en los versos breves, en la prosa poética, en el espacio cedido al blanco que permite pensar y sentir las frases que hábilmente hilvana Guido Arroyo.

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