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Fotografías de una nación invisible en la mitad de Roma

By 27 de diciembre de 2016No Comments

Cuando un pueblo no tiene más remedio que escapar en busca de una nueva oportunidad, el olvido es la única opción para mantenerse con vida, y resulta ser Europa el depositario de la esperanza de la libertad para miles de poblaciones cuya nación ha sido devastada. En esta ocasión el colombiano Luis Carlos Tovar fue el encargado de retratar un pequeño ejemplo en el centro de voluntariado Baobab, que queda en la calle Cupa, con cuatro series: Stage, Cartografías de Escape, Cúpula celeste y Lampedusa que estarán expuestas hasta el 23 de enero en el Museo de Arte Contemporáneo de Roma (MACRO) sobre la situación del desplazamiento de poblaciones provenientes de Eritrea, Siria, Palestina y Afganistán.

Luis Carlos Tovar ha expuesto en Colombia en Fotomuseo, el Museo de la Memoria de Medellín, el Museo de Arte de la Universidad del Magdalena, el Museo Efímero del Olvido; así como en muestras internacionales en la Torre Eiffel o Les Voutes en París, el Museo Wahun en China, y el año pasado recibió el primer premio de fotografía del Instituto Ítalo-Latinoamericano en Roma (IILA-Fotografía), para el cual expuso una selección de 6 fotos y un video dentro del marco del Festival Internacional de Fotografía de Roma con su serie titulada Deshacer / Undo.

«Me tenía cansado que todo el mundo hablara de lo típico de Roma: del Anfiteatro, los museos o la ópera. Fueron importantes en su época, pero ahora son sólo atracciones turísticas. Realmente no sabía bien de qué hablar, así que fui a caminar por Roma»

Acompañado de la exposición individual que realizó en octubre del 2015, se le otorgó una residencia de un mes Roma, donde hizo un trabajo enfocado en la «Ciudad Eterna», tal como aparece en las condiciones del premio. «Me tenía cansado que todo el mundo hablara de lo típico de Roma: del Anfiteatro, los museos o la ópera. Fueron importantes en su época, pero ahora son sólo atracciones turísticas. Realmente no sabía bien de qué hablar, así que fui a caminar por Roma», recuerda Tovar. A unas cuadras del lugar donde vivía, encontró Baobab incrustada en la mitad de un ambiente lúgubre adornado por el cementerio monumental del barrio Tiburtino.

De esa manera, el ganador del premio IILA-Fotografía, atraído por un tema que no había podido desarrollar todavía –relacionado con las fronteras y la migración de culturas–, se inscribió como voluntario para cuidar de las personas que se hospedan en Baobab, mientras el centro les ayudaba a solucionar los problemas de papeles y de transporte para llegar a su destino final en el continente europeo.

El centro funciona como refugio, allí les ayudan a tramitar papeles para poder ingresar a Europa a familias enteras que huyen de su tierra por diversos motivos como la pobreza, la violencia o la corrupción. Algunos atraviesan por Sudán y tienen que cruzar en jeep por medio del desierto, «¡Meten 16 personas en un jeep de dos puertas!» exclama el artista, recordando los relatos de los inmigrantes con los que ha compartido. Allí toman un barco y navegan durante meses hasta llegar al puerto italiano sin tener muy claro qué camino recorrieron. «Ellos no sabían dónde quedaba Colombia y yo no tenía ni idea dónde era Eritrea», explica Tovar.

Así que llevó un mapamundi a Baobab para localizar las rutas que hacía cada inmigrante, con el fin de ubicar en el mapa del lugar donde venían y al lugar a donde iban. Luego puso el mapa en una plaza y los habitantes empezaron a hacer dibujos sobre el mapa, trazos con las rutas de envío de los participantes. Según el artista, «el idioma oficial de los eritreos es el tigriña, una mezcla entre árabe y hebreo, y casi ninguno de ellos habla inglés, así que la comunicación es muy corta. Se me ocurrió llevar un mapa, donde ellos pudieran mostrarme de dónde vienen y hacia dónde van». Este ejercicio se convirtió en un sin fin de historias contadas por cada uno congregadas en el título: Cartografías de escape.

Además, resalta la importancia del arte en procesos como la migración, la educación o la denuncia social: «el arte sirve para crear procesos de construcción de la realidad, construye puentes de discusión. Pero esas discusiones que se generan a través del arte, sirven para entender procesos coyunturales, a mi no me sirve de nada hacer arte que se alimenta de arte, sino que toque a la sociedad de alguna manera», explica.

Así es como surgió la exposición que de la mano del retratista y curador del Museo de Arte Contemporáneo de Roma, Marco Delogu, con quien escogieron las obras que quedaron seleccionadas. El trabajo es descrito por Rosa Jijon, secretaria cultural del IILA, como propio de un artista que «logra insertarse en una ciudad cerrada para mostrar sin prejuicios uno de los dramas más difíciles de nuestros tiempos: la crisis migratoria y la incapacidad institucional y cultural de enfrentarla, no solamente en Roma sino en Europa entera».

El último día de su residencia se realizó en Baobab una misa en el idioma nativo y se hizo una donación de ropa, que para Luis Carlos fue muy bien recibida pues realizó una sesión fotográfica que mostraba a los inmigrantes vistiendo ropa característica italiana. El acto llamó tanto la atención del fotógrafo y curador del MACRO, que seleccionó un total de 31 fotografías que conforman la serie más amplia de la exposición, bajo el título Stage.

Para terminar, de la mano de Delogu, el artista representó el silencio en la serie Cúpulas celestes que realizó en el Cementerio de Verano que queda contiguo a Baobab, junto a las migraciones de pájaros que se ubican en los cipreses del cementerio y astrofotografía de los viajes en barco por el mediterráneo, que lo llevan al final a crear su serie Lampedusa, también sobre cementerios pero en este caso es de barcos representados en un conjunto de historias que le hicieron merecedor del premio. También son recopiladas en el libro “Cartografías de Escape” que será lanzado durante el Festival en diciembre gracias al apoyo de Beatriz Esguerra Arte y el IILA-Fotografía que no sólo tendrá las series expuestas actualmente sino una recopilación retrospectiva del artista, acompañado con textos de investigadores y curadores como Armando Silva, Eduardo Serrano, Cristina Lleras, entre otros.

David Felipe Suárez

Periodista cultural y museólogo