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Poner en relieve temáticas relativas a la fe, en estricto rigor no implica orbitar un culto en específico, sino más bien apunta a entender cómo el arte reconstruye ciertos tópicos que en su momento fueron intocables, y al unísono detenerse en artistas que por sobre la transgresión o la previa definición crítica, experimentan dentro de su natural proceso la reconversión del objeto simbólico, reformulando la imagen sacra.

Ejercicio plástico que ocurre con la Pietà (1499) de Miguel Ángel y esa inescrutable lista de aproximaciones que van desde las quiteñas representaciones de Gaspar Zangurima en el siglo XIX, a la controvertida versión de Juan Domingo Dávila Holy Family (1985) o la performance Velatón por Cristo (2019) de Norma Mor y Paly Sanhueza, interpelación, desarrollada en el frontis de la Catedral de Santiago, que evoca los abusos sexuales provocados a menores al interior de una iglesia donde la violencia se ejerce entre el púlpito y el confesionario.

@Norma Mor y Paly Sanhueza

@Norma Mor y Paly Sanhueza

Aunque, no sólo hablo de filiaciones exclusivamente vinculadas al género, sino a recreaciones como Anima Mundi, Pieta (1983) de Marina Abramovic, que buscan una revisión a la iconografía de la cristiandad, hacia una figuración más humana y que rompa con tanta asimetría divina. Postura que por cierto se confronta y entrelaza con la de Bill Viola, quien aborda la pasión desde el video arte, pero desde una estética performativa próxima al retablo renacentista, alcanzando un clímax dramático que el mismo explica– “Trata en última instancia del sufrimiento como parte esencial de la condición humana”.

@Bill Viola

@Bill Viola

Hecho que también ilustra Ashley Hagerstrand, con una propuesta digital llena de invocaciones religiosas e irónicos visos posmodernistas, en un vaivén entre divino y terrenal, tal singular como la Pietà con Courtney Love (2006) y American Jesus: Hold Me, Carry Me Boldly (2009) de David LaChapelle, y Michael Jackson and bubles (1988) de Jeff Koons, tres obras que están bastante más embadurnadas por el marketing, que por lo secular.

@Ashley Hagerstrand

@Ashley Hagerstrand

@David LaChapelle

@David LaChapelle

@Sebastián Riffo Montenegro

@Sebastián Riffo Montenegro

 

 

 

 

 

 

 

 

Derivación que se acentúa aún más, en la escultura en 3D La ramera de Babilonia, el consumo como nueva religión (Virgin Coke-2019) de Sebastián Riffo Montenegro, al indagar sobre el valor de imagen y la construcción social de consumo instaurada por la publicidad. Visión contrapuesta a las místicas transfiguraciones que Alfredo Márquez, desarrolló en La Pachakuti (Like a Virgen-1998) y en Caja negra (2001) representando a la trinidad al estilo barroco andino, pero con sus miembros vestidos de terroristas, signo irrefutable del apocalipsis peruano, diezmado por la corrupción y la muerte, en la que Mamá Icaro (2005) es una virgen personificada por la vedette Mariella Zanetti, en un síntoma más de una época donde el sincretismo intercultural se evidencia además en la Crucifixión (Por qué me has abandonado-1999) y en la serie Divinos (2000) de Christian Bendayán donde mezcla el excesivo travestismo de la selva con ciertas alusiones genésicas.

Aun cuando, existen varios ejemplos en los cuales se intensifica la intertextualidad de la imagen, también hay otros alejados de la entidad antropomórfica llamada dios, como sucede con Feet First (1991) Martin Kippenberger (1953-1997), quien representó a un sapo crucificado con una cerveza en una mano y un huevo pegado en la pelvis, en un desdibujo del símbolo judeo-cristiano, que el colombiano Fernando Botero recompone en Vía Crucis (2011) imprimiéndole su característico sello a un Cristo verde, crucificado y eutrófico, con la ciudad de Nueva York de fondo, instaurándolo como un mártir del capitalismo. Cruce retórico que León Ferrari (Buenos Aires, 1920-2013) emplea en un extenso repertorio de obras ligadas a la religiosidad, encabezadas por un Cristo crucificado sobre un avión de combate estadounidense, que en sí denuncia la estandarización de la violencia en La civilización Occidental y cristiana (1965), seguida por Juicio Final (1994) con una reproducción de la Capilla Sixtina salpicada con caca de pájaros para mostrar tanta injusticia y arbitrariedad.

@León Ferrari

@León Ferrari

Relevo sacro-santo que Zaida González aborda cuestionando la visión moralizante de la iglesia en series como Primera comunión (2000), El castigo (2012) con una pugna permanente entre deseo y celibato, o como señalara el poeta Sergio Hernández- “Todo lo que he pecado no me basta para ganarme el cielo”, hasta llegar a Sin Lágrimas ni culpa (2016), donde prevalece una invertida diosa unicornio, virtualmente claveteada a una cruz de corazones de globo rosa, como evidencia del sueño incumplido. Marco conceptual que la artista María Eugenia Trujillo, retoma en Mujeres en custodia (2013), al intervenir los símbolos religiosos de la eucaristía (custodias y relicarios) con bordados que aluden al sexo femenino como una forma demostrar los distintos tipos de violencia, subyugación y maltrato histórico contra la mujer presente al interior de la iglesia. Así como muchos de los sufrimientos escondidos entre los velos monacales que luego refuerza en Mujeres ocultas (2014) y en Exvotos (2018), extendiendo la reflexión sobre la erótica femenina, al resignificar los emblemas de la fe cristiana, donde por siglos la mujer fue considerada impura. Estigma que remarca Rebecca Momoli en Lemma (2020), obra en la cual la artista alegoriza a través del santo sudario el doliente calvario del cuerpo femenino a través de la historia.

@María Eugenia Trujillo

@María Eugenia Trujillo

 

@Rebecca Momoli

@Rebecca Momoli

Algo muy distinto a La nona ora (1999) de Maurizio Cattelan, donde Juan Pablo II aparece como un superhombre común (Wojtyla) que ha caído de la gracia, derribado por un meteorito, perdiendo la batalla contra el pecado como una revelación de la crisis de credibilidad que aqueja a su iglesia, aludiendo a la hora novena, momento supremo donde Cristo entrega el espíritu al Padre al morir en la cruz.

@Maurizio Cattelan

@Maurizio Cattelan

Por lo mismo, sin ánimo de enaltecer, ni cuestionar, ni mucho menos blasfemar cierta imagen, esta nota propone hacer un breve ejercicio de divulgación que nos permita reflexionar en torno a una estructura de contenido que, por encima de nuestra creencia, muestre desde el punto de vista estético e interpretación, los procesos de cambio de esta sociedad y el arte como su espejo.