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Tendencia

Un bote solo en el mar

By 2 de noviembre de 2015septiembre 12th, 2024No Comments

{:es}Por Daleysi Moya / Cuba.

Un bote solo, extraviado en el mar, puede ser la medida de muchas cosas. De un país, por ejemplo. Las olas lo mueven ininterrumpidamente sin saber qué secreto motivo lo tiene varado en medio de la nada. En la distancia, una persona cualquiera mira hacia el bote abandonado a través de un telescopio. Esa persona que observa bien pudiera ser el Sergio de Memorias del subdesarrollo, o no. También pudiera tratarse de otro cubano, uno que sueña con salvar las escasas millas que nos separan de la “tierra prometida”. Uno que ha decidido quedarse a pesar de los pesares. De la diminuta barca abandonada cuelga una sábana blanca inflamada por el viento, en la sábana un cartel escrito a mano reza: Eternamente te esperaré. Los transeúntes y entusiastas del Malecón habanero nada saben de este bote y sus palabras, sin embargo, algo poderoso los conecta indefectiblemente, a ellos y a los que miran desde la distancia, con ese barco solitario. Varios años de historia silenciada y cientos de familias echadas al mar, pueden ser, no hay duda, la medida de muchas cosas. Por ejemplo, de un pueblo. Un relato diferente, olvidado, una narrativa en la que a la hidalguía más épica y triunfalista le toca semblantear otros demonios. En la pared descascarada por el salitre cifras estremecedoras contabilizan, del modo más descarnado posible, vivos y muertos tras la travesía de estas últimas tres décadas: 72.000 cubanos tirados al mar, 18.000 perdidos, para siempre, en las aguas del Estrecho de la Florida.

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La pieza en cuestión –porque estamos frente a una pieza bella y conmovedora, lacerante, grande– es del artista cubano Reynier Leyva (o El Chino Novo como todos le conocen). Ella participa de la muestra colectiva Entre el uno y el dos que hace poco tiempo se inaugurará en el habanero espacio de El Apartamento. Comparte escena con el Chino Novo, Adrián Melis y Levi Orta. Se trata, en los tres casos, de creadores jóvenes que, no obstante su edad, han ido consolidando una carrera artística de importancia creciente. Artistas cubanos dispuestos a perderse en los intersticios de la Historia, de la política, de las realidades de hoy.

El proyecto ha querido distanciarse, deliberadamente, de la noción de objeto expositivo. Luego de tanto manoseo con lo físico, y como consecuencia del desencanto que supone el trasiego inmoderado con la obra y el artista, se ha pretendido encontrar algo salvado y salvable de la galería y el fasto. Algo intacto. Y esta búsqueda vuelve su atención al proceso, al ámbito de lo gestual, a la posibilidad de que haya  cosas inasibles en y para el arte. Hablamos de una muestra que se mueve en el terreno impreciso de lo relacional, del desmontaje cultural y la investigación, de la trama social y sociológica. De la poesía también, claro está.

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La idea es penetrar las grietas y desandar aquellos caminos que parecían clausurados a cal y canto, o gastados de los mismos recorridos. Todo el tiempo los mismos recorridos. Dar dos pasos atrás, tomar distancia y volver a mirar. Para lograrlo no existe, bien lo saben sus curadoras, una fórmula única. Las maniobras y metodologías son varias, algunas centradas en el arte de acción, el manejo y disloque del relato historicista, la interacción con zonas del tejido social. Otras, por el contrario, se avocan a la puntualidad de la experiencia, la ponderación del gesto y su capacidad de desasosiego. Todas, en cualquier caso, se mueven en los bordes. En ese espacio infinito de probabilidades que habita entre el uno y el dos. ¿O es que acaso, luego de saber en la escuela de los números naturales, no nos sorprenderían los racionales –que nos posibilitaron, entre otras cosas, la increíble oportunidad de restarle 10 a 5– e incluso los reales? Hace tiempo que hemos tenido que asumir que cada cosa convive con su némesis, y más, con una serie de variantes apócrifas y legítimas de sí misma. Hemos asumido, en fin, que nada es sólo o exactamente lo que parece. Hay más, es un hecho.

Este orbitar en torno a las estéticas relacionales y zonas profundas de lo procesual, toca tierra en propuestas como Reflexiones sobre un suvenir, de Levi Orta. La pieza apunta a la monetización y rentabilización de la política, ideología e historia nacional. Traído desde Alemania por el propio artista, un pedazo del Muro de Berlín –pequeño gran guijarro descolorido–, se convierte en el epicentro de un análisis matemático sobre las presuntas ganancias del Estado germano tras comercializar, literalmente, el muro (también de los lamentos) que otrora picara el país europeo en dos mitades políticas. La cifra millonaria resultante de estos cálculos no es, en realidad, lo importante; la clave verdadera, lo controvertido del asunto, será el modo en que Alemania ha decidido lidiar con ese pasado conflictivo y sus restos físicos.

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Línea de producción por excedente, otra de las grandes obras de la muestra, pertenece a Adrián Melis. El cinismo del proceder que articulan desarrollo y puesta en escena de esta pieza es, a una vez, displicente e incisivo, también triste, quién lo duda. Melis decidiría, luego de abrir una empresa para estos fines, convocar a un puesto de trabajo cuya función terminaría siendo, leámoslo bien, la de destruir los CV de aquellos candidatos desechados por él mismo. Las ideas de competición y exclusión, como principios fundamentales de las lógicas laborales contemporáneas –diría capitalistas, pero carece de sentido hacer demarcaciones sociopolíticas y económicas en un mundo donde el esquema va polarizándose vertiginosamente– son puestas en crisis, diseccionadas con avidez y exhibidas en sus posturas más tremendas y crueles. Luego de un mes de trabajo permanente, Melis tenía en su poder una enorme pila de documentos triturados, una empleada devuelta al desempleo, y el planeta en el mismo lugar. Pero eso ya él lo sabía desde antes, y esa seguridad formaba parte básica de su gesto artístico.

“Entre el uno y el dos” potencia las plataformas gestual y procesual, como alternativas certeras a la afonía de buena parte del arte de hoy. Cuando abandonamos las salas del Apartamento nos vamos con muchas cosas, aunque no sepamos a ciencia cierta qué; cosas que, eso sí, no podemos meter en nuestras carteras o colgar a la pared. En el recuerdo queda palpitando una pila enorme de concreto y papel, desechos humanos de historias pasadas y gente que no conoceremos nunca. Queda también, ya para siempre, un bote solo en medio del mar.{:}{:en}By Daleysi Moya/Cuba.

A boat alone, lost at the sea, it may be the measure of many things. A country, for example. The waves move it continuously without knowing what secret reason has it stranded it in the middle of nowhere. In the distance, any person looks to the abandoned boat through a telescope. The person who observes well could be Sergio from Memorias del subdesarrollo or not. It could also be another Cuban, one who dreams of saving the few miles that separate us from the «promised land.» One person who has decided to stay despite the adversities. From tiny abandoned boat hangs a white sheet swollen by the wind. In the sheet, a hand-written poster reads: I’ll wait for you eternally. Passers- by and Havanan Malecon enthusiasts know nothing about this boat and its words; however, something powerful unfailingly connects to them and those watching from a distance, with that lone boat. Several years of history silenced and hundreds of families thrown into the sea can be, no doubt, the measure of many things. A village for example. A different story, forgotten, a narrative in which the most epic and triumphant nobility has to straight in the face other demons. In the Peeling wall by saltpeter shocking figures are accounts, in the most possible peeling way, living and dead after crossing of this last three decades: 72,000 Cubans thrown into the sea, 18,000 Cubans lost forever in the waters of Straits Florida.

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The piece of art -because we are in front of, a beautiful and poignant piece wounding and big- belongs to the Cuban artist Reynier Leyva (or Chinese Novo as everyone knows him). She participates in the collective exhibition Entre el uno y el dos that recently will be inaugurated in Havana space of El Apartamento. She shares scene with the Chino Novo, Adrián Melis and Levi Orta. In all three cases is about young artists who, despite their age, they have been consolidating an artistic career of growing importance. Cuban artists prepared to get lost in the interstices of history, and politics, of today realities.

The project has sought to distance, deliberately, of the exhibited notion object. After handling the physical, and as a result of disenchantment by the immoderate decanting involved with the work and the artist, we have tried to find anything salvageable and saved of gallery, something intact. And this search turns its attention to the process, the scope of the gestural, and the possibility of elusive things in and for the art. We talk about an exhibition that moves in the imprecise field of relational, the cultural dismantle, and the investigation of social and sociological plot. The poetry as well, of course.

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The idea is to penetrate cracks and retrace those paths seems to be closed up tight, or worn out due to the same routes. Same routes all time. Take two backwards steps, take distance, and then look again. As is well-known by its curators, to get it, it doesn’t exist a unique formula. There are several maneuvers and methodologies, some focused on action art, management and dislocation of historicist story, and interaction with areas of the social fabric. Others, on the other hand, are evoked to timeliness of experience, the deliberation of the gesture and its unease ability. All, in any case are moving in the edges. In that infinite space of possibilities that inhabit Entre el uno y el dos. Or is it perhaps, after knowing natural numbers at the school, we would not be surprised by rational – which enabled us, among other things, the incredible opportunity to subtract 10 to 5- and even real? We have had to assume that everything lives with its nemesis long time ago, and more, with a series of apocryphal and legitimate variants of itself. We have had assume, in brief, that nothing is just or exactly what is like. There is more, it is a fact.

This orbiting around relational aesthetics and deep areas of the procedural, landfall in suggestions as Reflexiones de un souvenir, by Levi Orta. This piece points to the monetization and utilization of politics, ideology and national history. A piece of the Berlin wall was brought from Germany by the artist- a small large faded pebble- , it becomes the epicenter of a mathematical analysis about alleged profits of the German state after commercialize, literally, the wall (also the wall of laments) that once divided the European country into two halves policies. The millionaire number resulting from this calculation is not actually the important thing here; the real key, the controversial subject it will be the way in which Germany has decided to deal with that troubled past, and its physical remains.

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Línea de produccion por excedente, another of great work of the exhibition that belonging to Adrián Melis. The cynicism of the proceeding that articulate the development and staging of this piece is, disrespectful and incisive, and sad as well, who can doubt it. Melis would decide, after opening a company for this purpose, convene to a position job whose function would end up, let us read it well, in destroying the CVs of those candidates rejected by him. The ideas of competition and exclusion, as fundamental principles of contemporary labor logic – I would say capitalists but they meaningless to sociopolitical and economic demarcations in a world where the scheme is polarized dizzily- are put in crisis, eagerly dissected and exhibited in their most terrible and cruel positions. After a month of hard work, Melis had a huge stack of shredded papers, an employed returning to unemployment, and he sets out at the same place. That is why he already knew that, and that security formed a basic part of his artistic gesture.

“Entre el uno y el dos” strengthen gestural and procedural platforms as accurate alternatives to the aphonic of much part of art today. When we left the rooms of the apartment, we go out with many things, although we do not know for sure what; things that, we can not get into our wallets or hanging on the wall. In the memory remains beating a huge pile of concrete and paper, human wastes from past stories and people who will never get know. It remains also, and forever, a boat alone in the sea.{:}