Lo suyo es trabajar con el volumen. María Teresa Haeussler crea cuerpos con vida propia a través de la escultura, que además de proyectar su figura en una sombra, tienen un recorrido visual que va más allá del plano. Cada pieza de la escultora refleja paz, ya sea en una forma abstracta hecha en madera o en una de sus danzantes mujeres de bronce. Su trabajo es una especie de Hágalo Usted Mismo.
«La escultura de María Teresa Haeussler es figurativa, casi por completo dedicada a la esencia de lo humano. Si no esculpe grupos de personas, hace esbeltas bailarinas de piernas largas, que en sí mismas, son una oda a la fascinación por el movimiento de la escultora»
Embarazada de su quinto hijo, María Teresa no puede usar la motosierra. “Cuando estoy en este estado, la madera se hace pesada, porque es una pega de harta fuerza física; estás todo el rato tallando, moviendo la sierra eléctrica”, dice la artista, riendo en su taller en Ñuñoa mientras imita el chirrido de la máquina. Además de escultora, María Teresa se considera una carpintera, pero más que eso, dice que es un maestro de estos que hacen todo tipo de trabajos en la casa. Imitando a su madre, aprendió el tallado en madera cuando era pequeña. Le encantaba mirar a su mamá haciendo retablos y sentir el olor a las maderas recién esculpidas de su hogar en el sur. Sigue amando ese olor cuando talla o cuándo inunda su casa con una obra recién terminada.
Creciendo en este escenario, la escultura le es natural. El volumen, la altura, cada una de las dimensiones y textura de las esculturas son algo con lo que María Teresa se relaciona fácilmente. A pesar de haber practicado siempre la pintura, esta nunca le atrajo tanto como la escultura, y si bien partió con la madera, el bronce es uno de los materiales que hoy delinean sus obras. Ambos soportes son los caminos paralelos de Haeussler, y aunque sus trabajos pueden tener la misma temática tanto en bronce como en madera, su desarrollo es totalmente distinto. María Teresa usa la madera que trae del sur para esculturas de volúmenes más limpios, que dejan ver las robustas vetas de la madera; esto la ayuda a crear figuras más abstractas. En cambio, cuando trabaja el bronce, aprovecha de enriquecer su trabajo con un alto nivel de detalle. Ambos materiales han confluido en obras mixtas, en las que el valor de un soporte es ensalzado por las características de su contrario. “Son cálidos. Cuando mezclo fierro y madera, encuentro que la madera le da calidez al bronce y viceversa”, cree la artista.
La escultura de María Teresa Haeussler es figurativa, casi por completo dedicada a la esencia de lo humano. Si no esculpe grupos de personas, hace esbeltas bailarinas de piernas largas, que en sí mismas, son una oda a la fascinación por el movimiento de la escultora. En estos seres, Haeussler descubre el valor intuitivo de su escultura: no preconcibe un concepto para sus obras, sino que comienza a construir y a moldear en el camino. “Trabajo un poco al revés”, admite la escultora, porque en el resultado final, la intención se le hace clara. La obra cobra un sentido coherente con la expresión de la artista al final de cada proyecto, expresión que se caracteriza por su paz y una sensación de cobijo.
“Yo soy más maestro”, María Teresa dice riendo. Para ella, la confección y el valor estético van primero en la producción artística. La entretiene la libertad implícita de trabajar de esta forma, y aunque no se ve a sí misma como una artista conceptual, su paso por la Scola Massana en Barcelona marcó de manera importante su escultura. En España, Haeussler ejercitó la construcción previa de una idea antes de ir a lo práctico. Para María Teresa, el mundo que vio en Massana era un mundo al revés; pensar antes de hacer no era lo suyo, pero le pareció un camino lógico. Al final de su paso por Barcelona, se dio cuenta de que, a pesar de ser caminos distintos, siempre llegan al mismo resultado: una obra coherente con el sentir del artista.
La artista cree en la rigurosidad y disciplina como principal herramienta para obtener buenos resultados. María Teresa dedica sus mañanas a esculpir uno de los 6 ó 7 proyectos que suele tener en construcción. Lo importante para esta escultora es no dejar de producir, porque mientras se trabaja las ideas nacen. Con la rigurosidad que la caracteriza como artista, María Teresa llega a su taller, se pone su overol, su mascarilla y enciende la moto sierra. Dice que parece Robocop.