Silvia Westermann | “A Sergio le gustaba el arte que era para todo el mundo, no para la elite”

El escultor Sergio Castillo ya estaba en su primer matrimonio cuando ella nació. Él tenía 42 y ella 22 años, pero entre ellos existía una conexión tan intensa que hizo de sus cuatro décadas juntos una aventura formidable. “Yo sé que todos los muertos son simpáticos, pero Sergio era realmente muy alegre. Estuvimos 20 años viajando, durmiendo donde nos daba sueño y comiendo donde nos daba hambre. Nos íbamos a Marruecos y de Marruecos a nuestra casa, solo para cambiarnos de ropa e irnos a Suecia”, recuerda Silvia Westermann, viuda del artista y curadora de la muestra Energía hecha visible, que se presenta desde el 24 de marzo, al 20 de mayo en el Centro Cultural El Tranque de Lo Barnechea.

Se trata de 20 grandes esculturas abstractas de Sergio Castillo, que se presentan a 20 años de haber sido reconocido con el Premio Nacional de Arte. Una exposición que se emplaza dentro y fuera del Centro Cultural, y que incluye hitos de su destacada trayectoria, como la primera escultura que hizo en 1957 o como el estudio de su escultura Martin Luther King (1975), una alegoría de 50 palomas en vuelo que juntas forman una gran paloma ubicada originalmente en la Universidad de Boston.

amor S y S. 1971
amor S y S. 1971

¿Cuáles fueron tus principales lineamientos al momento de seleccionar solo 20 esculturas de la vasta producción de Sergio Castillo?

Lo primero fue tomar la decisión de seleccionar solo obras abstractas, que creo sumamente significativas. A veces no se dimensiona que Sergio fue el primero en tener una escultura abstracta y soldada en un espacio público donde, hasta entonces, solo se colocaban monumentos. Lo que cambió este escenario fue el encargo para la entrada del Banco Edwards de Viña del Mar, realizado por el propio Agustín Edwards Eastman, quien estaba muy interesado en el arte abstracto. Además, estoy llevando un par de esculturas en bronce para mostrar que Sergio trabajaba este metal soldado, y también la escultura Renacer (2003) la que mide 6 metros y está inspirada en el atentado a las torres gemelas de Nueva York. Tal vez es mi opinión subjetiva, pero hay mucha monumentalidad en la obra abstracta de Sergio.

También estará La Puerta de la Percepción, escultura que en su versión monumental se instaló el año pasado en la entrada de Lo Barnechea ¿Es usual que existan varias versiones de las esculturas de Sergio Castillo?

Hay muchos que dibujan, modelan y después lo mandan a fundir. Sergio no dibujaba sino que hacía esculturas en chico e iba solucionando los problemas directamente mientras soldaba. Hizo muchas Puertas de la Percepción, porque Sergio no pensaba el tema del tamaño. Sobre esta obra en particular en la exposición se estará proyectando un vídeo con el traslado e instalación de esta escultura en la comuna.

¿A Sergio Castillo le gustaba trabajar para el espacio público?

A Sergio le gustaba el arte que era para todo el mundo, no para la elite. Por ejemplo, me acuerdo de un señor que le fue a comprar una escultura para un campo y pagaba muy bien, pero Sergio no la quiso vender porque la iban ver cuatro personas. Debe tener más de 60 esculturas en espacio público. Grandes, no de colección.

¿Cómo era la reacción de las personas cuando veían la escultura abstracta de Sergio en aquellos años?

Yo creo que la gente en general, sobre todos los críticos e historiadores, que están por encima del bien y el mal, es mucho más abierta y sensible de lo que se piensa. No es necesario andar haciendo arte que se entienda, de hecho Sergio trabajó siempre con obreros y proveedores, que eran muy sensibles a su obra. Cuando hice la exposición “Los 50 años de la escultura contemporánea chilena” en Estación a Mapocho, fue mucha gente común y corriente con sus niños tomados de la mano recorriendo la muestra. Mirando una por una las obras, con gran respeto.

Renacer, 2003

¿Cómo ha sido lidiar con la falsificación de obras de Sergio Castillo?

Uno puede darse cuenta fácilmente de esto porque las obras son planas y sus creadores se quedaron con lo que vieron en una fotografía. Sergio nunca hizo simetría y el material siempre fue grueso, no varillitas. En Mercado Libre, por ejemplo, hay alrededor de seis obras falsas e incluso un usuario tan patudo que coloca “discípulo de Sergio Castillo”, algo que mi marido nunca tuvo. Estoy haciendo una fundación que, terminada esta exposición, comenzará con la certificación de obras, porque hay mucha obra falsa, sobre todo del periodo 68-70.

Pablo Neruda le escribió un poema a Sergio Castillo ¿cuál era la relación entre ellos?

Eran amigos. Cuando Neruda fue al Taller le encantaron las obras que había allí y Sergio justo estaba haciendo una exposición en la Galería Patio, entonces él se ofreció a escribirle la presentación. Todos pensamos que le iba a escribir una cosita, pero escribió un poema.

Luego Neruda le pidió a Sergio que le hiciera un mascarón de proa, pero nuestros tiempos no coincidieron y Neruda murió.

Texto del catálogo de la exposición en Galería Patio (1966):

Sergio Castillo en vez de escoger el humo
se entendió con el fierro. Entenderse significó amarlo
y combatirlo y hacerlo dar frutos.
Hay que hablar de estos frutos soberbios.
Hay que hablar de estas ramas, de estas raíces de fierro,
de estas explosiones de dureza que se transforman
en luz negra, en floricultura subterránea,
en jerarquías naturales.
Sergio Castillo reconoce las formas que rodaron
sin desaparecer, que trabajaron y sostuvieron.
Adivinó la maquinaria moribunda
y le dio con sus manos la resurrección.
¡Signos de profundidad! ¡Patrimonios de altura!
O simplemente construcciones en que Sergio Castillo
se juega por entero para que florezca
lo más duro y para que el aire se inmovilice
en estas torres y siga bailando en su camino.
PABLO NERUDA
Isla Negra, 1966

¿Qué repercusiones tuvo para la vida de Sergio vivir en el exilio?

Sergio era bastante inestable de amores e inestable de países. Le encantaba andar viajando, entonces de repente sus cosas quedaban regadas por el mundo. En ese sentido, él era bien modesto, pues no dimensionaba la importancia que tendrían sus obras. Nosotros salimos de Chile con pasaporte el año 74’ y cuando el 80’ quisimos volver, había un decreto de ley que apuntaba a Sergio como una persona altamente peligrosa para la seguridad del Estado, firmado por Pinochet. Con esta vida un poco nómade de Sergio, hay muchas esculturas que están fuera de Chile. Yo estoy comprando muchas de ellas porque Sergio siempre vendió, que suerte para él, todo lo que expuso; pero que mala suerte para Chile porque esa obra está afuera. Sergio era profesor de la Universidad de Berkeley por lo que pasábamos la mitad del año en EE.UU y la otra mitad en España, donde yo tenía mi galería de arte que estuvo abierta durante 14 años.

¿Crees que fue tu experiencia a cargo de la Galería Silvia Westermann, la que te dio la experticia que tienes hoy?

Yo creo que las experiencias son más importante que lo que tu estudies. Aunque yo he hecho curso de todo lo que tú te puedas imaginar. Sergio fue un hombre que me dio mucho espacio y yo estudié mucho, aprovechando que él estaba dando clases en la Universidad, ya que como cónyuge tenía todo gratis. Él confiaba mucho en mí y yo me he especializado mucho en el montaje de esculturas, que es muy difícil, ya que al ser tridimensional, la escultura tiene sus bemoles y pelea por su espacio con otras esculturas.

Martin Luther King 1975
Martin Luther King 1975

¿Qué significó volver a Chile para Sergio y para ti?

Yo le decía a Sergio que no tenía raíces porque muchas de sus esculturas están paradas en un punto. Curiosamente, cuando volvimos a Chile en 1994, empezaron a aparecer esculturas con tres o cuatro patas. Ahí comenzaron a surgir las raíces, Sergio estaba feliz. Yo, en cambio, lloré un día entero. No me gustaba nada. Cuando tu miras de afuera te choca mucho el ambiente cultural y social, algo que cuando estás adentro no percibes. Mi verdadera vuelta a Chile fue cuando hice la exposición en Estación Mapocho, una experiencia muy interesante que no podría hacer hoy en día, por mi edad y energía. Me fui con 28 años y volví con 50.

A siete años de la muerte de Sergio ¿Cómo ha sido para ti seguir con su legado?

Yo no podía haberme casado con un señor burgués. Yo creo en las medias naranjas porque nos conocimos y no nos separamos nunca más. Tuve mucha suerte y también creo que todo lo entregada que estoy a la obra de Sergio, es por lo bonita que fue nuestra historia.

Foto Amor: Silvia Westermann junto a Sergio Castillo (1971).
Foto Renacer: Renacer. Cortesía de la curadora.
Foto Martin Luther King. Martin Luther King. Crédito Juan Carlos Gutiérrez.

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