La escultura de Geraldina Ahumada deambula entre relatos de la vida cotidiana que ponen siempre en jaque los símbolos para repensar ciertos objetos que remiten a algunos momentos, o acontecimientos de la memoria. El volumen es su texto, y las formas su nuevo significante.
«Mi madre sin querer me enseñó el oficio de la incertidumbre, de querer siempre hacer y crear cosas»
“La semiótica de los recuerdos”, se denominaría la retrospectiva que reúna su producción, principalmente escultura en cerámicas y trabajo con arcilla; objetos con los que ella se conecta para comunicar ciertos testimonios de la historia contemporánea de Chile. Un televisor, un micrófono, barcos, y otros objetos que ella replantea para descifrar ciertos mensajes en cada pieza.
Así siempre se permiten dobles lecturas, como en su obra de los televisores de cerámica que contienen a dos montes pronunciados que remiten a la presunción corporal del seno femenino, o de la espacialidad geográfica de la Cordillera de los Andes. “Yo invito al público a encontrarse con más de una interpretación o lectura de cada una de mis obras”, señala la artista.
La memoria desde la mímesis
En este viaje por los objetos de comunicación en cerámica, Geraldina propone otro televisor con un corazón oprimido dentro de él, y un micrófono que en su base contiene el texto “me escuchas?”, de una serie que más bien replantea el rol de los medios de comunicación, y tensa su misión, con su real discurso o campo de acción. “Si bien mi obra no tiene una referencialidad política directa, estas piezas recuerdan algunas vivencias de mi juventud, cuando viví a pocos metro de un centro de tortura durante el gobierno militar, ahí los gritos y los sonidos en sí permitían dibujar un oscuro escenario”, testimonio de aquello es una cerámica que un edificio engordado y asimétrico que contiene deformes y oscuras habitaciones que encierran testimonios imaginarios de los sonidos que Geraldina oyó en su momento. “Esa pregunta en el micrófono, sobre ‘¿me escuchas?’ habla sobre no ser escuchado, sobre querer decir algo pero no obtener respuesta”, señala, quitándole así su uso al objeto representado, la obra de Geraldina se cruza con textos críticos que se puede leer en su propuesta, “estos objetos vienen a repensar la forma por cuanto en la Historia de Chile y en el siglo XXI, si antes no se podía hablar, ahora no se puede escuchar, hay un cerco comunicativo que permite que ciertas cosas salgan a la luz y otras sí, pero con menos cobertura que otras, entonces, por eso surgen los medios digitales, porque se necesita ser escuchado, y ahí está el espacio para emitir mensajes y ‘decir algo’”, comentó la artista.
Una exposición, en la Universidad de Talca en 2013, reunió su reciente producción, donde también problematiza el símbolo y para esto usó un barco, que presenta fisurado pero navegante, entre otros navíos como submarinos y barcos de carga donde los abre y descompone para preguntarnos sobre su uso y sus funciones convencionales.
En su taller, ubicado en Nuñoa, mantiene su más personal y reciente producción, algunas esculturas que hizo para sus padres, ahora ausentes, y que representan lecturas más íntimas que detallan en la forma y en la materialidad cierta metáfora sentimental en donde las figuras femeninas, y la textura dócil tienen protagonismo. “Mi madre sin querer me enseñó el oficio de la incertidumbre, de querer siempre hacer y crear cosas, para esos tiempos era difícil que una mujer quisiese hacer además, otras cosas, pero si bien no tuvo estudios formales de arte era una gran tejedora de cuadros y artista”, comenta Geraldina.
Una obra, en medio de su taller, parece invitar a jugar al espectador, se trata de un temporizador que ofrece 4 opciones de mensajes para dejarle a su pareja, una suerte de lectura cotidiana de los quehaceres actuales, “Fui al Mall”, “Saca al perro”, “Vuelvo luego”, y “Te amo” son los textos que contiene, y que pueden girar según el público lo requiera. “Hay ciertos hitos en el día de la ciudad que necesitamos decirnos, todo es tan rápido que nos cuesta comunicarnos, y estos objetos si bien no son literalmente objetos de mensajería, remiten a ciertas cosas que se quieren comunicar y que tienen que ver con una lectura del cotidiano”, enfatizó la artista.
La obra de Geraldina Ahumada, conecta ciertas lecturas a través de los objetos, que ella replantea para preguntarnos, ¿para qué sirven estos objetos?, dando una lectura desde el símbolo de cada hito que ella cita y refiere, como los medios de comunicación, el espacio arquitectónico y la funcionalidad de los botes y relojes, objetos y conceptos que, uno a uno nos recuerda la necesidad de repensar su uso, revelando ciertas ideas sobre el tiempo, la comunicación y la necesidad de que objetos que remiten a cierta memoria puedan tener nuevas lecturas.