El miedo es el sentimiento de inquietud ante peligros reales o imaginarios. Es una definición de diccionario y, durante la presentación de Miedo en el teatro Nescafé de las Artes, Albert Pla se hace cargo de todo el espectro de esta palabra. La audiencia, que sabe que el peligro no es real, no puede eludir sentir la inquietud. Funciones hasta el 26 de mayo.
“El escenario sigue el movimiento pendular induciendo la ilusión de realidad del movimiento”
Miedo cuenta con escenario de varias capas concéntricas sobre las que se proyecta un indumentaria milimétricamente diseñada para interactuar con el único actor –Albert Pla- en escena. En un momento arrastra una caja y se proyecta un cofre, entonces Pla arrastra un cofre. Luego, cuando el entorno cambia y pasa a ser un parque, en el borde superior de esta caja se proyecta un columpio, y a los pies del actor y cantante se extiende el parque en dirección al público. Luego Pla se sube al mencionado columpio y el escenario sigue el movimiento pendular induciendo la ilusión de realidad del movimiento.
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La trama sigue las etapas del desarrollo de un niño que expresa su temor a la muñeca que debe llevar al parque, a sus padres, a los rincones oscuros de su casa que le susurran cosas. Con metamorfosis del espacio arquitectónico que bien pueden recordar La Casa Lobo, los colmillos de la morada del niño lo amenazan, y él es el paranoico en la boca del lobo. Entonces su muñeca le dice “Canta, canta, no dejes de cantar / Si dejas de cantar te morirás” y el niño Pla canta. Y crece.
El niño miedoso entra a relacionarse de mejor manera con el mundo, al que acepta por ser toda la realidad que conoce. Papás armados, países en guerra. Algo de justificación tenía la paranoia que presentaba. Pla recibe su fusil y es enviado a asesinar a los niños que tuvieron la suerte de nacer al otro lado de la frontera. Es un mundo horrible y la vez tan cotidiano que no inquieta. Lo que sí pondrá a prueba a la audiencia es la interrupción a mitad de la función.
El meta miedo
Bien se dice que Pla infunde un aire bufonesco a sus creaciones y en Miedo ese recurso es usado para distender el ambiente, que a ratos se satura con el estruendo de las proyecciones sonoras. El mayor ejemplo de este estruendo es una secuencia de un tenedor raspándose contra un plato de cerámica, con el sonido amplificado, maximizado. La tensión generó en la audiencia del estreno varios oídos cubiertos con las manos y algunas personas que dejaron la sala y no volvieron.
La esto le sigue un silencio acompañado de oscuridad total. Y luego uno o dos segundos donde se proyecta una imagen horrible y sangrienta. Miedo a través de la sorpresa, dice Pla. Vuelve la imagen horrible y sangrienta por otros dos segundos y esta vez la reacción es más moderada. Pla lo sabe, lo comenta con el público y nacen algunas risas. Es un juego, la audiencia sabe que ninguna amenaza en la sala es real y sin embargo acaba de experimentar el miedo.
A lo anterior se suma que hay una indolencia que se discute de manera sutil a lo largo de la obra. La tensión que genera la falta de empatía de la audiencia con el protagonista, al cuestionar repetidamente las raíces de sus miedos, es sintomático de sociedades que no viven los conflictos bélicos y ni siquiera opinan sobre los que están en curso. La contemplación que no involucra a la audiencia se convierte en mera expectación. Así la morbosidad se presenta, y también la fascinación ante lo ominoso, lo oscuro que tiene belleza. Y a través de sus canciones, Pla logra acercar al público al espectro emotivo del protagonista.
El humor y el arte como sanación se presentan como alternativas a los horrores que entrega el mundo. Con el tiempo el protagonista se acerca hacia el final de su vida y debe enfrentar su miedo a la muerte y todo lo que hay después. O la nada que hay después, no sabe. No saber también le da miedo. ¿Y a quién no? La lectura que hace Pla de estas situaciones provoca risas. Una reacción totalmente contraria a la de la interrupción de la mitad, y si bien la risa puede ser una respuesta histérica ante el miedo, en este caso es porque la reflexión que desarrolló el artista en torno a las formas en que la inquietud atraviesa la cuarta pared está muy bien lograda. Y la emocionalidad entre el miedo y la risa péndula entre el público y el escenario como en su momento lo hiciera el columpio del niño Pla.
Miedo tiene detallados trabajos visuales de Nueveojos, y se presenta con canciones de Albert Pla y Raül “Refree” bajo la dirección de Pepe Miravete en el teatro Nescafé de las Artes en solo 8 funciones de jueves a domingo hasta el 26 de mayo.