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Hilaire Germain Edgar Degas, Nació en París (1834–1917).  Pertenece al movimiento “Impresionista”.

No se entendía a sí mismo como académico, sino como un renovador del arte. Fue hijo de padres italianos y vivió en una familia de la alta burguesía. Cuando joven, acudió a la Escuela de Bellas Artes, donde fue alumno de Ingres. Ahí conoció a Manet, y desde ese entonces comenzaron a estudiar juntos. Descontento, por los resultados artísticos de sus primeros años, Degas descubrió la vida moderna parisina y comenzó a pintar el lado abigarrado de la sociedad y también la vida de la “gente sencilla”.

Sus bailarinas tomaron mucho lugar en la obra del artista. Predominaba la línea sobre el color y se hizo conocer como uno de los mejores coloristas del momento. Sus trazos, entre claros y oscuros, son predominantes en su obra,  se ven los tonos pasteles y jugaba con una gran variedad de colores dentro de la paleta. Detrás de la ligereza de los giros y saltos se vislumbra el trabajo duro de las motivadísimas bailarinas. Durante estos años, el ballet clásico vivía una gran decadencia artística. La gran época de las coreografías románticas ya habían pasado de moda.

Completan la obra de Degas, las 200 obras en grafismos, esculturas, pasteles y cuadros. Nadie se ha dedicado de manera tan obsesiva a la representación de la mujer en el cuarto de baño como Degas. Son mujeres particulares que querían ser retratadas por él. Ellas no encuadran con el ideal de belleza femenina. Son cuerpos auténticos incluso en posturas torpes, pero tampoco posan. Sino que sus curvas son una fotografía de ellas, recién amanecidas. El artista juega con estas mujeres para que el espectador se sienta un observador. Tal son las deformaciones de estas que se volvió una obsesión para el artista; con ellas intentó adoptar nuevas perspectivas sobre el cuerpo femenino.

Sus últimos años los pasó en soledad y falleció a los 83 años.