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Imágenes cortesia del artista.

El trabajo de la artista visual María Elena Etchepare no pasa desapercibido. Sus monstruosidades o criaturas misteriosas, como también las denomina, están cargadas de un contenido visual expresivo, poniendo lo femenino en el centro, por sobre todo. Esta temática ha estado presente desde los inicios de su carrera artística, cuando decidió dedicarse por completo al arte.

«Los monstruos grafican esas sombras arraigadas en el inconsciente y me hace sentido darles una personalidad que los identifique»

“Siempre tuve un contacto con el arte, pero tímidamente. Luego de separarme me puse de lleno a trabajar en el collage como una forma expresión. Sacaba de recortes de diarios y revistas el material a utilizar. El tema principal siempre fue la mujer. En un comienzo fue la mujer oprimida, luego fueron saliendo otras mujeres, la triste, la maternal, la viajera, fue una catarsis, una terapia muy buena para mí” señala Maria Elena Etchepare.

El collage le dio la libertad para incorporar diferentes materiales en su trabajo, además de acercarla al mundo de la tecnología digital, a través de Photoshop. Este estilo le permitió abrir su arte a un discurso más íntimo, donde podía jugar con otras mixturas, a diferencia de la pintura.

“Estuve seis años estudiando y pintando en acuarela, pero siempre me incliné por algo que fuera más fuerte, y eso es lo que me da el collage, ahí puedo meter lo que quiera y dar con el resultado que busco”, explica la artista visual.

Para alcanzar este objetivo, María Elena ha estudiado y realizado cursos en distintas áreas del conocimiento, desde acuarela y reciclado de papel con Lea Kleiner, pasando por Filosofía en la Universidad Arcis, hasta Paleontología en el Museo de Ciencias de Chile.

“Todo lo que he aprendido me ha servido en algún momento para crear mi trabajo, a veces después de mucho tiempo. Siempre me ha servido lo académico, ya que al mezclarlo con lo intuitivo nacen las ideas. Por ejemplo, en la universidad, con filosofía, aprendí a romper con las tradiciones, a no creer en nada de lo que te dicen, a investigar profundamente. Con la paleontología también conoces el inicio de toda la evolución humana, desde una esponja, pasa por una medusa, luego un gusano, eso es surrealismo”.

© María Elena Etchepare

© María Elena Etchepare

Esta unión de saberes hizo que María Elena rápidamente se identificara con el movimiento surrealista ya que, según la artista, “esta técnica se relaciona con lo auténtico y lo intuitivo”, conceptos que están siempre presentes dentro de su obra.

“El surrealismo es liberación y eso es algo que busco proyectar en mi trabajo. Luego de estudiar Filosofía y Paleontología algo pasó en mí y empecé a mirar más hacia dentro, ya no tanto desde la expresión artística, sino desde el ser humano. Ahí conocí a Jung y descubrí este otro lado del ser humano, donde juegan lo inconsciente y lo perceptivo, no el razonamiento” asegura.

A raíz de esto surgen sus criaturas misteriosas, collages con los que busca mostrar, a través de imágenes ensambladas, manchas oscuras con ojos, labios y tacones, figuras surrealistas que reflejan la sombra de su propio inconsciente, llevando al espectador a reflexionar sobre la naturaleza humana.

“Los monstruos grafican esas sombras arraigadas en el inconsciente y me hace sentido darles una personalidad que los identifique. Con las criaturas misteriosas busco desmitificar los cánones de belleza que están insertos en la sociedad, estas criaturas permiten mostrar esas imperfecciones que los seres humanos tenemos” afirma.

Al mismo tiempo introduce la temática de género que es una parte crucial tanto en su trabajo individual como colectivo. Parte de esto se puede ver reflejado en la creación del colectivo artístico 10×10.1 donde comparte experiencias y realiza exposiciones con doce artistas, todas mujeres.

“Lo acabo de fundar, son distintas generaciones de mujeres, cada una con su estilo y línea. La idea es hacer cosas más pequeñas, sin marco, originales y baratas, para que sea accesible a todos. Nuestra principal apuesta es llevar nuestro trabajo a París, en una tienda donde tenemos un contacto, para que las artistas logren vender sus obras. Yo busco orientarlas para que aprendan, pero no hay directivas, es un colectivo donde todas aprendemos y cooperamos” cuenta.

Para María Elena, es fundamental hoy en día trabajar colectivamente, derrocar el concepto del artista solitario e individualista para comenzar a generar colaboración e intercambio entre los creadores. “Yo rescato lo colectivo, por eso mismo trato de traspasar el conocimiento y la experiencia. El arte colectivo por sobre el individual. Es mejor juntarse, para no ser tu propio crítico y quedarte dando vuelta en lo mismo” comenta.

Es por eso que este año quiere dedicarlo por completo al colectivo 10×10.1 impulsando nuevas exposiciones a nivel local e internacional, también está optando a una residencia en París por tres meses. Sin embargo, a pesar de todos estos planes, hoy se encuentra buscando nuevas formas de experimentación. “Lo último que he estado trabajando es el dibujo, manchas negras, con pintura de cobre, son pedazos de ocre que titule fragmentos del universo” afirma.