El claro-oscuro de hedonismos encarnados
El multifacético artista Josué Castro se ha desempeñado desde distintos ámbitos de la creación. Vivió durante 25 años de la pintura, mientras que hoy lo vemos dirigiendo un espacio cultural y, a su vez, desarrollando una fotografía centrada en el individuo, donde los diálogos interpersonales surgen desde los contrastes de blancos y negros, un tanto enfocada al lado oscuro y sarcástico de la imagen.
Distintas circunstancias, en la vida de Josué, han sido factores decisivos para su carrera artística, las que han derivado en diversas posibilidades para el avance de su trabajo visual. Sus obras parten como historias donde la experimentación es parte del proceso artístico, en ellas el desarrollo se inicia desde el juego, tal como él lo explica: “Comienzo por crear historias antes de empezar cualquier proyecto, siempre parto jugando y solo lo dejo crecer. Yo le llamo accidentes controlados”.
Nacido en el México Distrito Federal en 1956, Josué creció en un entorno de negocios. Sin embargo, el arte se presentó durante su infancia gracias a dos de sus tíos que eran pintores, lo cual le permitió desarrollar un interés por el arte desde corta edad. Josué cree que desde el primer momento en que pisó el taller de pintura de uno de ellos, su interés por ésta despertó. Atracción que se demostró cuando tomó la decisión de estudiar Artes Plásticas en La Esmeralda, la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado. Sin embargo, encontró, como muchos otros artistas, la oposición de su familia, por lo que se las ingenió para encontrar una carrera que le permitiera desarrollar su creatividad: diseño gráfico.
Mientras terminaba su carrera en la Universidad Iberoamericana, trabajó en fábricas de ropa, como diseñador de modas, creando aparadores e interiores de tienda, vinculación que aún mantiene. Hoy en día, la fotografía forma parte primordial de sus proyectos y su carrera como pintor aun influye en su trabajo fotográfico. Castro explica que la edición, disposición y composición de sus imágenes se centra en principios pictóricos, los cuales combina con principios escultóricos permitiendo un dinamismo que dialoga con el sujeto y los elementos que lo acompañan.
El uso de los blancos y negros se presenta como un elemento característico dentro de su trabajo. Josué señala, al hablar de su estilo fotográfico: “Manejo la fotografía en blanco y negro especialmente porque me gusta la magia que envuelve y cómo hace que el espectador utilice más su imaginación para crear los ambientes que se utilizaron para las mismas”. La forma en que utiliza la falta de color pareciera no afectar en el impacto que genera en cada una de las imágenes, es más, quizás es esta misma no utilización del color la que logra una tensión en la atmósfera que envuelve al sujeto retratado.
Al momento de hablar sobre cómo llegó a desarrollar su propio estilo fotográfico, hace referencia a dos fotógrafos cuyos trabajos observó por muchos años: el norteamericano Robert Mapplethorpe (1946 – 1989) y el japonés Nobuyoshi Araki (1940). Ambos artistas, al igual que Castro, no solo tienen en común el blanco y negro, sino que son conocidos por las temáticas que representan, todas ellas controversiales por la osadía con la que abordan motivos poco explorados, como facetas ocultas del ser humano y de la sociedad, el sadomasoquismo, el erotismo, el fetichismo.
Ninguna de las imágenes de Josué pasa a ser completamente explícita. Sus obras permiten un diálogo que llama al espectador a terminar el relato, en el que se oculta y, a la vez, revela la identidad del sujeto, el que está latente entre la falta de entorno y la concentración visual en su imagen, en el juego de piezas que se presentan. Josué pareciera estar constantemente moviéndose entre distintos ámbitos y temáticas, las que se mantienen fiel a un aura particular que busca tener en sus imágenes. Al referirse a conceptos permanentes dentro de su obra, Castro dice: “Para mí lo más importante al fotografiar a un individuo es captar su lado interno y mostrar a los espectadores de mis imágenes un perfil antropológico, me gusta que mis proyectos siempre estén relacionados con el medio, entorno a sus virtudes y problemas”.
Josué nos cuenta cómo las distintas cosas que ha hecho lo han llevado a incursionar en distintos ámbitos y no cerrarse solo en el espacio: “Desde hace 15 años abrí mi primera galería para promover mi trabajo y el de otros artistas, me ha ayudado mucho el haber trabajado en fábricas y tiendas de ropa pues estuve en contacto con comerciantes. Actualmente manejo un espacio alternativo en la ciudad de Tijuana, The Kitchen TJ#22000, en el cual mezclamos gastronomía, música y fotografía”.
Una de sus últimas exposiciones se presenta como un proyecto de intercambio cultural llamada Puro Hedonismo/Hedonismo Puro, y consiste en una serie de 45 fotografías de gran formato: retratos en blanco y negro de connotadas personas relacionadas a la gastronomía de Baja California, chefs afamados y emergentes, enólogos, artesanos culinarios, entre otros. Siendo fiel a su estilo, vemos a cada uno de estos individuos emergiendo desde un denso negro que los enmarca, donde existe una relación conceptual desde la creación como impulso, así como la relación con la materia. Envuelve tantos sentidos y sensaciones con cada elemento dispuesto en la imagen que simula de cierta forma la actividad creativa culinaria. Como la curadora de la muestra, Marisa Caichiolo, señala: «Castro nos deleita con este cuerpo de trabajo sobre el hedonismo/auto indulgencia, placer y satisfacción propia. Él hábilmente ilustra como sensual y decadente el acto creativo de la cocina puede ser, a través de la conexión con todos los aspectos de nuestras vidas. Desde el nacimiento hasta la muerte a la mesa, que nos hace sentir la piel sobre la piel, la grasa en su fuego, la sal en la lengua».
Dueño de un dinamismo indiscutible que no solo se aprecia en la distintas actividades que ha realizado a lo largo de su vida, la fortuna o el destino parecieran ser un factor esencial en cómo Josué ha formado su carrera artística, en donde las oportunidades son infinitas, tal como él cuenta: “Nunca espero nada en especial, me gusta ver cómo van fluyendo las cosas, yo solo trabajo muy duro en mis proyectos, sé que el trabajo constante tarde o temprano rinde éxito. Para mí es un juego que será siempre atractivo, en el momento que deja de ser un juego pierde su encanto”.