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“Están por un lado, los artistas, a quienes su oficio les lleva a exigir que las destrezas que le son necesarias se enseñen de determinada manera. Están los profesores, que ven la obra de arte en el contexto del desarrollo integral del joven y también están los que hablan sobre las artes a estudiantes universitarios, intentando que las mejores obras cobren vida y explicando cómo consiguen ejercer su mágica influencia”. Estas palabras de Rudolf Arnheim describen las labores que Gustavo Pérez Monzón (Cuba, 1956) lleva desarrollando desde el principio de su carrera. El arte y la epistemología se entremezclan proporcionando resultados que buscan estimular la percepción de los que consumen y aprenden arte.

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Lars Elling | Experiencia Pictórica

sin título, técnica mixta sobre cartulina, 70 x 95 cm, 2017

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Tras la efervescencia de los años posteriores a la revolución del 59 donde la epicidad y la propaganda eran los protagonistas, aparece una renovación de la escena cubana. La ampliación de los lenguajes artísticos durante los 70 fue el caldo de cultivo para la asimilación de nuevas formas en el campo de la creación y la enseñanza, que llegaron a su climax con Volumen I, 1981. Los primeros guiños conceptuales, la abstracción y la geometría fueron algunas de las herramientas con las que la importante generación restauradora –de la que Gustavo Pérez Monzón formó parte– , construyó discursos que viajaron desde lo más básico de la experiencia estética, hasta la complejidad de las cuestiones sociopolíticas. Contenidos para la aprehensión y la reflexión en un contexto de reposicionamiento.

¿Cómo fue su experiencia como artista y educador entre los 70 y los 90 en La Habana? ¿Considera su labor de enseñanza como parte influyente en su obra?

Enseñar y producir obras fue algo que me gustó hacer y lo hice a la par. En un principio la enseñanza fue una opción necesaria para sobrevivir. Realizar talleres para niños fue mi primer trabajo después de terminar los estudios de arte. Poco a poco este trabajo se convirtió en un espacio creativo que desarrollaba a diario con mucha entrega y pasión.

Mirando de manera retrospectiva he pasado más tiempo asociado a procesos formativos que en la producción de una obra personal propiamente dicha, aunque realmente percibo ambos como aspectos entrelazados. Por un lado al enseñar sientes la exigencia de ser coherente sobre lo que expones, lo cual te obliga a pensar e informarte y, por otro lado, experimentas un vínculo de trabajo humano formativo diferente a lo que encuentras sólo en el estudio. Al desarrollar talleres o trabajando con otros, algunas veces sientes que lo que desarrollas es de más alcance que lo individual.

En sus obras como en sus proyectos de enseñanza, da importancia al espacio y la estimulación perceptiva generada por su modificación, sirviéndose de la geometría. ¿Considera estos términos como la base o fundamento de su obra?

Reconocer el espacio me parece básico al pretender hacer algo en las artes visuales. La mayoría de mis cursos los he empezado teniendo como tarea implícita tener en cuenta las particularidades de un sitio específico. Igualmente las instalaciones que he realizado, aunque son piezas muy sencillas, necesitan ser acopladas suavemente al espacio donde se colocan. Anteriormente en relación a la producción de principios de los 80, he tratado de decir que es una obra seducida por la geometría y los números, a la manera del pensamiento esotérico antiguo, donde formas y signos numéricos están asociados a conceptos. También se puede ver que admiro la presencia de más de medio siglo de arte modernista geométrico. Actualmente la geometría sigue siendo una herramienta siempre a mano.

sin título, técnica mixta sobre cartulina, 70 x 95 cm, 2016.

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Líneas entre la comunicación estética más perceptible y lo experiencial de lo formativo, se unen en una personalidad estimulante que toma forma en Trazos, 2015. Una exposición retrospectiva durante la duodécima Bienal de Arte de La Habana que revivió la producción de este actor y director del arte cubano tras más de 25 años en el “exilio creativo”. Obras del último tercio del siglo XX, remarcan la carrera de este prolífico artista, con la intención de dar vida al espacio dentro y fuera de una planimetría que adquiere volumen cuando espectador y perspectiva aceptan participar en su juego. La poética de sus composiciones nos anima a descifrar la multiplicidad de multiplicidades que la forman, como versos hechos materia que pretende seguir trazando después del estímulo de esa última exhibición en La Habana: He reestructurado mis compromisos y el trabajo de estudio pasó a ser primordial.

Volveremos a ver nuevas materializaciones, quizás en una línea diferente o continuando esa obra pretérita en la que la geometría y la organicidad inducen a reflexionar acerca del equilibrio y el desequilibrio, el movimiento y el estatismo, lo terrenal y lo espiritual. Sea como fuere, permanecemos a la espera.

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