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Pablo Ruiz Picasso tenía una frase: “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. Nelson Hernández C. (Punta Arenas, Chile, 1984), reflexiona que su labor artística está más cercana a ese pasaje del célebre artista español que a la noción romántica de lo que suele percibirse como inspiración; ese algo fortuito, una iluminación creativa que llega a cumplir un rol salvador al proceso creativo mismo. “Tiene mucho más que ver con tener una imagen, solo una idea y luego la mayoría del tiempo se trata del trabajo de hormiguita, se trata de estar haciendo la obra”.

El trabajo de este dibujante y pintor -como se define en líneas generales- proviene en un primer momento de la elaboración de ideas, generales y simples, que son la base para luego profundizar. “Basta de repente saber que son dos cuadros, negros, de 1 x 1.20 m y el tema es tal, sin tener todavía la imagen, sin tener todavía nada en particular. Entonces el trabajo duro, el trabajo hormiga que viene a posterior, tiene mucho que ver con hacer para volver a esa idea original. Tratar de encontrar una imagen que funcione y tratar de ejecutarla lo mejor posible”, plantea el artista.

compactadora manual con sopaipilla – oleo sobre tela – 120 x 120 cm

Las últimas pinturas de objetos cotidianos, son de objetos con los que se topa naturalmente en la calle, sin saber con antelación cuáles serán los elegidos para integrar su obra, que luego pasan a evaluarse según esa idea preconcebida. Luego entra el proceso de qué objetos entran en la serie y qué objetos no y por qué, acción que se desarrolla a medida que se desarrolla la obra, y recién ahí entiende sus propias elecciones y motivaciones, por medio del trabajo.

Luego de dedicarse unos años al área de diseño y la docencia, el artista magallánico se decidió a “aprender a dibujar de nuevo”, para lo cual se planteó la meta diaria de hacer un dibujo todos los días. “Me acuerdo que llegué al taller, agarré un lápiz bic e hice un dibujo. Después compré un dominio web, undibujoaldia.cl y me mantuve dibujando durante un año completo”, declara.

Los medios que ocupa y sus técnicas evolucionaron de ese proceso. Lápices bic, acuarelas, óleos y guaché son algunas de las técnicas que ha ido probando y conociendo de a poco, en este día tras día que dan espacio a sus expresiones artísticas. Respecto a estos instrumentos, señala “me fui quedando con las técnicas tradicionales porque de alguna forma, me considero o me interesa explorar lo que es “ser pintor” o lo que es “ser dibujante”. No utilizo los materiales desde su carga simbólica, por ejemplo, el pintar con barro del Mapocho porque el barro del Mapocho tiene tal o cual carga simbólica”. A partir de esta utilización neutra de materiales, evita darle un contenido de la obra distinto de la imagen, siendo más bien la metodología, el realismo y la transparencia y quizás la del objeto en sí mismo lo primordial de cada trabajo.

De su trabajo sobre el guaché, el cual luce semejante a la acuarela, nacen formas geométricas, polígonos en diversos colores, una serie que vio luz a partir de la opacidad del material y que reflejan el interés del artista por retratar lo concreto. Desde un material, que es neutro, busca explorar cómo evolucionan y cambian las pinturas. Como señaló Gerard Richter alguna vez: “cada museo está lleno de cosas bonitas. Eso es lo contrario de antes. Fueron cosas importantes o cosas serias. Ahora tenemos cosas interesantes”.

El hecho de estar en este régimen de hacer una pieza al día le funciona además para evitar ese enamoramiento, esa fascinación por lo que uno hace y que cree que puede ser permanente. El hacer una pieza y no querer tocarla, esa sensación de haber logrado algo trascendental. La práctica diaria del desapego.

“De la forma en la que estuve trabajando con este dibujo diario, de alguna forma todos los días intentaba genuinamente hacer el mejor dibujo, entonces muchas veces lo lograba, algo que hace un mes atrás no me imaginaba. Luego, tenía que hacer otra pieza al día siguiente y tenía que ser mejor”, recalca Hernández.

La grandiosidad del tema le produce un poco de inquietud, se enfoca más bien en lo infraordinario, lo absolutamente cotidiano o la ausencia de temática. Desde su visión, la pintura tiende a ser muy narrativa, o mucha gente se aproxima a la pintura o a los dibujos desde esa cualidad, una cualidad afectiva en el sentido de cómo se reconoce el objeto que está ahí; la familiaridad y la cercanía que el individuo genera con las producciones artísticas desde su subjetividad, al reconocerlo.

carrete de cable – oleo obre tela – 30 x 30 cm

Utiliza el concepto de lo “aestético”, refiriéndose a la búsqueda de motivos que se alejan de lo estético, de lo normalmente visto como bonito, sin ser antiestético. ”Cuando hacía los trabajos diarios, en la primera etapa estuve buscando imágenes de internet, y para buscarlas me metía a foros medios oscuros, por decirlo de alguna forma, donde habían imágenes desconcertantes, extrañas y trataba de seleccionar imágenes de cierta forma absurdas, no chocantes por chocantes, mas bien una imagen inesperada”.

Hernández busca ese desafío de lograr capturar la atención de un objeto poco reconocible, diferente, extraño y no necesariamente “bonito”. En esta hazaña, sale con su cámara a fotografiar cualquier cosa que a su parecer fuese ignorada por el transeúnte que, poco a poco, le permitió crear un criterio o más bien su objetivo más enraizado: el de visibilizar un objeto que está absolutamente presente pero a la vez ignorado. Sus obras son retratos de un “porta balizas” o una “barrera vial”, objetos de origen industrial, elegidos en parte por su cotidiana invisibilidad dentro de la ciudad, y que pocos les conocerá por el nombre. Que descansan en el anonimato de la ciudad y que esta artista chileno ha logrado llevar de lo invisible a lo visible.