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De cabello blanco, ropa terrosa y temerosa preguntó: ¿Puedo entrar?… “¡Sí! Pase, pase, bienvenida” respondieron los chicos de la entrada. Se sorprendió tanto, que como dicen sonrió de oreja a oreja, y ella, de aproximadamente 70 años entró, como una niña emocionada hasta tropezó. Entonces supe que era un buen lugar. El chimkowe, que significa “lugar de encuentro” no proviene exactamente del mapudungun, es más bien, probablemente, una fusión lingüística, considerando que Peñalolen es una de las comunas con mayor población de origen mapuche.

Entre la butaca y la cancha central hay capacidad para 4500 personas. Estaba lleno. Antes de comenzar el espectáculo el público ya se había conocido y de cierta forma, abrazado. En una pantalla gigante, por la que luego transmitirían el show para quienes estaban más atrás, en un inicio mostraron los rostros de los asistentes, en su mayoría niños, que tras la impresión de verse a sí mismos saludaban, tiraban besos, sonreían y celebraban, causando ternura y risas hasta que llegó a la pantalla una bandera mapuche, entonces el abrazo se hizo más fuerte y en las paredes retumbaban cantos de protestas.

Comenzó, los aplausos no se hicieron esperar para Inti Illimani histórico y la gran escenografía tras sus espaldas, sería injusto decir que solo los niños se sorprendieron, muchos rostros maduros anonadados, muchas sonrisas adultas al descubierto. Suena El mercado testaccio, una casa de colores y sobre ella una calaca en el centro, molinos de papel y flores entre ellos, entonces entra Malè, la pequeña niña haitiana manejada por el elenco de la compañía teatral La Mona Ilustre. Cuelgan los banderines de colores, las gaviotas toman vida, o al menos movimiento, y las luces armonizan y contentan el lugar durante todo el espectáculo dependiendo de la canción.

Fue en el año 2010 cuando el grupo musical lanzó el disco Travesuras, que traducido al créole toma el nombre de la pequeña: Malè. Ritmos alegres, latinoamericanos y letras infantiles caracterizaban al nuevo disco, que por suerte fue escuchado por Paula Barraza, directora de la obra y que desde ese instante pensó en el proyecto, con la intención de acercar a los niños a la catarsis que la música logra en un concierto. Mi mamá y mi papá, Quinteto del tren y Drume negrita fueron algunos de los temas que conmovieron y lograron zarandear los pies y manos del público.

Lúdico, los pequeños se comienzan a acercar de apoco, y es que cómo no, debo admitir que sentí envidia de tener un padre, madre o abuelo/a que te lleve de la mano hasta el borde del escenario, donde las coloridas y fluctuantes marionetas se mezclaban entre los músicos y entre ellas mismas. Figuras gigantes, con trazos gruesos y colores vibrantes, graciosas, escurridizas y ¡generosas! Entre el pez Diablo negro, que de negro no tenía nada, y el pájaro inspirado en alebrijes mexicanos, intercambiaban sus patas mientras volaban y saltaban por el escenario.

Horacio Duran toma el micrófono y refiriéndose a Malè conversa con el público: Explica que ella no es de aquí, que está muy lejos de su hogar, y que como a ella, es importante recibir a quienes llegan, recibirlos con amor y cuidarlos. Gracias.

En medio del show y con un ritmo dulce y emotivo, la calaca baja de la gran estructura y se da cuenta que cada vez que toca algo, ese algo se detiene, ya sea el molino o la misma música. Con aflicción ella toca su corazón, porque a pesar de ser un esqueleto tiene uno, entonces tiene pena, sus largas manos pasan por debajo de los huecos donde irían sus ojos, se sienta en el borde del escenario y con su vestido trata de limpiar sus lagrimas. Las risas se detienen, porque la tristeza se traslada a la butaca. Entonces llega Malè, la recoge y juntas se van de paseo, donde la alegría vuelve a tomarse el espacio tras divertidas sombras chinescas. La pequeña se divierte con la muerte, no hay porque temerle, si es incluso hasta buena bailarina, no se va del escenario sin antes tomar de la mano a Horacio, acariciarle su espalda y danzar.

El concierto está por finalizar, ya va un poco más de una hora y entonces comienza a sonar… Es que cómo no iba a sonar, tan esperada y aclamada: El pueblo unido. Cómo describir ese momento, aquí voy. Los pequeños alzan sus pañuelos de colores mientras los adultos sus puños izquierdos, la luz torna el escenario color rojo puro y las voces de Inti Illimani son abrigadas con el fuerte clamor de sus oyentes, ahora comparsa: “¡El pueblo unido jamás será vencido!” Frente a mí, una madre y sus hijas adolescentes levantan sus puños, a mi izquierda un hombre de unos 40 años limpia las lagrimas que caen por su rostro. La última canción acaba y frente a nosotros, el elenco completo se despide, y para ellos todos nos ponemos de pie, porque no hay otra forma de aplaudir a tan potente presentación, de celebrar esa sensación y aunque suene cliché, la unión.

Nos levantamos de nuestros asientos, los cánticos de las manifestaciones continúan el espectáculo y las miradas que se cruzan son ahora distintas, son cercanas y acogedoras. Y debo reconocer que aunque haya intentado, con todas mis herramientas, expresar lo divertido y emocionante que fue esta oportunidad, no hay palabras que lleguen a describir lo que es estar allí. Un espectáculo digno de recorrer el país, merecedor de todos los espacios que podría ocupar y elaborado para toda la familia.

FICHA ARTÍSTICA
Dirección: Miguel Bregante y Paula Barraza
Dramaturgia: La Mona Ilustre
Elenco: Isidora Robeson, Paula Barraza Diego Hinojosa, Santiago Valenzuela, Adriana Sanhueza
Música en vivo: Inti Illimani Histórico. José Seves, Horacio Durán, Horacio Salinas, Danilo Donoso, Fernando Julio, Camilo Salinas, Hermes Villalobos
Diseño integral: Eduardo Jiménez
Diseño de vestuario: Katiuska Valenzuela
Realización de escenografía: Carlos Rivera
Realización de utilerías y marionetas: Eduardo Jiménez, Odile Pothier, Lucía Puime
Producción: Santiago Valenzuela

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Of white hair, fearful and earthy clothes asked: Can I come in?… “yes! of course, welcome” answered the boys in the entrance. She was so surprised that, as it is said, she smiled from ear to ear, and she, who is about 70 years old entered as an exctied child, she even tripped. Then I knew that it was a good place. The chimkowe, which means “meeting place” does not come from Mapudungun exactly, it is rather probably a linguistic mixture, considering that Peñalolen is one of the communes with the most Mapuche origin people.

Between the seat and the central court there is a capacity for 4500 people. It was full. Before the show started the audience had already met and, in a way, embraced each other. On a giant screen, through which they would later transmit the show to those further back, they showed the faces of the audience, mostly children, who, after the impression of seeing themselves, greeted, kissed, smiled and celebrated, causing tenderness and laughter until a Mapuche flag reached the screen, then the hug became stronger and protest songs echoed on the walls.

It began, the applause was not long in coming for the historic Inti Illimani and the great scenery behind its back, it would be unfair to say that only the children were surprised, many mature faces stunned, many adult smiles uncovered. The testaccio market sounds, a colorful house and above it a calaca in the center, paper mills and flowers among them, then Malè enters, the little Haitian girl managed by the cast of the theater company La Mona Ilustre. The colored flags hang, the seagulls come alive, or at least move, and the lights harmonize and content the place throughout the show depending on the song that is played.

It was in 2010 when the band released the album Travesuras, which translated into Creole takes the name of the little girl: Malè. Joyful rhythms, Latin American and children’s lyrics characterized the new album, which fortunately was heard by Paula Barraza, director of the work and who from that moment thought of the project, with the intention of bringing children to the catharsis that music achieves in a concert. My mom and dad, Quinteto del tren and Drume negrita were some of the songs that moved and managed to shake the feet and hands of the audience.

Playful, the little ones begin to come close, and of course, I must admit that I was envious of having a father, mother or grandfather holding your hand on the edge of the stage, where the colorful and fluctuating puppets mixed among the musicians and among themselves. Giant figures, with thick strokes and vibrant colors, funny, elusive and generous! Between the black Diablo fish, which had nothing in black, and the bird inspired by Mexican alebrijes, they exchanged their legs as they flew and jumped around the stage.

Horacio Duran takes the microphone and referring to Malè talks to the audience: He explains that she is not from here, that she is very far from her home, and that like her, it is important to receive those who come, to welcome them with love and to take care of them. Thank you.

In the middle of the show and with a sweet and emotional rhythm, the calaca comes down from the big structure and she realizes that every time she plays something, that something stops, either the mill or the music itself. With grief she touches her heart, because in spite of being a skeleton she has one, so she is sad, her long hands pass under the holes where her eyes would go, she sits on the edge of the stage and with her dress she tries to wipe her tears. The laughter stops, because the sadness moves to the seat. Then Malè arrives, picks her up and together they go for a walk, where joy takes up the space again behind amusing Chinese shadows. The little girl is amused by death, there is no reason to fear it, if she is even a good dancer, she does not leave the stage without first taking Horacio by the hand, caressing his back and dancing.

The concert is about to end, it’s been a little over an hour and then it starts to sound… How could it not sound, so expected and acclaimed: The people united. How to describe that moment, here I go. The little ones raise their colored handkerchiefs while the adults raise their left fists, the light turns the stage pure red and the voices of Inti Illimani are warm with the strong clamor of their listeners, now she shares: “The united people will never be defeated!” In front of me, a mother and her teenage daughters raise their fists, to my left a man in his forties wipes the tears falling from his face. The last song ends and in front of us, the whole cast bids farewell, and for them we all stand, because there is no other way to applaud such a powerful performance, to celebrate that feeling and even if it sounds cliché, the union.

We get up from our seats, the chants of the demonstrations continue the show and the looks that cross are now different, they are close and welcoming. And I must admit that although I have tried, with all my tools, to express how fun and exciting this opportunity was, there are no words that can describe what it is like to be there. A show worthy of touring the country, worthy of all the spaces it could occupy and elaborated for the whole family.

ARTISTIC SHEET
Director: Miguel Bregante and Paula Barraza
Dramaturgy: La Mona Ilustre
Cast: Isidora Robeson, Paula Barraza Diego Hinojosa, Santiago Valenzuela, Adriana Sanhueza
Alive Music: Inti Illimani Histórico. José Seves, Horacio Durán, Horacio Salinas, Danilo Donoso, Fernando Julio, Camilo Salinas, Hermes Villalobos
Integral Designer: Eduardo Jiménez
Costume Designer: Katiuska Valenzuela
Stage creator: Carlos Rivera
Puppets and props creator: Eduardo Jiménez, Odile Pothier, Lucía Puime
Producer: Santiago Valenzuela[:]