Galardonada con el Premio “A” de ARCOmadrid 2017 “por difundir el arte y la creación visual actual del Perú”, llega por primera vez a Europa, a la Sala Alcalá 31 de Madrid, la exposición Próxima Parada, perteneciente a la Colección Hochschild, la mayor colección privada de arte contemporáneo peruano del mundo. Una selección de 43 artistas y 66 obras donde se pueden ver dibujos, pinturas, esculturas, fotografías, instalaciones, videos y proyectos multidisciplinarios que recorren las diversas tendencias artísticas originadas desde los albores del arte peruano. Desde el modernismo a la vanguardia tardía. Desde surrealismo, al Pop o el arte conceptual.
Un colorido firmamento donde resplandecen tanto Martín Chambi (1891-1973), pionero retratista, cuya visión cercana a lo antropológico registró a las más humildes etnias de su país, frente a la alta sociedad cuzqueña, como Mario Testino (1954), fotógrafo de modas conocido por sus retratos a Lady Di, y otras tantas celebridades captadas para las revistas Vogue o Vanity Fair. Sin embargo aquí regresa al origen a través de este Traje tradicional femenino (provincia de Espinar) y el Traje de la danza Majeño, (provincia de Paucartambo), mostrando una faceta totalmente desconocida.
Asombro que continúa con David Zink Yi (1973), artista residente en Berlín, que hace un interesante trasvasije entre su ascendente chino, su origen peruano y su formación alemana, sorprendiéndonos con un monumental calamar de cerámica, esmaltes de plomo y cobre, llamado Architheuthis, varado en medio de la sala, y que nos da la bienvenida a una exhibición donde además se hacen presente figuras tan reconocidas como Fernando de Szyszlo (1925), con Interior Orrantia #10 (2010), una introspección alegórica que va del surrealismo a la abstracción, pasando por una profunda raigambre andina. Al igual que Tilsa Tsuchiya (1928 – 1984), una de las máximas exponentes de la pintura peruana, quién a través de sutiles pinceladas nos introduce en un universo traslúcido, repleto de tenues veladuras, atmósferas neblinosas o profundidades subacuáticas, pero con un marcado acento precolombino atemporal y onírico.
Camino propicio para encontrar a Elena Damiani con su obra Rude Rocks (2015), proyecto basado en «El Libro de la Arena» de Jorge Luis Borges, que nos habla sobre la noción de infinito y la imposibilidad de los objetos para reconocer sus límites en el espacio – tiempo.
Teresa Burga (1935), en cambio en Cubos (1968), nos presenta un conjunto de seis bloques pintados sobre madera en cuyas superficies se aprecia una serie de cuerpos femeninos entremezclados en forma modular como un permanente juego pop. Estilo que tangencialmente se topa con la serie de afiches de la reforma agraria peruana desarrollados por Jesús Ruiz Durand en la década de los setenta y que hace un guiño a El mundo en llamas de Fernando Bryce (1965) pintor y dibujante, quien hace un análisis mimético, recurriendo a la copia manual con tinta china a imágenes de la cultura de masas: documentos históricos, recortes de prensa, propaganda política y publicitaria con las que cuestiona las ideologías y los discursos oficialmente aceptados.
Ahora, si de instalación se trata, usando impresoras térmicas, papeles de color escritos que vuelan por acción de los ventiladores cuando el público avanza, José Carlos Martinat, da vida al concepto de abstracción informativa en Ambiente de Estéreo Realidad #12, demostrando cómo el sistema informático rige nuestra existencia, a lo que se suma El segundo cuarto del rescate (2009) de Sandra Gamarra (1972) instalación constituida por 105 pinturas de piezas arqueológicas Incas, dispuestas a modo de castillo de naipes que develan metafóricamente el equilibrio precario en que se encuentran muchas obras frente a la expropiación foránea. Momento en que entra en juego ese “giro pictórico” enunciado por el crítico de arte W.J.T. Mitchell – «Que convierte a la historia del arte en una disciplina de imágenes que pone el énfasis en el lado social de lo visual, así como en los procesos cotidianos de mirar a los otros y ser mirados por ellos”.
Escenario en el cual aparece Mariana Román (1989), premunida de un diario y una grabadora ingresando al Centro psiquiátrico Larco Herrera de Lima, para dar forma a Salivación (2014) un proyecto que examina el comportamiento médico-paciente, plasmándolo en dibujos a tinta, carboncillo y acuarela.
Maya Watanabe (Lima 1983), comparte la temática de la identidad, pero a partir de referencias personales, cinematográficas y artísticas, haciendo del video en 360° un soporte de reflexión en torno al Perú actual.
Distinto es el caso de Milagros de la Torre (Lima 1965), y su serie de fotografías donde registra momentos cargados de memoria histórica y asociados a procesos sociales y personales como herramienta de representación en Bajo el sol negro (1991-1993) en la que recurre a una cámara de cajón y al retoque fotográfico para revelar una práctica que en sí denotaba prejuicios raciales y de clase, en una suerte de rayos x de la sociedad peruana que prácticamente desaparece en ese desértico paisaje en Punto ciego, serie de 70 fotografías tomadas por Luz María Bedoya, siguiendo el recorrido de la carretera panamericana, la cual atraviesa el Perú de sur a norte.
Hasta culminar con la propuesta de Gilda Mantilla y Raimond Chaves, llamada No hay futuro por delante, solo hay tiempo, que da cuenta de un recorrido por los procesos y desarrollos de la historia y crítica del arte peruano. Algo que sin duda cierra este breve resumen de esta magnífica Colección Hochschild, donde además participan José Sabogal, Jorge Eielson, Regina Aprijaskis, Alberto Borea, Alfredo Márquez Espinoza, Christian Bendayán, Fernando Alonso Gutiérrez Cassinelli-Huanchaco, Armando Andrade Tudela, Giancarlo Scaglia, Ishmael Randall Weeks, José Vera Matos, Miguel Andrade Valdéz, Ximena Garrido-Lecca, Gabriel Acevedo y Antonio Paucar, entre otros peruanos exponentes que en esta Próxima Parada, van tras la conquista de España.