La escultora nacional que prepara su próxima muestra para 2017 en ArtEspacio, nos recibe en su taller para hablar desde los materiales, individualidades y, por sobre todo, de procesos artísticos.
Todo es muy difícil de dominar, uno nunca termina de descubrir las cosas. Se depende tanto del material como de la forma, como de tu objetivo, siempre te encuentras con algo diferente, con desafíos nuevos».
Imágenes cortesía del artista
María Angélica Echavarri me recibe en su taller un día de lluvia primaveral para conversar de su trabajo y proceso con la materia y material que ha tenido desde siempre. Me mueve conversar con una mujer, artista, escultora, madre, colaborativa, ejecutora y ejecutiva en su oficio. Muchos quehaceres exitosos en una mujer que ha sido presentada en medios escritos y biografías diversas como una artista que comienza su trabajo tarde por responsabilidades y constructos femeninos y sociales. No obstante esas descripciones fuera de marco, estoy frente a una artista inquieta en la búsqueda de materiales y materia diversa, indomable en su concepción de definir un material específico, respetuosa de su oficio por sobre todas las cosas, conocedora de sus NO límites en el trabajo del material, y por sobre todo, consciente de sus procesos artísticos.¿La decisión de trabajar distintos materiales, y dominarlos responde a procesos largos también?
Sí, eso me encanta. Todo es muy difícil de dominar, uno nunca termina de descubrir las cosas. Se depende tanto del material como de la forma, como de tu objetivo, siempre te encuentras con algo diferente, con desafíos nuevos.
María Angélica es una artista madura, en constante y consciente trabajo. Hay respuestas precisas, concretas, no hay duda en su contenido su historia, y eso precisa en ella su investigación y trabajo. Por eso, ante cualquier pregunta sobre los tópicos “nuevos” del arte, o situaciones de la “escena chilena”, o “la renuncia femenina” para ser artista, María Angélica no se inmuta, no participa de los diagnósticos de lo que llamamos “arte chileno”, se vuelca a su obra, que es finalmente lo que realmente importa.
Aun cuando la presentan como una artista que tras formar una familia y criar hijos comienza tarde, posee una producción importantísima. Tiene un proceso de taller con un volumen emocionalmente impactante. Su escultura se nutre de trabajo colectivo, en terreno, en fundiciones, en emplazamientos, en lo público, en lo privado, en la investigación que probablemente, y como en todo, es el tiempo más extenso de todo para crear. Greda, bronce, piedra, mimbre y, ahora, acero inoxidable son los materiales que dan forma a su texto. Materiales de duro organismo que la mueven en esta realidad creativa.
¿Cómo llegas a trabajar el volumen, ese volumen grande?
Con un gran equipo que me ayuda. Yo hago las maquetas, y cuando se pasa a escala aparece el equipo. Cuando trabajo en bronce por ejemplo yo hago las estructuras en fierro y luego enyeso. Todo eso lo puedo hacer sola. Pero cuando trabajo acero inoxidable es imposible, me es muy difícil porque hay que cortar planchas grandes, por eso trabajo en equipo. Yo puedo ver los planos, vamos viendo con el equipo, voy escuchando opiniones, voy entendiendo, vamos consensuando, también me van preguntando, porque hay veces que hay que estar de acuerdo o en desacuerdo por el material, entender los programas para visualizar mejor el trabajo. Aprendo mucho con mi equipo, conozco personas maravillosas en la fundición, su oficio, sus planteamientos, personas brillantes que me ayudan a que los proyectos sean realizables.
Los materiales son importantes, y para María Angélica el aprendizaje con los “maestros” ocupa un lugar importante, tanto los del mundo académico como los canteros y fundidores. El trabajo colectivo en su proceso es agradecido, no es solitario, no es falta de éxito, no es falta de reconocimiento, es todo lo contrario: es madurez en la creación, porque crear cuesta, es sacrificar en lo que más exige. Hay un aprendizaje en lo que cuesta, “nos quemamos las pestañas” para lograr lo posiblemente perfecto. No hay placer en lo fácil.
“No me parece bueno lo que tiene falta de mérito. La investigación, el trabajo es importante, el rigor del material. Yo soy sintética, mi obra es simple, y eso no significa que carezca de contenido. Me gusta la simpleza, la síntesis”, explica.
¿Cuál es la transición del material en tu trabajo?
He trabajado diferentes materiales hasta la abstracción, durante años. Definí el trabajo en la unión de la pareja, siempre hombre-mujer haciéndose uno, casi desapareciendo. Después me fui a otra cosa. Porque comencé a plantearme el tema de trascender… piensa que me formé con el rigor del material, de la escultura, en cuanto a estructura, en cuanto a criterio… los materiales son duros, permanentes, la escultura tiene una cosa sólida, de ser estable. Y ahí me pregunté: ¿me interesa permanecer? Y tras esta pregunta, me fui al mimbre. Yo tenía copia de todos mis trabajos, no tenía piezas únicas, por eso empecé a trabajar el mimbre, que es menos permanente. Un trabajo personal enorme y tremendo de desprendimiento, íntimo… Siempre mi trabajo tiene que ver conmigo, que me guste a mí. Pero me conecto con algunos proyectos con el otro, me es necesario.
María Angélica no solo trabaja desde el taller, sino que también le interesa el trabajo consciente en lo público. Sus últimas creaciones, sobre todo el trabajo inspirado en la cultura mapuche llamada Ofrenda, requirieron de un trabajo extenuante de investigación. La ignorancia que nos engloba a todos en torno a nuestra cultura indígena, también nos ciega en los diversos caminos investigativos que los proyectos necesitan. Sin embargo, María Angélica nos “entrega” un proyecto público con significantes claros: símbolos y elementos, que potencian la obra. No es un hito en un espacio público: hay un pretexto, contexto y texto.
“Me encanta el espacio público. Ofrenda es un trabajo que me costó mucho. Me costó entender la cosmovisión mapuche-araucana y hacerla mía. A parte, que de ellos está todo hecho, tienen el kultrún, el tótem, tienen todos sus símbolos claros, lo que hace muy difícil trabajarlos. ¿Qué hago yo como escultora? Yo no quería repetir, quería interpretarlos, sentir algo, regalarles algo. Entonces mi escultura se llamó Ofrenda por muchas cosas. Porque es un regalo, humildemente hecho, y también porque la ofrenda es algo importante para ellos”, señala la artista.
La artista explora la materia e investiga nuevos procesos, hoy está modelando y trabajando para su próxima exposición que se realizará en 2017 en Galería Artespacio. Un trabajo largo si consideramos que nos faltan setecientos días para descubrir estos moldes. Sin embargo, me mueve llevarla al territorio de la academia y saber su sensación con respecto a la “escena de arte chilena”. Sin embargo, la concentración en el oficio y su materia es mucho más importante. No creo que sea necesario dejar lo importante de lado. No hablaremos ni concluiremos nada nuevo con respecto a cómo funcionan las ferias de arte, las galerías o los museos en Chile…pero en los últimos momentos de la conversación dice algo que ilumina mi camino y me remonta a la Historia del Arte y es lo siguiente: “Todas las instancias son válidas en el arte pero también hay obras de gran calidad que no son fáciles de vender”.
Ante esto pregunto: Crees María Angélica que el arte esté en crisis? No sé lo que es la crisis en el arte… ¿que no se venda? La crisis no es esa, el arte no está en crisis si no vende. El arte estará en crisis cuando no existan los artistas.