La mayor de los 26 autores reunidos en esta antología nació en 1986. Muchos de los otros 25 después del 94. El festival que dio origen a esta publicación, nació en la mente del equipo de Concreto Azul hace un tiempo y se concretó en la ciudad de Valparaíso en febrero de este 2019. Las discusiones en torno a la poesía que generaron durante los 4 días que duró el evento dieron forma a las palabras que preceden las obras poéticas en Maraña, panorama de poesía chilena joven. Es intrincado unir en iguales condiciones mujeres y hombres, capitalinos y provincianos, y aun así obtener un buen resultado, pero el equipo de Alquimia ediciones supera bien el desafío.
Situación o asunto intrincado
Las 96 páginas de la publicación constituyen una muestra de la lírica unida en el territorio de todo el país, pero no hay realmente una temática que unifique todos los escritos aquí reunidos. Entonces el trabajo del editor Guido Arroyo se valora más cuando logra dar conducción a los poemas de tantos autores, a través de figuras y referencias que marcan los poemas de esta generación.
“A mi lado caminan todos los seres de la tierra
les temo
todos les temen
son antropomorfos”
Larvaria I (fragmento)
En “Mudanza”, Victoria Ramírez nos pregunta “Dónde van las cenizas que flotan / cuando el aire espeso atraviesa / los resquicios del álbum familiar”. El desastre –¿el fuego?- cala en la vida familiar provocando más que el cambio de domicilio, generando una presencia que no abandona a la poeta y se convierte también en parte del álbum de fotos identitario de lo que queda del clan.
Luego, Catalina Ríos da cierta continuidad de temáticas en “Los muebles”, pero entonces presenta “Compras un pollo entero”, un poema breve que bien podría no haber sido incluido en esta ni ninguna antología. ¿Por qué incluirlo entonces? “Separas una pierna con tus manos / el crujido te recuerda / a tus propios huesos / rompiéndose”.
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Jonathan Opazo Hernández hace una muestra de talento en “Kind of blue” con un ritmo de lectura trepidante que anticipa un clímax (que realmente concreta quien lee) e impulsa la lectura hasta el final del poema. “Reposan sin ánimo / de dar alguna orden / o esperar que –por ej., / nueve rosas azules / que coronan la caída / de este día, signifique / que nueve rosas azules coronan / la caída de este día / nunca se ha tratado / -siete veces nunca- / de nada más que de / tratarse de sí mismo” .
De Diego Zamora Estay lo primero que leemos es “Poesía chilena” donde las equivalencias –si bien no hablan de marañas ni panoramas- dicen que la cosecha de poetas está perdida.
Lo que se extrae de «Larvaria» de Romina Sandoval es una muestra de fauna reconstruida por la autora, que se maravilla con la diferencia de corporalidad entre los humanos y los miembros casi modulares de los exoesqueletos que tienen los insectos. Un llamado a cambiar la naturaleza humana, quizás.
Analaura Núñez en “Cuadro de una tortuga Galápago comiendo una sandía” nos ofrece un final de poema que levanta más dudas que respuestas y es esta falta de certeza, este verso cuestionador, el que nos recuerda que el lenguaje no es un lugar de certezas, sino un espacio de acuerdos comunes. Escribe Núñez “Arranco la hoja de la revista donde está la tortuga / la meto en mi boca / la saliva deshace la hoja / la tortuga muere dos veces”. Esta misma irreverencia la encontramos cuando Felipe Rodríguez presenta “X el mundo entero como un lugar extraño”, donde continúa sus referencias al Ferrari rojo que no respeta métricas ni signos viales, y plantea “Que nosotros los del flamante descapotable rojo / vamos haciendo unos trucos que brillan / con una potencia que ni en prosa podrían / describirse en toda su insolencia”.
De Camila Almendra leemos «JumperProleta», un texto cargado de rabia hacia la opresión histórica que han sufrido las mujeres por parte de los hombres.
“Por muchos años, me dijiste que era débil,
A callar en las asambleas,
Mirabas con vergüenza ajena mis opiniones
Y ellas mismas me miraban con cara de disgusto.
Mi nombre lleva el fuego de la barricada,
El disparo a sangre fría,
Las ratas en mi sexo,
DONDE ME FUI.
DONDE ME OCULTARON.
Acampo fuera del espacio que excluyeron
a este corazón rojo.
Mis manos guardan el cloro de mis abuelas nanas.”
JumperProleta (fragmento)
Tal vez como una herencia de Nicanor Parra, el humor también se presenta con irreverencia entre las páginas de Maraña, donde Pablo Suazo-Arancibia publica «Pequeña derrota 406” con claras referencias a códigos de error en establecimientos de conexiones digitales. Aquí lo que se cuestiona es la posibilidad de conectar sentimentalmente con otra persona, ya que el amor ha sido invadido por estereotipos de consumo “Amor libre / como los megas / en redes sociales / de tu compañía telefónica”. Y luego, el llamado divo de Guadalajara se apersona en los versos de Pablo, trayendo al recuerdo el colectivo poético de la Universidad de Chile que decía que el cantante mexicano merecía un nobel de literatura tal como Bob Dylan.
“Amor con fecha de vencimiento
no perecible
de duración indefinida
-el pop que escuchara al abrir
asegura un envase hermético-
X
“no te aferres
a un imposible”.”
Pequeña derrota 406 (fragmento)
Maraña, recomendado para conocer nombres de la escena chilena y sentir la poesía de esta cosecha perdida.
Ficha técnica
Autor V.v.a.a.
ISBN10 978-956-9974-50-2
Año 2019
Páginas 96
Colección Estados de Excepción
Editorial Alquimia Ediciones