Skip to main content
EntrevistaPortada

Camila Lobos |“Seguimos siendo un territorio muy exótico”

By 20 de julio de 2016septiembre 12th, 2024No Comments

Las Residencias son algo bastante desconocido para la gente que no está inserta en el mundo de las artes visuales, sin embargo, son algo crucial para los artistas. Pasar una temporada en el extranjero recorriendo galerías, museos, conociendo a otros artistas e interactuando con un mundo nuevo que se abre lleno de posibilidades, es una experiencia sin igual que todos los artistas debieran vivir más de una vez.

Las residencias son de diversos tipos. Algunas se otorgan como becas en estadía, algunas incluyen los gastos de mantención más los pasajes, otras son pagadas por los mismos artistas (en todos sus gastos); algunas llaman a los artistas, en otras se concursa, en otras son los curadores o profesores quienes postulan o recomiendan a quienes conocen.

Para entrar más en detalle sobre estas experiencias y comprenderlas mejor en una de sus variantes, la artista chilena Camila Lobos, relata su experiencia en una residencia a la que postuló una curadora que la conoció en la Bienal de La Habana, y por la cual pasó 3 meses en Viena.

¿Cómo ingresaste a esta Residencia?
En el primer semestre de 2015 me reuní con una curadora austriaca que se interesó por el trabajo que presenté en La Habana. Su investigación como curadora está enfocada en el arte en espacios públicos y la performance, en este sentido mi trabajo era pertinente con su línea de investigación, así que seguimos en contacto. En diciembre me contactó porque tenía la posibilidad de postular a artistas para una convocatoria cerrada que hace la Academia de Bellas Artes de Viena (Akademie Bildenden Künte Wien) en la que invitan a diferentes curadores a proponer artistas para su programa de residencias. Me preguntó si me interesaba y me postuló, así llegué.

¿En qué consistió la Residencia y cuáles fueron los resultados?
La residencia consiste en la beca para un artista extranjero, que incluye alojamiento, taller, honorarios e inserción en la escena cultural de Viena. A cambio me pidieron que realizara una clase magistral abierta a público y un workshop para los alumnos de esta escuela.
Los resultados son difíciles de medir en este momento, pero para mí fue súper importante. Mi trabajo había estado circulando solamente en Latinoamérica hasta este momento, así que someterlo a otros criterios fue súper desafiante y enriquecedor. A nivel práctico, fui invitada a desarrollar dos proyectos artísticos durante ese periodo y fui llamada por dos curatorías para exhibir dos nuevos proyectos en el segundo semestre de este año allá, una exposición individual y una colectiva.

¿De qué se trató la charla y clase que hiciste?
La charla que realicé se llamó How the visibility is power issue y lo que hice fue construir un relato sobre mis intereses como artistas en los que se mueve mi trabajo, para insertar y poder mostrar bajo ese relato general algunos proyectos.
El workshop que hice se llamó Mind the gap (algo así como “cuidado con el vacío”) el nombre viene del aviso que habitual y constantemente se escucha en el andén de metro y tren, que advierte sobre el vacío que queda entre este y el carro. Me pareció interesante poder hacer la analogía sobre este espacio que se hace visible al nombrarlo y mi trabajo, que también funciona como advertencia sobre ciertas invisibilidades. Lo que hice fue someter a los alumnos a mi metodología de trabajo para invitarlos a desarrollar un proyecto individual o grupal basados en la experiencia del espacio público. Durante dos semanas estuvimos trabajando en conjunto, los acompañé en el proceso de desarrollo de ideas y en el trabajo de campo y fui dirigiendo sus intereses particulares al espacio real que definimos para desarrollar sus proyectos.

© Julia Geiter

© Julia Geiter

Allá conociste artistas que viven en residencias ¿qué podías contar al respecto? ¿Cómo se hace vida, de residencia en residencia?
Sí, tuve la posibilidad de conocer a muchos artistas que estaban allá en otros programas de residencias y también a artistas que viven en Viena y participan regularmente de residencias. Es súper interesante la manera en que organizan sus años en función de las residencias en las que participarán, no tienen casa estable y la maleta con la transitan son todas sus pertenencias. Es una forma de vivir, porque son nómades. Muchos me comentaban que es una decisión que tomaron más o menos en una etapa parecida a la mía y es en la que les hace sentido trabajar. En general son artistas cuyo trabajo está en función de un contexto o comunidad, sus trabajos varían en sus formas pero tienen más o menos la misma metodología y la variación más importante la da el contexto donde desarrollan cada uno de sus proyectos.

¿Podrías contarnos cómo es vivir 3 meses en un Hotel?
Es súper raro –comenta mientras se ríe–, hay gente que le parece súper entretenido, pero para mí después de la primera semana comenzó a ser un poco incómodo. Yo necesito permear los espacios que habito, y eso es imposible en un hotel. De cualquier manera, yo tuve una súper buena experiencia y tengo el mejor recuerdo, pero no es algo que me gustaría repetir, tres meses es suficiente. En mi caso “Magdas Hotel” es un hotel muy particular, trabajan con refugiados y les ayudan en su inserción en un nuevo país. Les enseñan diferentes herramientas y oficios de hotelería para prepararlos para el mundo laboral. En este sentido, es un hotel muy especial y diferente. Hay una energía distinta y mucha buena onda, es un ambiente pluricultural lo que para mi trabajo es súper interesante y enriquecedor, aprendí otros idiomas que ni siquiera había escuchado, conocí muchas personas y muchas historias.

Muchas residencias terminan en investigaciones. Al respecto ¿cuál fue la finalidad de esta?
La finalidad de esta residencia es insertar al artista becado en la escena cultural austriaca (Vienesa). Yo tenía una especie de “host” que me presentaba a artistas, coleccionistas, curadores, galeristas, etc. Todos los actores de la escena. En este sentido, para mí fue algo nuevo y desafiante. Hay artistas que están más entrenados en eso del “lobby”, pero para mí era algo súper lejano. De cualquier manera, está bien, entiendo que es algo importante y necesario. Los artistas necesitamos interactuar con los otros actores del mundo del arte para poder mover nuestro trabajo y es importante entender que no se trata de que te van a invitar a una curatoría porque hablaste con un curador en una inauguración, pero si uno no logra darle cierta visibilidad al trabajo, por muy buena que sea la obra, es muy complicado que alguien te invite a participar de instancias que no sean las autogestionadas.

Yo tenía una especie de “host” que me presentaba a artistas, coleccionistas, curadores, galeristas, etc. Todos los actores de la escena.

¿Cuál era la reacción, en general, de la gente en Viena al conocer tu obra?
Tuve distintas experiencias, a nivel académico mi trabajo funcionaba y se entendía súper bien. Pero lo más interesante para mí fue la posibilidad de interactuar con distintas personas para construir los dos proyectos que realicé. Además yo estuve en un periodo de contingencia política súper fuerte, lo que los medios llaman “la crisis de los refugiados” es un tema real y que efectivamente divide las opiniones de las personas, sobre todo en una época de elecciones presidenciales. Durante mi estadía se realizaron las votaciones para presidente de Austria y el hotel donde yo vivía era un centro de votación, como resultado de la primera vuelta quedó el partido verde y la ultra derecha nacionalista, esto cambio el ambientes del último mes que estuve allá y en el cual realicé el proyecto Brave into new times. La extrema derecha nacionalista comenzó una campaña muy fuerte anti migración y eso empezó a permear el ambiente. En este sentido, el proyecto que mencioné fue liberador para los que participaron y un poco molesto para algunas personas que no quieren extranjeros en su país. En fin, es un tema largo y complejo que necesita un poco más de extensión para desarrollar, volviendo a la pregunta, las reacciones eran súper distintas y eso es lo más enriquecedor, descubrir y reconocer que el trabajo va moviendo algo o incomodando es sentir que el objetivo se está cumpliendo, que tiene sentido.

© Julia Geiter

© Julia Geiter

Sería bueno también, abordar la impresión que tuviste respecto a los europeos sobre Latinoamérica. ¿Podrías profundizar al respecto?
Para mí fue súper impactante descubrir que seguimos siendo un territorio muy exótico, yo tenía la sensación que esa percepción se había comenzado a derrumbar a mediados del siglo XX, pero no. Incluso en los espacios académicos/intelectuales, Latinoamérica sigue siendo una masa en la que no se distinguen individualidades.
Quizás uno está un poco a la defensiva, pero me violentaba que me preguntaran por Costa Rica, Brasil o Chile, como si fuéramos la misma cosa. Tengo la sensación de que como nosotros siempre estamos mirando a Europa como referencia económica/social/cultural, tenemos menos torpeza en distinguir un territorio del otro a pesar de ser un continente pequeño. Entonces es un poco molesto sentirse como un “souvenir”. De cualquier manera, si uno se hace el loco con la ideología y hace la vista gorda, este exotismo puede convertirse en una buena oportunidad para mover el trabajo. De cualquier manera, a mí me parece que no hay nada que envidiar, jugando su mismo juego, si podemos hablar de algo global en el arte latinoamericano, yo tengo la sensación que son obras que tienen una “urgencia” en las que “hay algo que está en riesgo” y eso no lo vi tanto en el general de los artistas austriacos, quizás tiene que ver con ser periferia.