Perú | Fotografía | Patricia Arena

La fotografía más allá de lo aparente

Desde Perú, Patricia Arena ha compuesto una fotografía que aborda el espacio desde una perspectiva étnica y, también, arquitectónica. Alejada del artificio, la propuesta de Arena nos remonta hacia cierto paradigma donde todo se transforma en vivir un ver constante.

Su fotografía, que tensiona lo étnico desde una problemática contemporánea, discursea con texturas, miradas y formas con la figura humana, incluyendo no sólo lo humano, sino el producto de lo que a veces emerge como paisaje, arquitectura, animales o cuerpos que anteceden a cierta forma de ver la vida, que Patricia visualiza trascendental en su obra.

“Lo que vemos es diferente a lo que sabemos, entendemos o sentimos, y a su vez, lo que aprendemos, creemos y confiamos afecta cómo vemos y cómo percibimos. En ese sentido vemos lo que nos dicen nuestras convicciones. En un nivel más profundo no miro una sola cosa, sino la relación entre esa cosa y yo”, señala la artista. Como un manifiesto de la mirada, la fotografía de Arena se sumerge en lo étnico para hablar tanto de aquella riqueza visual como de eso invisible, a veces punzante a primera vista y otras maquillado por las creencias o significaciones occidentales que la globalización ha enmarcado en un debate entre la ética y la estética. La conservación y registro del aquel momento entre el ojo y la luz es la licencia un tanto técnica y también milagrosa de detener el tiempo. Un acto poético entre el acontecer de ese momento y el proceso que lo hace inmortal, plasmando ciertas percepciones y sentidos en un momento y lugar. La fotografía de Patricia Arena es un acto discursivo que juega con el valor de lo acontecido y el rol de rescatar esa memoria en la mirada actual.

En esta serie, realizada en Tanzania, Patricia Arena plantea dos conceptos claves, en lo que ella denomina: “una escultura de luz bidimensional entre tiempo y espacio. La fotografía –prosigue– es un lenguaje que transcribo sobre un pergamino, es un continuum tiempo-espacio plasmado a través de ciertas pulsaciones de textura y de luz, que son muy importantes en mi trabajo”. El contenido de su obra, que si bien se sitúa desde una problemática o perspectiva contemporánea y pone en diálogo ciertos conceptos cruciales para lo actual: “más que el cuerpo (…) porque pudiese ser el cuerpo, es la esencia de ese cuerpo lo que está en mi búsqueda. Su inmanencia. Su presencia. Y su ausencia. Su desnudez interior. La que se revela muchas veces a través de los ojos, de las manos, de los pliegues de la piel, de mi intuición por observar esa riqueza más allá de lo evidente”, comenta Patricia Arena.

Parte de su viaje a Tanzania pernoctó en una cabaña en la copa de un baobab milenario desde donde subía con sogas para que los leones no se trepen de noche. Patricia estuvo en el Cráter de Ngorongoro, una de las calderas volcánicas más grandes del mundo, lugar predilecto por los fotógrafos que buscan ciertos atisbos mágicos que la naturaleza y el paisaje le pueda brindar a la mirada. Allí, Patricia convivió con el rosa de los flamencos, los imponentes rinocerontes blancos y negros en vía de extinción y la sensualidad de los leopardos, en una simbiosis estética y experiencial que devino en la fotografía: “Al estar allá percibí un equilibrio ecológico más allá de la voluntad humana. En la Garganta de Olduvai estuve en un yacimiento paleontológico con restos primitivos de homo sapiens; asimismo, en el Serengueti con su sinfín de planicies, acacias maravillosas y el nacimiento del silencio bajo sus ramas”, explica.

Pero su interés iba más allá. Una tribu noble, llamada Maasai, cautivó una investigación visual que transitaba por el paisaje y el espacio pero que tenía su punto de fuga vivencial en el cuerpo y en la lengua Maa, en las prácticas con el fuego, en la fauna, en los encuentros y en las miradas. “Esos cuerpos ágiles, valientes, balanceados, se conjugaban con una acción nómade, con un vivir en armonía con aquel mundo salvaje, entre la carne y la sangre, cazando, pastoreando, o en un gesto calmo como testigo del momento. No tenía otra forma de comunicarme con ellos, sino a través de los ojos”, comenta la fotógrafa. Lo que Patricia realizó –a través de la luz y la textura que fue entrelazando– fue una fotografía con esa historia en desarrollo, guardando un testimonio de aquel momento que fue, y que ya no es en el aquí y el ahora.

Es aquí donde se entrecruza la imagen con lo etnográfico, porque Patricia busca hablar de cierta realidad invisibilizada ante lo que creemos es la mirada. De esta forma, con esta serie fotográfica, y tras su paso por Lima Photo, la artista aborda tanto lo etnográfico en su contenido como la fotografía como técnica de registro; sin ser ninguna por sí sola, sino la sinergia de estos conceptos que ella plasma como un descubrimiento entre lo oculto de la mirada y la memoria de lo ya acontecido. Pero hay algo particular en esta serie que aborda el discurso de lo monocromático para componer su obra, pues como ella señala: “El viaje provocó un descubrimiento interior donde se tornó esencial despojarme de lo aparente y abrazar lo orgánico, lo natural, la tierra, la humildad, la sencillez, ahí surgió mi necesidad de despojarme de lo fabricado, de los colores fuertes, y así crear un libro abierto de fotografías en pergaminos, con texturas diversas en tonos de tierra, entrelazándolos con partituras de violines de Vivaldi, suspendiéndolos en madera natural, dejando su corteza expuesta. Mi sensibilidad expuesta. Permitiendo así, que el polvo, la humedad, el asombro, la mirada y la ternura escribieran su propia historia”.

La obra de Patricia Arena nos remonta a la pregunta que a mediados del siglo XX se hizo Berger y Luckmann sobre la mirada, sobre la construcción de realidades y sobre el sujeto que observa. ¿Qué es lo que observamos, lo que vemos o lo que creemos ver? Es la misma interrogante con que Patricia dialoga con el público en su obra, donde lo trascendental es el sitio de la mirada. En este sentido, su obra no es sólo una revisión sobre lo étnico a través de la fotografía, sino que trabaja ciertas problemáticas de la mirada que tensionan estos conceptos entre el valor humano y la memoria como ejercicio cultural. “La fotografía trata sobre la mirada. Entre ese todo y mi percepción intrínseca de la belleza. Así aparto la superficie y me sumerjo en las capas interiores. Despertando la inconsciencia. Realizando el mismo ejercicio de escribir las ideas como al plasmar la fotografía en un pergamino”, finaliza la artista.

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