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“Vengo pintando desde los 16 años”, puntualiza Ximena Cousiño. Así retrocede en el tiempo la artista chilena que nació en Ciudad de México, uno de los muchos lugares donde ha permanecido y recorrido. Ya formalizando sus estudios de Licenciatura en Arte con mención en Pintura en la Pontificia Universidad Católica de Chile, fue incursionando en el desarrollo de su propio lenguaje y ritmos a través de la pintura. Al comienzo, con gran influencia de los neoexpresionistas alemanes, en una obra donde el color se unían con el dibujo al carbón.
Escalera
La evolución de su obra, sin embargo, la alejó de la paleta cromática, centrando su trabajo en el carboncillo y destacando los elementos figurativos como canales de comunicación necesarios para transmitir los mensajes de sus obras.
El carboncillo es su instrumento esencial, el que le permite sacar todo el color y la pintura para abocarse netamente a perfeccionar el dibujo, realizado con trazos dan nota de lo atmosférico. “Nacieron series, primero autoretratos para Sala Gasco, luego los retratos de niños para el MAC, los estudios de luz y atmósferas de interiores, cargados de historias o soledades para Galería ANIMAL y el MAC de Valdivia. En fin, los espacios industriales para la exposición en China y el trabajo para la Factoría del Arte Santa Rosa”, explica Ximena sobre esa etapa de su obra.
Con obras de delicados trazos y difuminadas formas, la artista revela que sus grises son tonalidades que le sirven para acercarse al mundo de las luces. “La luz no se hace evidente sino cuando está contrastada a su opuesto: la oscuridad. El uso de grises es un ejercicio de austeridad de elementos”, reflexiona.
La figura humana está y no está en sus cuadros, que se vuelven parte del paisaje o del interior de un espacio que se torna presente. Para Ximena, las figuras humanas son parte inherente a los trabajos porque el ser humano es el que carga los espacios de forma más significativa; son los que cuentan historias que tienen su centro en la humanidad. “Son presencias y ausencias. Dan la escala a ciertos lugares y en otras una mirada fuga”, apunta la artista.
Sin título
En la actualidad, se encuentra experimentando nuevamente para integrar los colores a través de la pintura, pero de manera muy suave, incursionando en atmósferas de brumas. Entre sus próximos proyectos, cuenta que está preparando una exposición individual y un mural para una iglesia de Recoleta, Santiago.
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“I been painting since I was 16”, explains Ximena Cousiño. That is how this Chilean artist goes back to the time when she was born in Ciudad de Mexico, one of the many places where she has remained and discovered. After finishing her studies with an Art degree with a mention on Paint in the Catolica University of Chile, she made an incursion in the development of her own language and rhythm through painting. At the beginning, with great influence of the German Neo-expressionists, a piece where the color united with the coal drawings.
Escalera
the evolution of her work, however, took her away from the chromatic palette, focusing her work in the charcoal and highlighting the figurative elements as communication channels that are necessary to transmit the messages of her works.
The charcoal is her essential instrument, which allows her to take away all the color and painting to purely focus in the process of polishing the drawing, creating lines that express the atmospheric. “It resulted into series, first self-portrait for the Gasco Hall then the portraits of children for the MAC, the studies of light and interior atmospheres filled with stories and solitudes for the ANIMAL Gallery and the MAC in Valdivia. Finally, the industrial spaces for the China exhibition and the work for the Santa Rosa Art Factory” explains Ximena in relation of that period of her work.
With pieces of delicate lines and blurred shapes, the artist reveals that her grays are tonalities that she uses to get closer to the world of lights. “The light makes it clear not until it is contrasted with its opposite. The use of grays is an exercise of austerity of elements” she explains.
The human shape that does and does not appear in her pieces becomes part of the landscape or from the inside of a space that turns present. To Ximena, the human shapes are an inherent part to her works because the human being is the one that loads spaces with the most significant shape; they are the ones that tell the stories that have their center in humanity. “They are presences and absences. The give the right scale to some places and in other a more fugitive look”, appoints the artist.
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Nowadays, she is experimenting once more to integrate colors through the painting, but in a smooth way, making an incursion in the misty atmospheres.
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