Tanya Capriles Brillembourg | La parábola del reconocimiento

La Colección Brillembourg Capriles es una de aquellas excepcionales colecciones que contribuyen a expandir el imaginario mundial sobre el arte latinoamericano. Lograr incidir en el amplio reconocimiento a sus pioneros y en la historia del arte -que suele contarse desde el Norte y de modo hegemónico- requiere haber construido una colección con la coherencia y la fuerza necesarias para renovar su visión. Y esto no sólo implica tener un acervo significativo en términos de cantidad de obras sino que éstas sean reveladoras de un período y/o que permitan nuevas lecturas a la revisión del arte moderno y contemporáneo.

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A lo largo de más de medio siglo, Tanya Capriles Brillemboug, cuyo nombre encarna la más alta filantropía no sólo en las artes plásticas, sino en la intersección entre cultura y transformación social, ha construido una impecable colección de arte latinoamericano que incorpora artistas del mundo entero sin perder el horizonte de sus raíces hispanoamericanas. De su padre,  Miguel Ángel Capriles Ayala, fundador del grupo mediático Capriles, aprendió el valor de dar reconocimiento a quienes lo merecen aunque su propio tiempo les sea adverso. También le enseñó el valor de la libertad y cree –y ha constatado- que la ópera, la danza, y el arte, reafirman la inajenable libertad del espíritu.

En 2013, Intersecting Modernities: Latin American Art from the Brillembourg Capriles Collection, en el Museum of Fine Arts de Houston, Texas, expuso algunos de los mejores Lams, o Tamayos, y Boteros, entre otros maestros, y permitió que los académicos estudiaran a fondo la riqueza de esta maravillosa colección que contínuamente presta sus piezas a museos e instituciones. El Sur Global: visiones y revisiones desde la Colección Brillembourg Capriles (Miami, 2016) incluyó también reconocidos artistas contemporáneos y permitía reconstuir diversas líneas históricas. Por ejemplo, iba de la influencia de Vasarely en el desarrollo de la abstracción geométrica a las intersecciones entre la geometría y las urbes; o de los sueños formales ligados a la utopía del Madí a la relación entre arte geométrico y conceptual en el siglo XXI.

Su colección tiene varias de las obras de grandes dimensiones en papel que Roberto Matta pintó durante su exilio en Nueva York durante la Segunda Guerra Mundial; obras de esa década parisina en la que Diego Rivera indagó en el cubismo buscando representar la cuarta dimensión, una búsqueda clave para su posterior visión de la composición; incluye geométricos tardíamente reconocidos como Sandú Darié, o Loló Soldevilla y María Freire, así como obras de Elías Crespín, Magdalena Fernádez, Alexander Arrechea, entro otros contemporáneos reconocidos, además de artistas emergentes.

¿Coleccionas artistas como William Kentridge o Anish Kapoor, pero la matriz de la colección es una identificación de arte latinoamericano en diálogo con el mundo. Fue una elección consciente?

Me enamoro de una obra de cualquier artista si conmueve mi percepción y mi pensamiento. Inicialmente yo no tenía una visión consciente de esa identificación… Pero tienes una raíz que te amarra a lo que tu subconsciente recuerda, a lo que has vivido, y como cada venezolano tenía en el ADN el arte abstracto.

¿Cuándo decidiste incorporar no sólo maestros sino apoyar la historia en gestación del nuevo arte iberoamericano?

El espacio de exposición Ideobox, creado para incorporar y exhibir artistas nuevos o no suficientemente reconocidos en Miami, me permitió conocer otros artistas y desarrollar proyectos como la exposición sobre abstractos españoles de los 50s y 60s que vivieron en Latinoamérica de paso. Fui ampliando mi visión artística y el entusiasmo por el modo en que artistas de diferentes épocas podían crear obras que dialogan perfectamente.

¿Qué te ha llevado a sostener el esfuerzo por abrir espacio en Miami a obras y artistas no suficientemente conocidos y comprendidos?

Yo creo que hay una satisfacción muy grande cuando apoyas proyectos que honran a esos artistas no suficientemente reconocidos. Recuerdo cuando terminó esa exposición con artistas como Manuel Calvo y otros españoles abstractos, la sensación de haber cumplido con tu deber. Es una satisfacción muy personal la de dar voz y espacio no solamente a los artistas reconocidos. A menudo siento que hay una gran frivolidad cuando se acude a las galerías famosas que exhiben sólo lo reconocido, como a las estanterías de las vitrinas, para ver y dejarse ver. Nos está faltando profundidad para preguntarnos por qué, por mencionar un nombre, hay tantos artistas con obras extraordinarias – como Lydia Okumura por mencionar un nombre- que están todavía en un limbo. Me pregunto si somos los coleccionistas los que hacemos el juego a esa bufonada de volvernos locos por lo que no tiene valor pero está en boga, en lugar de apoyar lo que silenciosa o imperceptiblemente se ha construido con una constancia y un valor admirables.

¿De ese gran legado de la Colección qué te gustaría que conservaran las nuevas generaciones?

Creo que yo tomé de mi padre esa “manía” por dar apoyar al que no tenía apoyo, de ayudar al que no tenía ayuda. Siempre fue un hombre profundo. Creo que el ser humano de hoy en día que vive muy superficialmente, así que desearía que quedara ese legado del arte vinculado a la transformación social y abierto al dar oportunidades.

¿Hacer ver al que no es visto? ¿La oportunidad de estar en contacto con todas las formas de arte?

Ese dar oportunidad  es un legado que no puede morir: hay que dar continuación a través de ese reconocimiento que es una oportunidad tan valiosa cuando no se tiene.

¿Qué ha sido lo más difícil de sortear en tu visión de que el arte puede transformar la sociedad?

La desilusión. Empresas privadas y entidades estatales no reconocen ese poder sanador, transformador, del arte. Recuerdo que tras un concierto en una cárcel los presos expresaron que era la primera vez que se sentían libres y yo pensaba que si hubieran tenido acceso a vincularse a todas las formas de arte no estarían ahí. ¿Tú sabes lo que le cuesta un preso a cada estado al año? ¿Por qué no entendemos que hay que apoyar el arte?

Frente a la pregunta de si cambiaría algo en su trayectoria, Tanya Capriles Brillembourg responde sin dudar un instante, con la misma pasión y coherencia que marcan la totalidad de su vida: “No habría hecho nada distinto”.

REVISTA N° 90

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