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Era 1988 cuando un grupo de amigos soñó con dar forma al Museo de Arte Moderno de Chiloé. Era sólo una utopía, y sin embargo hoy el MAM celebra su 30° aniversario con una exposición anual donde participan importantes artistas, junto a Nadie, muestra de videoarte curada por Adonay Bermúdez, con realizadores chilenos y extranjeros, sumándose a los más de 500 artistas que han pasado por estas salas.

Un recorrido que abre Jorge Tacla, residente en Estados Unidos desde 1981, con acontecimientos que lo han marcado en ambos mundos, como son el 11 de septiembre de 1973 en Chile y en Nueva York el 2001. Duros atentados a la integridad moral y física, interpretados en Error de Gravedad y en las series Identidades Ocultas y Señal de Abandono, como un ejercicio introspectivo donde entrelaza memoria personal y colectiva, algo que parte en un hecho noticioso y termina en una experiencia creativa que el mismo explica: “Lo que uno ve en las telas son los traumas y la locura de la condición humana. La materialidad de estos trabajos refieren a nuestra propia materia”. Tesitura que se complementa al utilizar pintura al óleo mezclada con cera fría, pudiendo así generar una superficie similar a una piel que alevosamente se distorsiona, se engrifa y pone en jaque a quien la mira, ya que es como si tocáse la devastación.

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¡MAM de Chiloé cumple 30 años!

Con un ensayo en torno a los nuevos modos de encarar la pintura mural, aparece Ignacio Gumucio, con su Breve historia del sur de Chile Murales sin moraleja, donde durante 7 días en una acción probabilística de acierto y error, pinta varios murales sucesivos en látex, los que tras ser exhibidos y debidamente registrados serán borrados, haciendo del muro un palimpsesto que puede indefinidamente pintarse. Tomando la posición contraria Natalia Babarovic, hace del racconto una semblanza visual basada en una fotografía hallada en la revista Storia Illustrata, que muestra un viudo gitano quemando la carpa de su esposa, reina en un ritual funerario, recreado a partir de imágenes determinadas por lo histórico, en una permanente reflexión sobre un paisaje emocional, poniendo especial énfasis en la mancha. Un elemento basal entre figura y fondo muy representativo de esta artista. En ese mismo tenor, Nicolás Franco hace de La Sábana, un sudario donde se confrontan dolor, violencia, reparación y justicia, cuatro coyunturales ejes que al testimoniar las atrocidades de la dictadura, dan paso a una intervención que se sitúa entre la reflexión y la elegía.

Situada lejos del doloroso remanente Norma Ramírez en cambio, presenta una obra donde memoria, historia y olvido, se insinúan desde lo corpóreo como un hecho palpable dentro de un trabajo de indagación silencioso e intimista en el cual activa su fibra más sensible.

Héctor León, en cambio con El Gabinete del Perro Blanco, un políptico de 15 pinturas clavadas al muro, decide rearmar el espacio compositivo dejando entrever aquello que al autor se le repite cual asignatura pendiente, venida tanto de la pintura de otros, como de aquello que íntimamente lo provoca: “Para ello debí deformar mi propia realidad y desde ahí iniciar el relato sin palabras que ven hoy”. En ese mismo tránsito de recomponer y recrear surge El constante auto remixeo de la naturaleza de Mario Z, pieza sonora experimental (site specific) producida en una residencia realizada dos semana antes de esta importante muestra anual.

Así también aparece Más allá del principio del placer de Javier Toro Blum, y la intervención de un mueble mediante cortes geométricos que dislocan su propia geometría, permitiendo que el objeto interactúe desde su nueva posibilidad de relectura. Hecho que Guillermo Grez en Pasacalle, recrea con una pintura sobre el vano de una puerta imaginaria en el cual resuena el eco de la mitología ancestral como un canto de entrecortado desagravio provocado por la acción indiscriminada del hombre sobre Chiloé, y que se representa en la proclama: “Caleuche un mar de tinieblas naufraga el archipiélago del mar de basura”. Visión que de algún modo se suma a la inclemente propuesta de Álvaro Oyarzún en Cuestión de ubicación, serie de pinturas enfermas donde nos insta a ver el hecho pictórico como un síntoma, donde arroja sobre la pulcritud del muro órganos humanos atrofiados y enfermos, los que excediendo su condición clínica o estética, develan un lapidario diagnóstico sobre el virulento estado del arte contemporáneo.

Finalmente tenemos a Nadie, muestra de videoarte curada por Adonay Bermúdez, dejando como tema central la recurrente desvalorización del individuo, a partir de su anulación, cosificación, instrumentalización y pérdida de identidad por parte de una sociedad que fagocita a sus miembros, muchos de ellos víctimas involuntarias de su feroz indiferencia, misma que te caratula como un Nadie. Injusta denominación en el que giran los videos de Claudia Joskowicz de Bolivia con Some Dead Don’tMake a Sound, Patricia Bueno de Perú con La avería de lo cotidiano II, los españoles Sergio Belinchón con Metrópolis V2 y Eduardo Caballero con Mi nombre es, y los chilenos Bárbara Oettinger con Lejos es aquí, Enrique Ramírez con Travel-ling, y Juan Castillo con Ritos de paso.

Por eso no queda más que festejar este 30 aniversario, junto a todos aquellos que desafiaron la geografía y el aislamiento para llevar adelante este sueño llamado Museo de Arte Moderno de Chiloé (MAM).