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¿Qué hacemos con el dolor?, ¿cómo sobrellevamos nuestros duelos? Puede ser a través de una canción, un recuerdo, una fantasía; lo cierto es que somos capaces de aferrarnos a cualquier elemento a nuestro alcance en el raudo afán humano por cicatrizar. Y es que después de todo final, unos cuantos kilómetros antes de la calma, está la indeseada e insaciable pena que naturalmente nadie quiere habitar. Pero Arelis Uribe lo hace, no huye con anteojeras ni cede ante la presión civil de abandonar la muerte; en su novela Las heridas, captura su tránsito por la pena y el desconsuelo que significan la partida de su padre y el término de una relación que prometía eternidad.

La joven autora chilena ya había incursionado en el género de no ficción con sus primeros libros Quiltras y Que explote todo, ambos recopilatorios de crónicas bien recibidos por la prensa y el público general. Es esta, sin embargo, su primera aventura literaria de mayor extensión y dimensión; un debut que se percibe natural e incluso accidental, dado el carácter de su materia prima y las circunstancias en que fue gestado. La novela entrelaza la historia familiar de su autora frente al fortuito fallecimiento de su padre con las memorias de un amor joven que maduró hasta perecer. Así, y de manera casi inevitable, su lectura resulta en un ejercicio tan catártico como solo puede serlo un registro con esta honestidad sobre dos dolorosas pérdidas y sus respectivos duelos.

“La muerte es la herida que absorbe todas las heridas” recita Arelis Uribe en lo que podría entenderse como la hipótesis de esta obra. Un recuento intenso, nostálgico, íntimo y triste capturado en 112 páginas que se sienten ya empapadas en la pena de su autora; una periodista treintañera cuyo insigne talento para retratar la idiosincrasia de la clase media chilena facilita al lector empatizar y encontrar también sus propios sentires. Aquí la prosa de Uribe es tan fiel como delatora, pues no pierde el tinte ni la personalidad que fortalecen su ya experimentada capacidad narrativa al mismo tiempo que permite palpar como nunca antes la vulnerabilidad y emoción que afirman cada palabra.

Una aventura sensible, cargada de afecto e identidad; las mayores virtudes de Las heridas están en la autenticidad de su historia y emotividad de su narración. Indudablemente, una novela que rescata el duelo y el tránsito humano por la pena como un camino tan complejo como imprescindible para sanar.