Marcada por el destino, esta artista oriunda de Cracovia se instala en el lugar más seco del mundo y hace florecer el desierto no sólo con su fructífera obra, sino con su inclaudicable gestión cultural.
El tiempo es dulcemente sacudido por la marea. Lo que parece una alegoría, son centenares de relojes que como menudas constelaciones un día decidieron desovar en las playas de Nercón, como parte de una instalación llamada Cultivo de tiempo, desplegada durante la expo anual del Museo de Arte Moderno de Chiloé (MAM), cerrando la segunda etapa del proyecto realizado dentro del colectivo artístico Se Vende 3 + Juan Castillo, dirigido por la artista visual Dagmara Wyskiel, quien hizo aparecer y desaparecer, gracias a la lógica del mar, al tiempo. Hecho que ya había cobrado vida en su fase inicial cuando instaló sus relojes flotantes en los espacios públicos de Antofagasta, ciudad en que reside hace 15 años y desde donde no sólo ha desarrollado su tesis doctoral, sino que ha propiciado la actividad cultural en la región, junto a otros artistas locales, erigiéndose como el ariete que pretende echar abajo la apatía imperante en la zona. Tanto así, que bajo su tutela en agosto pasado se realizó la 4° versión de la Semana de Arte Contemporáneo de Antofagasta (SACO) en el Parque Cultural Huanchaca, ex refinería de plata de fines del siglo XIX reuniendo a curadores, investigadores y artistas que discutieron sobre la educación informal.
En consonancia con el texto “Lectura no obligatoria” de su compatriota, Nobel de Literatura, Wislawa Szymborska: “No es suficiente con que giremos junto a la Tierra alrededor de su eje; no basta con dar vueltas laboriosamente, año tras año, alrededor del Sol; ni siquiera es tocado, volemos a toda velocidad hacia quién sabe dónde. Además de esa extraña deriva, el suelo que pisamos se encuentra en constante movimiento”.
Palabras premonitorias para el periplo de Dagmara, quien ha desarrollado una trayectoria cargada de referencias a diversos lugares donde ha hecho estación, como lo expuesto en Verde profundo, una colección de imágenes digitales realizadas a base de material fotográfico proveniente del sur de Perú (Cañón Colca, Arequipa y Lago Titicaca), que forma parte de la investigación sobre los supuestos límites entre las diferentes ramas de las artes visuales. Con este trabajo digital recaba el alma de Latinoamérica profunda al descontextualizar las imágenes quitándoles la impronta documental y resignificándolas hacia los valores más universales. Cuestión que se hace extensiva a laperfomance titulada Qué hago yo con tanta memoria, donde la artista alterna en una especie de cameo con su condición de inmigrante, que no desdeña de su origen sino muy por el contrario, tal como se pudo apreciar en la instalación objetual inaugurada en el Museo de Arte Contemporáneo un 3 de mayo, Día de la Constitución de Polonia y cuyo nombre Polonus Populus fue inspirado en cómo Juan Pablo II se dirigía al pueblo polaco en sus cartas apostólicas: “Ad perpetuam rei memoriam – Polonus Populus”. Así, con una banda plástica transparente de 37 centímetros de alto y 300 metros de largo, Wyskiel construyó un sinuoso laberinto pintado de rojo y blanco en el cual el visitante pudo experimentar los periodos de guerra y paz vividos entre los años 966 al 2012 por el pueblo polaco.
Proclive a los desafíos esta Master en Arte de la Universidad de Bellas Artes de Cracovia es seducida por el aura del desierto y por la urgencia de generar espacios artísticos en tan lejanos confines. En su labor de gestora cultural creó la escuela sin escuela, las cápsulas de formación, el colectivo artístico SE VENDE Plataforma Móvil de Arte Contemporáneo y el centro de residencias “El Lugar Más Seco del Mundo”, propiciando un inmejorable trabajo de extensión. Junto a esto, en 2009 participó en VIII Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Siberia. En 2012 fue uno de los cuatro artistas seleccionados de Chile en el Olympic Fine Arts Beijing, con una pintura inspirada en los 100 metros planos, lo que la hizo acreedora a una antorcha y un diploma por su aporte artístico al desarrollo del espíritu deportivo. Ese mismo año participó, además, en la 3ª Bienal Ars Polonia y en 2013 en la 5ª Bienal de Moscú.
Si bien su trabajo posee fuertes elementos distintivos que la anclan a lugares que hace propios, ya sea por consecuencia o adopción, no se encasilla y va en busca de formatos y soportes capaces de enriquecer una obra que transita sin empacho de la pintura a la fotografía y del video a lo conceptual con perfomances e instalaciones que sin querer alcanzan una magnitud insospechada, del momento en que en noviembre de 2013 arrojó con su imaginario palo de golf una gigantesca pelota que rueda rauda por el desierto de Atacama, desde el oasis de Quillagua y el “Valle de los Meteoritos”, para luego trepar al observatorio astronómico ALMA a 5 mil metros de altura, desafiando no sólo a esas inmutables parabólicas, sino a cuatrocientos mil millones de galaxias y a otros miles de parpadeantes estrellas. Para finalmente cimbrarse en las aguas de Valparaíso, en el marco del Festival Puerto de Ideas 2015.
Se espera que todo este registro de Juego Mixto llegue a Londres en febrero del 2016, para concluir su peregrinaje en Santiago, en mayo en el MAC Quinta Normal, cerrando el ciclo de la intervención y/o reivindicación histórica que se propuso Wyskiel, al hacer un contrapunto a través de esta pelota que simboliza al deporte del dominador inglés por sobre el modesto pampino: por eso partió en el corazón del desierto y pretende concluir en un sitio cercano al Big Ben, iniciativa que por si fuera poco contempla tres videos, cada cual con su línea de sonido, que paulatinamente se van fusionando con esta gigante pelota inflable de 12 metros de diámetro y dos toneladas de peso. Capaz de resignificar tanto el paisaje, como aquellos insondables paradigmas, ya sea desde lo cotidiano o como una subrepticia metáfora que desafía la realidad.