El punto de partida de esta exposición es una investigación relacionada con piezas arqueológicas que fueron tomadas de su lugar original y viajaron a diferentes instituciones al rededor del mundo, para exhibirse como un emblema de poder. Desde esta perspectiva, la artista recopiló una gran cantidad de imágenes heteróclitas de piezas antiguas que posteriormente se plegaron y tejieron juntas en ejercicios de taller que involucraron a varias personas. Al igual que las numerosas manos atrapadas en gestos repetitivos en los talleres, las imágenes son importantes cuando se abordan en su totalidad y unidad.
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Son un tipo de telas remedadas que solo son posibles a través de un trabajo colaborativo en el que se hace eco a las prácticas diarias y a la interacción social involucrada en el complejo proceso de reconstrucción. Estas pieles, con sus diversos pliegues y aspectos contingentes, son el lugar de las fisuras y las huellas que dan testimonio de la memoria. El nacionalismo requiere la elaboración de un pasado remoto real o inventado. Este trabajo en papel considera cómo se manipulan los datos arqueológicos y la música con fines nacionalistas, y se analiza la relación de la arqueología con la construcción de la nación. Los usos políticos de la arqueología también se revisan para la construcción y articulación de la identidad.