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“Lo hice porque se podía, y no robé Los girasoles, de Van Gogh, porque no cabían en la bolsa”

By 14 de abril de 2017septiembre 10th, 2024No Comments

 

Octave Durham, alias Okkie de 44 años , es el ladrón que en 2002 hurto dos cuadros pequeños de Van Gogh colgados en el mismo museo del artista en Ámsterdam. Okkie admitió en un documental del programa Brandpunt, de la televisión pública holandesa que,“Lo hice porque se podía, y no robé Los girasoles, de Van Gogh, porque no cabían en la bolsa”.  A la sala de las telas que sí pudo llevarse: Vista del mar desde Scheveningen y Feligreses saliendo de la iglesia calvinista de Nuenen. Ambas acabaron en manos de la Camorra, que acumula arte para sus pagos internos, y el año pasado fueron recuperadas por la Guardia de Finanza italiana. Fue en el curso de una operación contra el tráfico internacional de cocaína y estaban escondidas en una casa de Pompeya. Las cuales fueron devueltas el pasado 20 de marzo al museo holandés.

“Están de vuelta. No creí que volviéramos a verlas, porque el 7 de diciembre de 2002 fue el día más negro de la historia del museo”, ha admitido exultante Axel Rüger, su director. “Para los ladrones, estos cuadros han sido solo dinero en efectivo para un billete a Ibiza o a Disneylandia”, ha añadido Jet Bussemaker, ministra saliente de Cultura, igualmente feliz. 

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Okkie tenía 29 años cuando decidió que era posible escalar el muro del museo Van Gogh, romper una claraboya del tejado, deslizarse por ella con una bolsa y meter luego dentro, con su marco, un cuadro emblemático. Dicho y hecho. El tragaluz lo quebró con un simple martillo, y trató de hacerse con Los Girasoles. Pintado en Arlés en 1889, el óleo mide 95 x 73 centímetros. Demasiado grande como para poder llevárselo. Los comedores de patatas (1885), que es aún mayor, 82 x 114 centímetros , era el siguiente candidato: “Ya me hubiera gustado, pero no me cabían”, aseguró un poco antes de la emisión del documental. En tres minutos y 40 segundos del robo, Okkie optó por las otras dos telas más manejables. Tuvo incluso tiempo de fijarse en el grueso trazo de Vista del mar desde Scheveningen, y recordó “haber leído en alguna parte que con este tipo de pincelada los cuadros son más caros”. Teniendo en cuenta que no estaban asegurados, y es imposible venderlos en el mercado legal, la emoción de un botín millonario pudo distraerle, porque perdió la gorra que llevaba. Tampoco calculó bien al deslizarse por la cuerda que había dejado preparada en el tejado. Al llegar al suelo, el mayor golpe se lo llevó el lienzo de la marina.

Sobre el robo

 Henk Bieslijn, fue el cómplice al volante, afirmó que  todo fue tan rápido que logró ver a la policía entrando en la sala mientras ellos arrancaban con los cuadros en el maletero. Admite en el documenta que los marcos acabaron en el fondo de un canal de la capital holandesa y enseguida buscó posibles compradores. De tal modo Cor van Hout, condenado en 1987 a once años de cárcel por el secuestro de Alfred Heineken, magnate de la firma cervecera, Van Hout quien fue asesinado en 2003. Estaba a punto de cerrar el trato con el ladrón, que decidió aventurarse fuera de Holanda. Le abrió la puerta el mafioso italiano Raffaele Imperiale, vendedor de drogas  en los coffeeshops holandeses y amante del arte, según sus abogados. Pagó 350.000 euros, a repartir entre los ladrones. Ambos agotaron su parte en pocos meses y la policía, que recogió la gorra de Okkie en Ámsterdam, cruzó su ADN con las muestras de su base de datos.