Matucana 100 parte el 2018 con una potente muestra de arte latinoamericano, Hoffmann’s house: los nuevos sensibles.
50 artistas chilenos exponen sus miradas materializadas en obras interviniendo un primer espacio interior que son dos mediaguas, además del segundo espacio interior que sería el mismo galpón de Matucana 100. La muestra además nos sorprende con una vasta selección de videoarte latinoamericano.
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La presencia de las viviendas precarias de emergencia en la sala viene del propio origen de Hoffmann’s house en 1999, cuando los artistas Rodrigo Vergara y José Pablo Díaz utilizaron este tipo de espacio como una reinvención de la galería de arte. Proponiendo nuevas miradas (nuevas sensibilidades) de artistas emergentes al margen del circuito tradicional de arte en nuestro país.
Una de las obras que recibe el recorrido es Si lo puedo hacer aquí, lo haré en cualquier parte (2006), que consta de una serie de dibujos que fueron realizados por setenta artistas sobre una hoja de postulación para abrir una cuenta corriente en el Banco de Chile. Con diversas técnicas vemos plasmadas imágenes relacionadas a la conexión de la política chilena y el banco (Corrupción y Pinochet incluidos) hasta obras personales que aprovecharon este medio como una forma de publicidad y visibilidad. Cabe destacar el concepto de repetición, de copia y original tan usados en la burocracia y que además forman parte de las mismas propiedades físicas del papel auto-copiativo del documento.
En la sala de proyección se encuentran las piezas audiovisuales de 19 artistas latinoamericanos, lo que expande la mirada de Hoffmann’s House al resto del continente, de ahí viene el juego del nombre de esta selección de videos, The bolivarian dream, y la imagen del prócer latinoamericano. Los videos en su mayoría poseen una duración bastante considerable, por lo que poder verlos todos es una experiencia casi cinematográfica, sin embargo cada uno se distancia notoriamente del otro creando un conjunto heterogéneo de miradas.
Algunos ejemplos son, Luna con dormilones (2013) de Pablo Uribe, en el que una especie de presentador televisivo del clima intenta traducir de manera oral cuestiones propias del lenguaje visual, todo esto señalando a un fondo de color plano. La mezcla de temáticas propias de la pintura del siglo XIX, específicamente del género del paisaje, con las descripciones climáticas del territorio resulta delirante al solo expresarse mediante la palabra. Tenemos entonces, la representación de una imagen a través de un nuevo medio, al mismo tiempo que el narrador actúa como un elemento de intermediación.
En After Party (2016) de Andrés Parra, acompañamos a un protagonista no convencional, una drag queen que regresa de fiesta hacia su hogar. Lo que sucede en el trayecto es su proceso inverso de transformación, la metamorfosis del personaje a la persona. Lo que se pensaría que ocurre en la intimidad del hogar, es trasladado al espacio público, al no lugar del transporte público, a esas horas perdidas en el trayecto del punto a al punto b.
Fantasma (2015) de Leticia Obeid, nos muestra tres escenas amorosas extraídas del film “The Philadelphia story”. La artista aprovecha el carácter fragmentario del montaje para superponer cada escena en diferentes idiomas, enfrentando el doblaje al español y el inglés original, enfatizando de esta manera los problemas de comunicación y de traducción entre las parejas que expone la película.
Volviendo al espacio principal, una de las obras que definitivamente se toma el espacio visual por su monumentalidad es Las uvas y el viento (2008), estas ramas que cruzan el galpón de forma horizontal y vertical se encuentran suspendidas del piso como si el momento de colisión hubiese sido congelado. Esta pieza se remite al año 2008 y fue realizada en el espacio La Capella de Barcelona (iglesia del siglo XV). La instalación de las ramas fue realizada con los restos de las podas que se realizan cada año en Cataluña antes de comenzar el invierno. Lo que vemos en Matucana 100 es una reformulación, actualizada de esta obra, donde se mezclan piezas audiovisuales, la instalación y el arte sonoro. De estas imponentes construcciones de ramas cuelgan auriculares que permiten al espectador aislarse del sonido que produce artificialmente la estructura, a través de mini parlantes escuchamos el sonido del cantar de unos pájaros. De los auriculares se reproduce el disco “Todos Viven Lejos 2”.
En el espacio de las mediaguas es donde los artistas chilenos se reúnen con el fin de intervenir este espacio a través de diferentes técnicas y operaciones visuales. Tenemos por ejemplo a la artista Francisca Sánchez que posiciona un objeto escultórico en el centro de ambas viviendas, una especie de codo de cemento que emerge del piso. Esta forma orgánica parece entrar en conflicto con la estructura recta de la arquitectura. Cristian Silva escribe sobre la fachada En esta casa no hay nada/ No hay comida en esta casa, enfatizando el origen precario y social para el que fueron concebidas estas viviendas. Nicolás Orellana crea una especie de parásitos que se cuelgan de la estructura, utilizando materiales como señaléticas y volcometal.
Finalmente, Hoffmann’s house sigue trabajando en los ideales u operaciones con los que partió por allá en los 90s, esta exposición es ejemplo de aquello. Un variopinto conjunto de opiniones, relaciones, experiencias, diálogos entre obra, medio y mensaje. Todo esto contenido en la precariedad de una vivienda de emergencia.