Convite es el encuentro de agentes en artes visuales de Chile, quienes a través de una metodología de trabajo en conjunto, reflexionan y postulan ideas que buscan poner sobre la mesa la realidad que vive el sector en múltiples áreas de trabajo.
Arte Al Límite, conversó con la directora del proyecto, Angie Saiz, quien además de ser artista visual, tiene una relación bien particular con la escena nacional artística de norte a sur y que invita a conocerla de una manera abierta, sin jerarquización ni estándares. Junto a ella, Dagmara Wyskel, quien participa del proyecto como moderadora de la primera mesa, explica su participación y visión del proyecto.
¿Cómo nace este primer encuentro de agentes de artes visuales de Chile?
El proyecto nace con una primera idea el año 2013, producto de una conversación con un artista amigo, Carlos Silva, al darme cuenta de que existían instancias de diálogos súper informales y súper poco profundas respecto al rol que jugamos los artistas visuales en la sociedad. Existía mucho intercambio de opinión e información, pero de una manera disociada y que finalmente no llegaba más que a comentarios con cierto grado de preocupación respecto a la poca unión que hay entre los artistas para organizar sus demandas, o para analizar el medio, por ejemplo.
Por otro lado, existía y empezó a formarse la coyuntura de que ACA (Arte Contemporáneo Asociado), decayó en su gestión de representatividad, en el sentido de que había menos apoyo de parte de los asociados del gremio y, por lo tanto, esa instancia que podía haber sido buena para vincular diferentes experiencias y quizás hacer demandas, también se debilitó.
Además, existen mesas de trabajo donde se llaman a ciertos agentes desde el Consejo de la Cultura (CNCA) a esbozar ciertas ideas para la Ley Sectorial de Artes Visuales, por ejemplo; pero son personas elegidas por el CNCA las que asisten, lo que genera cansancio y menor diversidad pues se repiten cada año, además, con el Consejo de la Cultura como contexto, es distinto sentarse a opinar sobre artes visuales, no se tiene la libertad de estar en un lugar independiente.
¿Cómo fue la primera idea de Convite?
La primera idea era reunir la mayor diversidad posible de personas en torno a las mesas y a las temáticas que se abordaron el año pasado, un poco a modo de experimentación porque la metodología que se planteó fue esbozada, por así decirlo, y porque no era nada estandarizado o nada que seguía un plan metodológico, como suele verse en términos más académicos que se han introducido para otras instancias de encuentro. Muchas derivadas de sistemas que a mí me parecen no pertinentes para el contexto chileno.
¿Cómo fue el primer año?
El primer año la mayoría de los agentes invitados eran de Santiago, si bien había participación de una o dos personas de regiones en cada mesa, se notó sin duda que en las discusiones el nivel de escala era desproporcionado y faltaba un mayor análisis; un compartir más profundo respecto a lo que tenía que ver con cualquier tipo de actividad artística fuera de Santiago. Ahí se empezó a trabajar la idea para este segundo año, con gente que no fuera de Santiago y en lugares donde están sucediendo cosas muy interesantes. No digo que en Santiago no pasen cosas, pero creo que lo que está sucediendo en el norte, en el sur y en otros polos es importante y un poco desconocido. Esto es preocupante, porque existe mucha teorización con respecto a lo que pasa en regiones desde Santiago, o sea, quienes nunca han vivido en regiones especulan sobre lo que allí pasa.
¿Cómo fue acogido el proyecto cuando lo presentaron?
El proyecto fue presentado a FONDART y quedó inadmisible por falta de un documento. En ese minuto, junto a los moderadores y otros en el proyecto, nos parecía que era necesario llevarlo a cabo de todas formas, sobre todo al año siguiente. Así fue como, a través de una audiencia, me presenté ante el Ministro con el apoyo de Balmaceda Arte Joven, particularmente de Ximena Zomosa, quien participó en Convite I, para conversar si es que era posible financiar el proyecto, aunque fuese parcialmente. Esto fue acogido, a pesar de que no se está entregando financiamiento a proyectos que no sean a través FONDART. En ese sentido, ésta es una suerte de excepción, pero por medio de un canal totalmente protocolar, no hubo ningún otro tipo de gestión de por medio. Luego se sumó el apoyo de Fundación Tajamar y la compañía en todo el proceso que vive el proyecto de Nicolás Azocar. En general, quienes participan se involucran mucho más que con un simple apoyo.
Háblanos un poco de los moderadores y en qué consisten las mesas para entender mejor…
Es un trabajo grupal. Aquí todos tienen voz. Yo, junto a Carmé Berenguer, asistente de producción de Convite, dirigimos y sacamos adelante el proyecto, es un trabajo en conjunto, al que se suman los moderadores.
La primera mesa es en el norte, existe un contexto en Antofagasta, que hace pensar que en el norte no pasa nada en cuanto a artes visuales. De hecho es bien irónico el nombre de la mesa, Frente a la nada, porque tiene que ver con eso y, obviamente, con el paisaje, es una metáfora que su moderadora ha ocupado. Por medio de esa pregunta, Dagmara Wyskel plantea que pasan muchas cosas en un contexto bien complejo, como es Antofagasta, donde se realiza la mesa con gente de Copiapó, Iquique y Arica, en una ciudad cuya situación económica y auge minero ha invisibilizado, a veces, lo que realmente sucede con la historia de las artes visuales del siglo XXI. Los santiaguinos nos estamos perdiendo de mucho…
La Mesa Centro, que es moderada por Juvenal Barría, la está trabajando a partir del territorio y las expropiaciones territoriales en un sentido cultural. Estuvimos trabajando en Valparaíso, que es bien particular, porque a pesar de ser una ciudad patrimonial, no es tratada como patrimonio. Es un choque ideológico claramente, con el que se discursea y se poetiza mucho.
En cuanto a Carolina Lara, moderadora de la Mesa Sur, residente en Tomé, se está planteando la mesa como una posibilidad de análisis, como algo local desde donde se enfrenta lo global. Actualmente lo global está puesto desde la web y desde un manejo de información muy grande, ese fenómeno de lo globalizado se enmarca en un contexto muy paradójico y creo que es interesante de analizar en cuanto a la producción de obras actual desde allí.
¿Qué podría generar, en particular, Convite en Chile?
El proyecto quiere dar cuenta de lo que está sucediendo en el medio, buscando ser instancia de encuentro. Es un aporte a la voz de lo independiente, que hace mucha falta. Estamos viviendo una instancia mundial y nacional donde el poder toma mucha voz y, de alguna manera, hay que intentar aprovechar sus fisuras y meterse entre ellas. Convite, para mí, podría generar un momento anual donde siempre va a existir, de alguna manera, un discurso o propuesta que plantear sin esperar que sea una institución la que invite a hacerlo.
Dagmara Wyskel, moderadora Mesa Norte de Convite
Cuéntanos de tu experiencia como moderadora en el proyecto…
Primero que todo, quiero reconocer la calidad de invitados en el proyecto, porque se han seleccionado un conjunto de personas para generar esta mesa de reflexión, con la que estoy muy entusiasmada. Hace falta mucho espacio de reflexión en el norte, existiendo tremendos actores que trabajan en la escena. Es un conjunto de personas, en donde resalto la escala, cualitativa y cuantitativa, porque es una cantidad de seres humanos que pueden conversar sobre el mismo tema. Una mesa de debate transversal donde todos nos escuchamos abiertamente.
Este proyecto es muy importante, porque en el norte hay una necesidad tremenda de trabajar la macro zona, de conocernos más, de ver qué tanto sería posible ir proyectándo hacia el futuro. Y tengo la expectativa real de que ésta mesa no solo entregará un documento sino que, además, dará fruto a proyectos reales a desarrollarse desde los gestores locales, desde la macro zona del norte.
Aquí existe un cruce de mesas, es decir los moderadores de la Mesa Norte van a la Mesa Sur, entre otras… ¿qué te parece eso?
La selección me parece muy buena, trabajar con Juvenal y Carolina es un placer y es una tremenda oportunidad de enriquecerme. Son personas con conocimientos, desde su territorio, con mucha especificación y, con esto me refiero a que son personas muy conectadas con su circuito, no son sólo productores de obras sino que también son vivos actores y testigos dentro de sus contextos territoriales. Esto genera un diálogo muy real e importantísimo de ver.