Imágenes cortesía del artista.
Me identifica más la abstracción que el realismo, porque en este sólo debes ver lo que está ahí, en cambio en lo abstracto hay más sensación, corazón y mente”
Marcos Pérez es un artista visual oriundo de Pirque. Vive en el sector de Santa Rita rodeado de árboles, casas de adobe y calles largas donde no transita ni un alma. Sus inicios fueron en esta comuna, donde actualmente reside junto a su familia quienes, comenta, fueron los primeros en darle rienda suelta a su creatividad: “Mis papas cuando era pequeño me dejaban rayar las murallas, nunca me prohibieron expresarme. Esto en parte porque mi familia igual está ligada al arte. Mi hermana pintaba, mi madre canta y mi padre es folclorista”.
Luego de salir del colegio, Marcos partió del campo a la ciudad. Estudió en primera instancia la carrera de Publicidad en la Universidad de Santiago, pero no la terminó porque asegura que su falta de madurez le jugó un poco en contra: “Era un joven de 19 años con una mentalidad de 14. Me sentí un poco fuera de lugar en la Universidad. El cambio del campo a la ciudad me afectó, pasar de una vida tranquila a la vida urbana no fue fácil”.
Después de coquetear con el mundo de la publicidad decidió prepararse para estudiar nuevamente. Ahí fue cuando ingresó a estudiar Artes Visuales en la Universidad de Chile. En la academia se topó con profesores como Byron Boyd, Víctor Alegría, Jaime León y Patricio González, quienes fueron formadores en sus primeros años de estudio. Sin embargo, estos no fueron fáciles, ya que Marcos sufre de daltonismo, por lo que tuvo que lidiar con esta condición durante sus años de estudio, situación que marcó su estilo y estética.
“Soy daltónico. Eso significa que tengo un problema con el rojo y el verde. La forma en como yo pinto nació justamente porque no podía asumir el tema. Cuando estaba en la universidad eso en un principio me afectó, porque no sabía cómo adaptar mi daltonismo al arte y la pintura, pero luego fui desarrollando una estética particular que hoy se refleja en mi obra, eso gracias a muchas personas que siempre me ayudaron con el tono”, explica el artista.
A raíz de esto, Marcos inició sus primeros pasos con la pintura abstracta. Y fue con esta técnica que llevó su obra a nuevos niveles de experimentación, debido a la amplitud que involucra a esta forma de expresión en las artes visuales la cual, según Marcos, integra más formas y sensaciones: “Me identifica más la abstracción que el realismo, porque en este sólo debes ver lo que está ahí, en cambio en lo abstracto hay más sensación, corazón y mente”.
La emoción es algo fundamental en la obra de Marcos Pérez, pero también la perfección. Según él, los artistas están en una constante lucha por sentirse satisfechos con su trabajo y poder realizar lo que tienen en su mente para proyectarlo en la tela: “Siento que todavía no encuentro mi ser en la obra. Estoy constantemente batallando para encontrarme dentro de mi trabajo. Para mí el arte es algo tan sublime, tan inalcanzable, que lo único que los artistas podemos hacer… es rasguñarlo”.
Marcos afirma que lo único que no está permitido para al artista es no expresar lo que quiere expresar, en otras palabras, no traspasar aquello nacido desde su sensibilidad interior para que el público sienta lo que quiso decir con su obra. Este dilema es algo con lo que ha debido luchar durante largo tiempo: “Para mí un trabajo es un desafío, es un luchar contra un cuadro y contra uno mismo. En eso me estoy esculpiendo, porque si uno no esculpe su obra, jamás va a saber dónde pueda llegar”.
Esa búsqueda de la perfección y permanencia de la obra lo ha llevado a desarrollar distintos métodos para concretar sus ideas en la tela. Por ejemplo, cuenta que para desarrollar una serie de dibujos de insectos utilizó arañas y moscas de juguete proyectadas con luz para captar sus sombras, luego les tomó una fotografía para después modificarla en Photoshop, dejándolas en escala para la tela: “Yo me inspiro en las cosas que captan mi atención en ese preciso momento, en algunos fueron los insectos, en otros la figura humana y ahora los caballos”.
Su última serie de pinturas, titulada Nobleza, se inspiró en los caballos, debido a su cercanía con el mundo del campo, donde supo captar con delicadeza las formas y los tonos, provocando una atmósfera de abstracción y realidad: “El arte es el mundo de las ideas, donde vive la imaginación. Mis caballos son reales, pero están envueltos en una atmósfera muy abstracta”.
Hoy Marcos Pérez se encuentra en un proceso de reencuentro con la pintura. Confiesa que ha vuelto a experimentar con el óleo, luego de mucho tiempo trabajando sólo con acrílico. También afirma que esta apertura a nuevas técnicas lo ha llevado a retomar la idea de los insectos, ya que asegura haber terminado con los caballos: “Por ahora estoy retomando mi relación con la pintura. La dejé de lado por un tiempo y quiero empezar a pintar de nuevo. Tengo menos carga laboral, por lo mismo he vuelto a retomar proyectos. Poco a poco voy desarrollando ideas y obras que dejé en pausa”.