Brutal, carnal, siniestro y, a su vez, sublime: es de donde nacen las fotografías de Nicola Costantino. Con citas al barroco, a las estéticas del terror y el teatro de la crueldad, la artista configura su obra provocando la mirada y los sentidos del espectador.
El espectador se encuentra entre la disyuntiva de si mirar o no, de si ser partícipe de los imaginarios de Constantina o pasar de largo por la sala de exhibición, pero aún así se queda, avergonzado por lo morboso, y al mismo tiempo, golpeado por lo poética y extrañamente bella, que resultan estas obras.