Skip to main content

Imágenes cortesía de la artista.

Para Magdalena González el arte ha sido el camino hacia un crecimiento espiritual, que le ha permitido conectarse con sus raíces y emociones más profundas.

«Me gusta la abstracción , sugerir mis sentimientos y plasmar lo emocional en la tela»

Diseñadora gráfica, confiesa que nunca encajó en el mundo publicitario: “En la parte afectiva de los sentimientos siempre necesite expresar de alguna forma. El diseño gráfico era un trabajo muy esquemático, donde no entraban mucho las emociones. Yo necesitaba esa otra parte, de expresar manualmente lo que estaba sintiendo y eso fue lo que encontré con la escultura, un desafío de darle vida a algo sin vida. Para mí fue algo muy liberador y terapéutico”, cuenta Magdalena.

Desde entonces Magdalena ha dedicado su tiempo a esculpir, realizó un Diplomado en Arte con mención en Escultura en la Universidad Católica de Chile, estudios que le permitieron combinar lo académico con lo autodidacta dentro de su trabajo: “La teoría es muy necesaria, saber manejar el lenguaje visual, los colores, los materiales y la geometría siempre es importante, pero también la expresión libre y espontánea para lograr transmitir lo que siento”, señala.

© Magdalena González

© Magdalena González

Ese deseo de traspasar sensaciones y estados de ánimo fue lo que llevó a Magdalena a explorar en la pintura, identificándose con lo abstracto en vez de lo figurativo, este estilo representa para la artista el mejor medio para liberar sus emociones en la tela: “Me gusta la abstracción , sugerir mis sentimientos y plasmar lo emocional en la tela. Además, me gusta el trabajo rápido, no tengo la paciencia para quedarme en detalles, necesito expresar a través de trazos rápidos, sin volver atrás ni retroceder. El estilo abstracto va con mi personalidad y con lo que deseo transmitir”.

El proceso de crear una obra, ya sea pintura o escultura, es una metamorfosis muy íntima para Magdalena, puesto que escarba dentro de sus pensamientos para exteriorizar sus sentimientos más ocultos: “Cada vez que planifico un trabajo en serie hago una inmersión hacia dentro y busco exteriorizar lo que estoy sintiendo, es como ir a una psicóloga, pero yo lo hago a través de la pintura. Todos los trabajos que he hecho reflejan vivencias propias y etapas. La manera de sacar todo eso hacia afuera es pintando. Es una especie de diario de vida gráfico o de memoria visual”, comenta.

Por ello Magdalena, junto a su socia Lala Carrasco, han creado el espacio Arte luna, donde realizan talleres de pintura, cerámica y telares abierto a todo público. Sin embargo, la gran mayoría de los que asisten a estos talleres buscan una expresión a través de la creación y del arte: “Vienen muchas personas, la mayoría profesionales que quieren cambiar el chip. Les pasamos todo tipo de materiales para que ellos elaboren proyectos personales, guiados por nosotras, de esta manera ellos pueden desenvolverse libremente en distintos estilos. Además, para muchos de los asistentes esto es una especie de clínica del arte, acá se relajan, comparten, se ríen, aprenden y crean”, explica la artista.

© Magdalena González

© Magdalena González

Una de las proyecciones que el taller Arte luna se propone es potenciar el arte terapia, para ello ya cuentan con el espacio, una hermosa casa en medio de la cordillera y viveros abundantes que entregan un aura de tranquilidad e inspiración para los que participan, no obstante Magdalena manifiesta que les falta perfeccionarse en el área psicológica: “Nos interesa trabajar el arte terapia en forma más profunda, pero estamos analizando porque eso se estudia, antes cualquiera llegaba y decía esto es arte terapia, pero en realidad el arte terapia tiene su base y fundamento”.

A nivel personal Magdalena se encuentra trabajando en un proyecto para el 2016 que contempla el estilo de la técnica mixta, lo abstracto y lo emocional, no busca alejarse de su estilo, pero si quiere incorporar lo teórico dentro de este trabajo, siendo un desafío completamente nuevo para la arista: “Tengo la idea de trabajar el tema de las cicatrices, o sea proyectar como uno en la vida va pasando por distintas etapas que te van de alguna u otra forma marcando. Esa marca o ese sello tienen un abrir y cerrar etapas, ese tipo de cicatrices es lo que yo quiero reflejar en mis cuadros a través de costuras, con distintos materiales como cordeles, alambre púas o cáñamo”.