“Siempre parto de la mancha, del gesto más accidental, espontáneo. Luego voy trabajando por capas, y así surgen las sorpresas; a veces he terminado un cuadro y lo he intervenido nuevamente y nace una nueva obra, hay mucho azar en mi trabajo, y la pintura es el mejor medio para lograrlo”
Los lenguajes contemporáneosde las artes visuales, en general, se han orientado hacia otras materialidades, entre tanto la instalación, el cuerpo (la performance), el video y la fotografía han tomado protagonismo en un escenario de constante desarrollo de experimentación en torno a nuevos lenguajes de expresión-sincronía artística y también social. La pintura contemporánea de Bernardita Garib propone un acercamiento a este fenómeno desde una materialidad mixta, produciendo desde elcollage, la pincelada expresionista abstracta y la metáfora del color en una acabada obra, que remite a lugares y objetos conocidos, pero no abordados, inconclusos en el imaginario colectivo y atemporal.
Así, su obra que se plantea desde la soberbia del color, de la riqueza del color, emprende un vuelo que permite diferentes lecturas e interpretaciones de su obra. Hay algo en su lenguaje que evoca la emotividad cercana, no desconocida y un tanto amigable. “Mi madre estimuló desde muy pequeña en mí esa inquietud por dibujar, por pintar, por leer libros de arte. Estudié ciencias políticas, pero esa sensibilidad artística también es parte de una herencia”, menciona.
Esa cómoda y placentera pincelada de la memoria, desde lo fraternal, del nutrido seno del hogar, dibujó la cercanía de Bernardita por la pintura, casi como un juego, y no por lo liviano ni trivial, sino por la alegre cercanía de experimentar, de comodidad, de relación cómplice que tiene en especial con la pintura, incluso habiendo –en el pasado cercano– abordado otras disciplinas como el grabado y la fotografía que si bien, cautivaron su quehacer, no desviaron la atención de su pincelada certera en la materialidad colorida. La técnica mixta, que danza entre la objetualidad del collage, la pincelada abstracta, y la sorpresa inmensa del lienzo blanco que va cubriendo con esa metodología de la inspiración que da rienda suelta en su taller. Cada trazo es una idea, y cada idea es un color. “Siempre parto de la mancha, del gesto más accidental, espontáneo. Luego voy trabajando por capas, y así surgen las sorpresas; a veces he terminado un cuadro y lo he intervenido nuevamente y nace una nueva obra, hay mucho azar en mi trabajo, y la pintura es el mejor medio para lograrlo».
La obra de Garib se plantea siempre desde la observación crítica experimental, encontrando en el expresionismo y lo abstracto un lugar cómodo para evocar, en su pincelada, metáforas de color que colmen su obra de singularidades, como la inserción de objetos (papales, trozos de diario, de guía de teléfono, entre otros), la mancha como atisbo de testimonio, y la intervención de espátulas, pinceles e incluso llaves que generen un diálogo fructífero en su colorido imaginar. “Para mí el trabajo de taller empieza cuando enfrento la tela o el papel en blanco, es un constante desafío ya que no tengo una idea fija. En mi obra exceso distintos pensamientos y sentimientos sobre diversas cosas: las noticias, lo cotidiano, la calle, las penas y las alegrías. Así voy insertando un collage, u otro objeto que puede parecer muy concreto o racional, pero eso concreto dura poco, porque de inmediato lo transformo para que el espectador pueda buscar intrigado qué es lo que yace en ese objeto ahí pegado. Para mí trabajar desde el color es vida, es expresar, es hablar desde donde estoy parada en este mundo, para participar, para vivir y expresar que no soy ajena a él”.
Su obra ha recorrido el circuito local fluyendo en distintas oportunidades, generando en el espectador constantes preguntas e intrigas que se traducen en lecturas no lineales de su obra, la que en su conjunto, remite de lleno a la pasión colorida de su estética expresionista y también abstracta, que ha transitado con éxito de la crítica, por ejemplo, en la Bienal de Arte Contemporáneo en Buenos Aires este pasado 2014. Lo cromático y mixto de su propuesta cuestiona y evidencia constantemente las inquietudes de Bernardita Garib, poniendo a su obra en diálogo con el público, una suerte de pasión expresada a través del color, de la mancha, de esa figura perdida en la semiótica de la memoria, que nos remite constantemente a la pregunta sobre la vida, sobre lo colorido y mágico de la vida, y lo sorpresivo del color, “para mí la pintura es un lenguaje, así que, lo que no digo con palabras, lo digo con la mancha, con el trazo colorido de mi pintura”.