El arte no-figurativo y el arte abstracto, intrínsecamente, tienen una particularidad que atrae miradas. Ya sea el concepto sobre el que se construye o la técnica utilizada, para que una obra de este tipo resulte un éxito, no solo desde la mirada del público, sino que también para propia satisfacción del artista, tiene que haber un proceso y una producción que le haga justicia a lo representado. Elementos como el color y la forma, son puntos importantes en las composiciones de este tipo y es ahí donde el trabajo de Lorena Gallegos se destaca, instalando un estilo muy personal y entretenido de observar: colores vibrantes, formas sutiles, armoniosas y dinámicas.
Lorena nació en Punta Arenas, Región de Magallanes, Chile, y estudió en un colegio católico, donde solo asistían mujeres, por el cual realizó estudios de intercambio a Estado Unidos durante un año. Sus padres querían convencerla de estudiar Turismo, y para ello viajó hasta Viña del Mar para inscribirse en dicha carrera, con el fin de volver a su ciudad natal a ejercer en esa profesión. Mientras estudiaba realizó talleres en paralelo con Gabriela Cruzat, donde tuvo clases formales de pintura. Pasó el tiempo y Lorena se trasladó a Santiago, entró a una aerolínea reconocida en Chile, dedicándose a viajar durante cuatro años y, a la vez, ingresó a la escuela de teatro de Fernando González, tomando clases en horario vespertino, aquello la llevó realizar una gran cantidad de comerciales, trabajar en el canal CHV, entre otros tantos trabajos. Sin embargo, llevaba una vida paralela, nunca dejó de pintar y, aunque en un inició no fue su principal prioridad, no había abandonado el arte, allí estaba, en un segundo plano, pero seguía siendo parte de su vida.
La acuarela es uno de los elementos que es posible hallar dentro del portafolio de la artista, y su entrada, su utilización fue por mera curiosidad. Inspirada y un poco cansada de las típicas obras en acuarelas, decidió ocupar de otra forma esta pintura y experimentar. La serie de obras denominadas Pixeles es uno de los resultados de su exploración: utilizando muy poca agua para diluir los colores, el color saturado se trabaja en forma de manchas, o pinceladas varias, sobre pequeños cuadrados de papel, los cuales al unirlos crean la ilusión en el espectador de estar viendo reflejos en el agua.
Sin embargo, la artista se considera a sí misma como una “cocinera del arte”, y comenta que “…Experimentar es el concepto de este y todos mis trabajos en pintura”, es bajo este concepto que su obra comenzó a tomar otra dirección, dejando el trabajo bidimensional momentáneamente de lado, para incursionar con el collage. Cambiar no es sencillo, dice Lorena, por lo que tomó tutorías con Rodrigo Canala en el Taller Bloc, donde trabajan varios artistas. Luego de dedicarse durante largo tiempo al intenso y arduo trabajo de ensayos y errores, comenzaron surgir los primeros frutos: “Lo primero que empezó a salir del horno fueron esas composiciones monocromáticas entrelazadas, hechas en papel y acrílico que después corté y armé. Eran tan distintas a las acuarelas que por fin sentí que estaba dando un pequeño paso para la evolución de mi trabajo”, explica.
Estos collage, que se entrelazan en formas complejas, donde predomina la monocromía en cuanto al aspecto del color, se destacan gracias a una técnica y trabajo muy pulcro con el papel, demuestran la versatilidad y el afán de experimentar de la artista, la meticulosidad a la hora de producir, de crear estas obras.
Su trabajó con el collage, probando y ensayando con papel, la guió hacia una nueva metamorfosis: hacer su propio papel para utilizarlo como soporte en sus trabajos. Aún en etapa de experimentación, sus resultados más tempranos conciben una obra compleja, una fase en bruto, pero la cual sigue y seguirá perfeccionando.
Por lo pronto, los proyectos futuros de la artista están relacionados con el teatro y cuentos ilustrados, algo que ha estado desarrollando durante todo el 2016 y piensa continuar haciéndolo en 2017.