Skip to main content

“Tenemos arte para no morir con la verdad”

(Friedrich Nietzsche).

Año a año, desde 1950 los mejores exponentes del fotoperiodismo chileno, participan en el Concurso Fotoprensa, instancia que este 2017 celebra su 39 versión en el Centro Nacional de Arte Contemporáneo Cerrillos,  convocando un total de 130 fotógrafos, residentes en Chile y el mundo, quienes enviaron más de dos mil imágenes inéditas que luego de un arduo proceso, seleccionaron 40 proyectos y 174 imágenes, premiadas en categorías de prensa, retrato, personaje, deporte, naturaleza, vida diaria, cultura e internacional, en las modalidades: individual y reportaje. Convirtiéndose en la principal plataforma de la fotografía periodística nacional, transformando el registro noticioso y la instantaneidad de la imagen en obra de arte.

Su mayor hándicap estriba en el hecho de que las imágenes traspasan lo puramente periodístico, dando cuenta de algo que muchas veces es descrito como una revelación que transgrede la jerga de lo cotidiano con un acto que marcó para siempre la existencia de Carolina Barría (35), a quien su ex pareja, en un arrebato de celos le arrancó los ojos en presencia de su hijo de cinco meses. Desquiciamiento que el fotógrafo Cristóbal Olivares transformaría en un retrato que además de convertirse en la Foto del Año, denuncia un acto de imperdonable barbarie, que exuda dolor, pero que desde ya se pliega a ese gigantesco clamor que va de boca en boca gritando – “Ni una menos”.

En un certamen donde además la presencia femenina ha ido ganando terreno incluso en una de sus categorías más clásicas: Prensa (Primer Lugar), evidenciando la polarización de nuestra patria representada en esa joven manifestante enfrentada con un policía antidisturbios en un nuevo aniversario del golpe militar, inmortalizada por Carlos Vera Mansilla, con una visión que supera la contingencia, marcando un precedente de cómo la perspectiva periodística puede lidiar contra la insensibilidad al remecer tanto la fibra sensible de sus protagonistas, como de quien observa, cumpliendo un rol de ambivalencia significativa, que incrementa su emocionalidad al romper esa imagen estereotipada y plana que muchas veces se acostumbra a reproducir en la prensa.

Aunque por encima del sobrecodificado mensaje también existen curiosas imágenes donde el azar y la instantaneidad se unen para plasmar situaciones únicas, como lo sucedido en el centro de sky Cerro Colorado con ese esquiador que al momento de realizar “switch doble”, es captado por el lente de Christian Zapata Martínez junto a un emblemático cóndor. Algo muy distinto a la fotografía de Mariola Guerrero, titulada El último vuelo, que hace referencia a la partida de Patricio Aylwin, pero también haciendo alusión a un gesto técnico realizado por la Presidenta Bachelet, durante el funeral en el que despliega su chaqueta tal cual si fueran a volar.

Ante todo Fotoprensa 17, es una radiografía testimonial que concuerda en gran parte con lo dicho por Rodolfo Guzmán en un escenario radicalmente distinto – “Vivimos de espaldas al mar, de espaldas a la montaña, y a nuestro territorio en general”. Expresión que se hace visible en las categorías: Naturaleza – Reportaje de Andrés Pérez Cuenca, 300 toneladas de sardinas varadas en Toltén, Vida diaria – Reportaje de Luis Hidalgo, y el funeral del Chiko Pelvis integrante de una barra asesinado a tiros frente a sus amigos de la Barra Brava Colocolina.

Si bien, no se trata de mostrar una visualidad resquebrajada y dolorosa, asumámoslo o no, su valía radica en develar ese lado inadvertido de una esencia ligada a eso que Ortega y Gasset llamó –“La conciencia del naufragio”. Calificativo que cobra un sentido sobradamente real, ya que varios de sus protagonistas conviven con la zozobra. Presentando historias con distintos sujetos sociales y distintas orientaciones estéticas, que más allá de cuánto atestigüen esas escenas cargadas de dramatismo, instan al público a reflexionar sobre coyunturales historias de vida, reconstruidas a partir de “l’uomo qualunque”, expresión referida a ese hombre que está en todas partes y que puede aparecer en medio de una Carrera de Galgos, captada por Alejandro Olivares, en un desorientado Viejo Pascuero, inspeccionado por un guardia de seguridad al momento de ingresar a un mall, antes de entregar regalos, captado por Paul Alejandro Plaza Amar, o quizás sea ese manifestante que levanta una barricada en ese Chile – Protesta de Iván Alvarado, que se confunde en la anónima espesura.

Sin duda, uno de los aspectos más prominentes de Fotoprensa 17, es su aproximación a ese sujeto universal proyectado en imágenes dialogantes que hacen que su presencia deje de ser incidental, y se transforme en un referente simbólico, cuya iconicidad excede el registro testimonial, compartiendo el protagonismo con un fotógrafo que crea una óptica prevalente y una crónica que está por sobre las zigzagueantes vivencias, mismas que en conjunto arman un correlato donde transitan tanto procesos locales como hechos globales, evidenciados en esa imagen captada por Nicole Kramm Caifal, que revela como la sequía hace estragos en la etnia wayuu, el pueblo indígena más numeroso de Colombia o esas tomas de la tradicional Fiesta de la Cruz de Mayo, en el poblado andino de Socoroma, ubicado en la región de Arica y Parinacota registrada por Rodrigo Villalón Ardisoni, visión absolutamente contrapuesta a esa mujer que posa recostada en su puesto de pollos, tal cual como si fuese parte de la robusta oferta, inmortalizada por Daniela Luksic Salas en el barrio de Belén en la pintoresca ciudad de Iquitos al noreste de Perú.

Por tanto, lo que más sobresale de Fotoprensa 17, es que cada fotografía representa una historia de vida, que por el simple hecho de visibilizar a ese desconocido ser humano, crea – sin siquiera sospecharlo- un estrecho vínculo con el visitante, reflotando esa historia que lleva grabada en su inconsciente como un espejo secreto donde cada cual puede eventualmente reflejarse.