Skip to main content
Entrevista

Rafael Guendelman Hales | Ana men Chile

By 26 de noviembre de 2015septiembre 12th, 2024No Comments

En la muestra Sin Tierra de Rafael Guendelman Hales, el joven artista chileno de ascendencia judeo-palestina, propone una reflexión acerca del conflicto Israelí-Palestino desde la mirada de la ocupación del territorio cisjordano.

Por medio de una obra en video, una serie de fotografías analógicas impresas en una suerte de libro-objeto, una vidriera con una recolección de objetos íntimos y una cartografía del territorio en cuestión Rafael Guendelman Hales nos propone, en su muestra Sin Tierra, la pregunta acerca del anclaje cultural de un pueblo a un territorio y  la relación entre las subjetividades y el paisaje. Guendelman recorre ese territorio para, de alguna manera comprenderlo y ponerlo en cuestión, y en esa operación autobiográfica que es hacerse un camino, acerca aquella realidad al mundo chileno por medio de testimonios de chilenos-palestinos. A través del retrato de la tensión cotidiana,Sin Tierra nos recuerda que las contingencias políticas alrededor de la violencia y el poder son universales.

¿Cómo era tu perspectiva sobre el territorio palestino y el conflicto, y cómo cambió a partir del viaje?

Creo que antes de ir tenía un poco más de esperanza, pero in situ me di cuenta de lo complejo que es el conflicto y de lo alejados que estamos nosotros, en Chile, para opinar de ello… los palestinos aquí, los activistas desde lejos. El conflicto es súper complejo, hay miles de detalles, hay muchos matices. Yo creo que va a tomar harto tiempo para que cambie el rumbo de lo que va, porque va hacia la destrucción.

Antes de ir tenía un poco de susto de cómo sería la reacción conmigo por ser como de ambos lados, por decir algo. En el aeropuerto pensaba que quizá no me iban a dejar entrar o que me iban a retener para hacerme una revisión más exhaustiva, o que en el lado palestino podía causar un poco de distancia el hecho de tener apellido judío. Además, porque yo fui con un programa que hay para judíos que tienen menos de 26 años y que nunca han ido a Israel. Tradicionalmente, ser judío no tiene que ver con ser religioso o no, sino que tiene que ver con la cultura, con la sangre, no es solamente una religión, en ese caso yo soy judío. Así que partí con ellos y después me cambié un poco de lado, y me fui a Cisjordania donde me quedé seis meses, en los que empecé a documentar y a hacer video. El recibimiento fue muy bueno, no tuve problemas, incluso habiéndome quedado grabando a los palestinos durante tantos tiempo con la intención de hacer un trabajo sobre ellos, no tuve problemas en el aeropuerto, ni en las fronteras. Me ayudó ser de Chile.

Rafael Guendelman Hales

Me llama la atención la manera de documentar el espacio, es como una documentación del conflicto desde las pequeñas imágenes cotidianas, ¿por qué decidiste poner allí la cámara?

El conflicto más armado, donde está la guerra mas constante, es en Gaza, en Cisjordania lo que hay hoy en día es una suerte de democracia ocupada militarmente. Existen una serie de acuerdos que son los que se firmaron en Oslo, donde hubo una especie de entrega de territorios, a cambio del control total militar de Israel. Hoy día las fronteras de Cisjordania son israelíes, es un territorio completamente controlado por Israel, donde existen ciudades palestinas y asentamientos judíos en un mismo espacio.

Lo que registré tiene que ver con esa especie de normalidad que existe en ese territorio. El conflicto mas allá de lo que sucede a nivel político, sucede en el cotidiano, en la lucha por el control del agua, de las tierras cultivables, el no poder transitar libremente. Me parecía interesante desmitificar a los palestinos y evitar las clásicas imágenes de lucha. Desde el exterior uno se imagina a los palestinos con una piedra y una capucha, pero es gente que vive exactamente como nosotros; compartimos un montón de hábitos, con la diferencia de que ellos están siendo ocupados, y eso los restringe, los aprieta, es una agresividad pasiva.

Cada obra tiene una lógica y una materialidad diferente, ¿cuál es la relación simbólica de los materiales en Sin tierra, con las fotografías analógicas, y en Ana men Chile con el video y el sonido de las entrevistas, por ejemplo?

Claro, cada obra tiene su propia lógica, entonces cada una tiene su propia coherencia individual, por ejemplo en el caso del video me sirve usar una imagen definida y controlada, encuadres pensados, porque lo que quería un poco era distanciarme de ese espacio, no estar presente, sino dejar la cámara y que sucedieran cosas adelante. Esas imágenes me interesó contrastarlas con los pensamientos más intuitivos de los palestinos chilenos, que son las entrevistas y los relatos de la gente que hablaba.

En la fotografía, por otro lado, lo analógico yo diría que es todo lo contrario al video, tiene una frescura y una cosa mucho mas errónea, más equívoca, encuadres que probablemente no estén tan bien compuestos, o si están bien compuestos no es ese el fin, sino que la cámara era como una croquera, como para anotar cosas, un proceso más intuitivo, una proximidad como inmediata con el entorno. Además que de partida me gusta el grano que tiene, su materialidad. La cámara Zenit es robusta, es dura, no le pasa nada, podía llevarla a todas partes. Y además está el azar, porque en la cámara analógica no puedes revisar las fotos.

¿Y con la acuarela de 1800/2015 y las vitrinas de Recolección?

Bueno, por un lado hay un interés formal en la acuarela, es una técnica como el dibujo que siempre he usado. Las manchas que se extienden hacen como la gente ocupa el territorio y como se mezcla en él. El agua es controlable en cierto sentido pero a la vez incontrolable, porque cuando los colores se mezclan uno pierde el control y se forman nuevas cosas, nuevos caminos.

¿Este mapa de 1800/2015 es una superposición de dos mapas, o no?

Sí, uno de 1880, que son 26 láminas, y el otro es lo que existe hoy en día, dividido en cuatro colores, que representan urbanizaciones de cómo han crecido las ciudades hasta hoy en día, Israel, palestina, israelíes dentro de Cisjordania y los pueblitos que existían antes de 1880 (lo que antes era palestina).

Y sobre la obra Recolección, en el caso de las vitrinas hay una decisión de organizar como si fuese un museo, aquellos objetos que pueden no tener ninguna importancia económica, pero sí emocional, como si cada uno de ellos fuera parte de un descubrimiento, como pequeños tesoros que explicasen una historia.

Es lindo que dentro de esa recolección de objetos esté también el testimonio de tu padre, es un espacio muy íntimo, esta obra hace que uno ligue el recorrido de la muestra a tu autobiografía. De algún modo, desde tu biografía y a partir de allí, evidencias en tu obra relaciones de poder…

Yo creo que yo podría ser peruano-chileno o chileno-boliviano y probablemente el trabajo podría funcionar igual. Obviamente son culturas, personalidades, territorios y paisajes distintos, pero la ecuación es similar; hay una potencia que tiene el poder con un fin, el poder de. Son cuestiones que se replican, son lógicas que son inherentes al ser humano, en este sentido en esta exposición mas allá de que sea un conflicto en particular es un conflicto universal. Hoy es súper contingente la discusión acerca de la identidad, la inmigración, el rol del estado y la autonomía territorial…existen una serie de cuestiones similares en muchas partes del mundo, en donde se replican las lógicas presentes en el conflicto palestino-israelí.